Matan a vendedor en La Candelaria

“Donde te cojo, te exploto”. La frase, en tono de amenaza, se la repitieron a Richard Santoya Puello durante un año. La advertencia se la hizo llegar “El Juan” por todos los medios, incluso con sus propios familiares. Aunque en contadas ocasiones Richard y su enemigo declarado se encontraron en la calle, las cosas no pasaron de una simple mirada. Dice una sobrina de Santoya que “El Juan” juró cumplir con su promesa apenas lo encontrara solo. “Siempre dio la casualidad de que se topaba a Richard cuando estaba con su mujer o un amigo”, asegura su familiar. El domingo, como solía hacer todos los fines de semana, Santoya Puello, de 21 años, se fue a tomar cervezas a la terraza “El Que Sabe”, en una esquina de la calle Carrillo, en el barrio La Candelaria. Lo que no sabía él, es que “El Juan” le seguía los pasos. A las 10:30 p.m., el individuo entró al establecimiento público e increpó a Richard delante de los demás clientes, entre quienes se encontraba una sobrina. El vendedor ambulante intentó huir, pero su rival se le fue atrás. En la puerta lo agarró y le disparó a quemarropa en el abdomen. La víctima quedó tendida en la calle, mientras que su agresor huyó con el arma en la mano hacia el sector Omaira Sánchez. Por una puerta A Richard lo recogieron rápido y lo trasladaron inicialmente al CAP de La Candelaria. De ahí fue remitido a la Clínica Cartagena. Sus padres cuentan que los médicos de este último centro asistencial lo alcanzaron a operar y dio muestras de recuperarse. Las esperanzas se desvanecieron el lunes en la mañana. Sus familiares dicen que sufrió un paro y falleció antes que pudieran someterlo nuevamente a cirugía. La disputa que terminó con la muerte de Richard y que tiene huyendo a “El Juan” se originó por una puerta. En medio de una riña que ocurrió el año pasado, y cuyos motivos lo desconocen sus familiares, Richard dañó la puerta de la casa de su vecino a punta de patadas. Aunque Santoya pagó el arreglo de la puerta, su adversario no quedó contento. Los amagos de una nueva pelea se dieron en más de una oportunidad, pero nunca las cosas pasaron a mayores. El vendedor siguió llevando la vida normal y nunca se asustó por esas intimidaciones. El domingo fue la única vez que sintió miedo al ver a su enemigo con un arma, pero ya era tarde, la bala fue más rápido que él.