Misterioso crimen pasional

A Félix Manuel Hernández Pedroza nadie pudo sacarle de la cabeza que su esposa, Marelbis Arroyo Julio, le era infiel.
El hombre, de 50 años, no creyó en las palabras de su mujer quien le juró muchas veces que le era fiel, ni escuchó las súplicas de sus cinco hijos para que confiara en ella.
Ayer, a las 9 de la mañana, los celos de Hernández Pedroza y una pelea que sostuvo con su esposa fueron los detonantes para la muerte de ambos.
Los cuerpos de la pareja quedaron tendidos en la entrada de la habitación número 1 del motel Foco Rojo, en el barrio San Rafael, del corregimiento de Bayunca.
Félix Hernández y Marelbis Arroyo tenían disparos en la cabeza.
La Policía presume que Hernández le disparó a su mujer y luego se suicidó.
Sin embargo, no descartan que quien disparó haya sido Marelbis Arroyo, ya que supuestamente, el arma homicida, fue hallada cerca del cuerpo de ella.
En un motel
La pareja de esposos llegó al motel a las 5 de la madrugada de ayer.
Le dijeron al administrador del negocio que se quedarían todo el día allí, y le pagaron $20 mil por la pieza.
“Yo estaba en la habitación de al lado cuando empecé a escuchar gritos, y fuertes golpes contra las paredes. Pasaron así mucho rato. Como a las 9 de la mañana escuché un disparo. Pensando que el sonido provenía de la calle salí, pero no había nada raro. Me regresé al cuarto y oí que prendieron el aire acondicionado de la habitación 1. Como a los 15 minutos sonó otro balazo y ese sí lo escuché clarito en la habitación del lado”, dice el testigo.
El administrador no se atrevió a entrar al cuarto en ese momento.
Sin embargo, dos horas después al no sentir ruidos al interior de la habitación, decidió averiguar qué había pasado.
“Yo empecé a tocar la puerta y nadie me abrió. Decidí asomarme por una rendija de la puerta y no los vi ni en la cama ni en el baño. Miré entonces al piso y estaba tirados en un charco de sangre. Enseguida llamé a la Policía”, dice el administrador.
Veinte años juntos
Hernández y Arroyo estaban casados desde hace 20 años. Fruto de su matrimonio nacieron cinco hijos. La pareja era oriunda de Santa Rosa de Lima, pero cuidaban una finca en Pontezuela, una vereda de Bayunca.
Un hijo del matrimonio dice que sus padres siempre tuvieron una buena relación hasta hace un par de meses.
“Por problemas de celos, mi mamá dejó a mi papá en Pontezuela y se devolvió para Santa Rosa. A él se le metió que ella se había ido con otro hombre y le era infiel, pero eso era mentiras. Ella volvió y se la pasaban peleando porque él no confiaba en mi mamá. No importaba cuántas veces le jurara que le era fiel”, dice el hijo de las víctimas.
El joven recuerda que el martes su papá lo llamó y le dijo que el miércoles (ayer) llegara a la finca donde trabajaba a buscar un pájaro y un revólver, porque iba a dejar de laborar en ese lugar.
“Yo llegué a la finca hoy (ayer) tal como él me lo pidió, y no los encontré. Después me dijeron que habían encontrado una pareja muerta y vine a
ver si eran ellos, y me llevo esta desagradable sorpresa. Yo no entiendo qué hacían ellos en ese lugar. Quizás eso ya estaba planeado”, afirma el joven.