Sucesos


Racha mortal en 12 horas

EL UNIVERSAL

10 de mayo de 2010 12:01 AM

No fue un buen día para ellas. Las madres, esposas y compañeras de Juan David Nieto Peña, Hernán Augusto Orozco Villa, Nadin Díaz Guerrero, Wilfrido Campillo Chiquillo, Howar Barreto Ruiz y Bladimir Zetien Castro pasaron la mañana y parte de la tarde del domingo esperando que les entregaran los restos de los siete hombres que fueron asesinados en hechos aislados que ocurrieron entre las 2 p.m. del sábado y la madrugada de ayer. Para ellas, no hubo Día de la Madre. Sentadas en las afueras de la morgue de Medicina Legal, en Zaragocilla, vivieron por separado la que es una misma tragedia. Fue una racha de muertes sin antecedentes en este año. Tres homicidios los cometieron con arma de fuego y los tres restantes con arma blanca. Cuatro de esos casos sucedieron en Cartagena y los otros dos en Turbaco y San Estanislao de Kostka –Arenal-. Los motivos son diversos y hasta absurdos. A una de las víctimas la asesinaron por equivocación, a otra en medio de una discusión por una caja de cervezas y a una tercera por mediar en una pelea que se originó porque el hijo le pegó a la mamá. La Policía dice que capturaron a cuatro de los presuntos homicidas, entre ellos un soldado activo del Ejército. “Fue una equivocación” De esta ciudad, Juan David Nieto Peña sólo conocía las tres esquinas que circundan la vivienda donde residía hace apenas un mes. Su padre, Pedro Nieto, decidió que el joven, de 22 años, se alejara del monte en su natal Pinto –Magdalena- y buscara mejor suerte en Cartagena. En El Pozón, calle La Cuchara, lo acogió su madrina, quien tiene una tienda a un costado de su casa. Para ayudarlo y que no estuviera sin hacer nada, lo puso a administrar el negocio. Así llevaba un mes. Trabajaba desde las 6 a.m. hasta las 7 p.m. No iba a ningún lado. Allí lo tenía todo. El sábado, su madrina le pidió el favor que acompañara a su marido en el descargue de plátanos en el Mercado de Bazurto. Por esa labor se iba a ganar un dinero extra. Pero a Juan David también lo hacía feliz el hecho de conocer más de la ciudad. Llegó a Bazurto a las 10 a.m. Su trabajo consistía en estar atento al descargue de plátanos de los camiones. En eso estaba cuando llegó un sicario y le disparó varias veces. Nieto cayó sin vida en el llamado sector de Los Plátanos, el mismo donde han asesinado a tres comerciantes en seis meses y aún nadie sabe por qué. ¿Enemigos? Su familia dice que Juan David no tenía problemas. “Cómo los iba a tener si hasta hace un año vivió con su familia en una pequeña parcela en Pinto y el sábado era su primera salida en la ciudad”, responde Pedro, su padre. Para sus allegados la versión más creíble es que al joven lo asesinaron por equivocación. En Bazurto se dice que el atentado iba dirigido contra una persona que estaba muy cerca de él y de quien se asegura es un desmovilizado de las Auc que hasta hace poco trabajó como vigilante en esa zona. La equivocación, sin embargo, dejó a Juan David Nieto como la víctima número 48 del sicariato este año en Cartagena. Lo mató el sobrino El cadáver de Nieto Peña quedó en el sitio de los hechos hasta las 4 p.m. Después de eso, la tarde terminó sin novedades en la ciudad. A las 8 p.m. se acabó la tranquilidad. Wilfrido Campillo Chiquillo ni estaba tomando ni hacía parte de la pelea. Llegó al kiosco “El Viejo Richard”, en Albornoz, para cobrar un dinero. De casualidad, cuenta su esposa, se encontró con su hermano peleando con el hijastro porque éste le pegó a la mamá. Wilfrido trató de apaciguar los ánimos entre padre e hijo, pero la discusión ya había alcanzado otros niveles. Su intromisión le salió cara. Al obrero de una empresa de atunes en Mamonal su sobrino político lo atacó con un cuchillo que agarró del mostrador del negocio donde tomaba. La herida se le causaron en el cuello. El agresor huyó, pero antes una multitud se encargó de vengar lo que acabó de hacer. La Policía lo capturó mientras lo atendían en la Clínica San Juan de Dios. Irónicamente, en otra sala de ese mismo centro asistencial los médicos trataban de salvarle la vida a la víctima. La suerte no fue igual para Wilfrido, de 39 años. En Albornoz, donde era muy conocido Campillo Chiquillo, lo que esperan ahora es que Randon Padilla pague por lo que hizo. Un “Pato” lo sorprendió Los pandilleros en Olaya Herrera no dejaron que la noche del sábado terminara en paz. Howar Barreto Ruiz estaba a punto de llegar a su casa cuando “El Pato” y dos de sus secuaces se le cruzaron en el camino. Eran las 11:50 p.m. El joven, de 19 años recién cumplidos, estuvo una hora viendo un baile con picó a dos cuadras de su residencia, en el sector Ricaurte. Regresaba con un adolescente, de 15 años, cuando tres pandilleros de El Pueblito lo “emboscaron”. No hubo discusión. “El Pato”, dicen los testigos, sacó un revólver, calibre 38, y le disparó. El balazo en el pecho fue mortal. Nada pudieron hacer los médicos del Hospital Universitario del Caribe cuando lo recibieron unos 20 minutos después. Al acompañante de la víctima también le dispararon, pero por fortuna no hubo puntería. Es él quien ayudó a la captura de “El Pato” cuando trataba de esconderse en su guarida. Howar estaba validando el bachillerato. Su familia dice que no era pandillero. Por el contrario, quería ser policía. Hace tres meses lo apedrearon en la cabeza en medio de una discusión. Por eso no podía tomar, porque estaba en tratamiento médico, precisan sus allegados. Hoy, la misma escena se repetirá en otro hogar en Olaya. De una vivienda saldrá hacia el cementerio el féretro con los restos de Howar, la cuarta víctima de las pandillas en dos semanas y la novena en este año. Miró y lo mataron La noche también fue trágica a la misma hora en Arenal. Hernán Orozco Villa no tenía motivación para ir a la calle, pero un amigo lo convenció de ir a una caseta en el barrio Centro para escuchar el picó más popular de la región. El amigo intentó hacer que se quedara, pero Hernán ya tenía listo su plan: dormir. Regresaba a Villa Valentina, cuando la algarabía lo hizo detener. Dos grupos de jóvenes se trenzaban en una fenomenal gresca con piedras, picos de botella y cuchillos. Al joven le advirtieron que no se acercara, pero Hernán quiso ver más de cerca lo que sucedía. De la trifulca salió una brazo que lo atacó en el abdomen con un pico de botella. A Orozco Villa lo llevaron rápidamente al Hospital Local, pero la muerte se hizo inevitable. El joven no alcanzó a cumplir los 25 años. Poco tiempo después se supo que el presunto homicida es un soldado activo del Ejército que regresó a Arenal hace unos días procedente de Arauca y que reside en la misma cuadra de su víctima. ¿Por qué lo mató? La familia de Hernán no lo sabe. Por unas cervezas La sangre también corrió al amanecer. Nadin Díaz Guerrero se metió en una pelea que no era con él y se convirtió en la única víctima de lo que ocurrió ayer, a las 2:30 de la madrugada, en el sector Bonanza, en las afueras de Turbaco. El albañil, de 38 años, hizo todo lo posible para evitar que su amigo saliera ileso en la discusión que sostuvo con un vecino por una caja de cervezas. Y lo logró. Nadin no sólo pudo evitar que agredieran a su amigo en la fiesta, sino que se lo llevó hasta su casa y lo protegió en un cuarto. Su ayuda fue más allá y evitó que lo atacaran cuando aquel individuo llegó a la vivienda con la intensión de seguir la pelea. Nadin echó a la calle al individuo y se quedó comentado lo que había sucedido con varios de sus allegados en la puerta. Allí lo sorprendieron 15 minutos después. El mismo hombre regresó armado con un destornillador y no le dio tiempo a nadie de reaccionar. Le causó una herida profunda a Nadin en el pecho, cerca del corazón. Pese a su embarazo, su esposa lo trasladó al Hospital Local, pero los esfuerzos resultaron en vano. Gracias a la colaboración de la comunidad, la Policía pudo capturar al presunto homicida cuando pretendía escapar hacia otra población. Le disparó un “tuerto” Bladimir Zetiem Castro, de 30 años, fue la última víctima de la racha criminal. Al igual como las demás, salió de su casa el sábado en la noche a escuchar al picó que tocaba en un baile callejero. El escenario esta vez fue en Nuevo Porvenir. Allí, el mototaxista estuvo hasta el amanecer. Regresaba a su residencia cuando un hombre se le cruzó en el camino y le disparó. Al asesino todo el mundo lo vio. Por eso no hay dudas de que se trata de alias El Tuerto, un peligroso delincuente que tiene en su haber otras muertes, entre ellas la de una enfermera. El individuo está huyendo, pero la Policía dice que su captura es “cuestión de horas”. La familia de Bladimir ignora el por qué del crimen. El mototaxista estaba tratando de rehacer su vida en ese oficio y alquilando lanchas en El Laguito. Pasar 8 de los 13 años que le dieron de cárcel por un asesinato en Playa Blanca, sector de Olaya Herrera, le hizo cambiar de pensamiento. Hace unos meses recobró la libertad y no quería problemas con nadie. “Parece que alguien le recordó que el pasado no perdona”, se comenta en Nuevo Porvenir.

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