Se entrega pareja de esposos guerrilleros

La vida no es como la pintan” y por eso “Miguel” y “La Morena” dejan atrás la guerrilla para recuperar el tiempo perdido con sus hijos y su familia. Los tres años en el Eln son para olvidar. Según ellos, el maltrato de sus superiores, el hambre, las constantes agresiones y el poco tiempo para visitar a sus seres queridos llevaron a los dos subversivos a aprovechar un “encargo” para abandonar un campamento en límites con Venezuela y cruzar en bus la Guajira, Cesar, Magdalena y Atlántico para entregarse a la Policía en Cartagena. “Miguel”, de 42 años, se desempeñaba en el área de “logística” del bloque “Simón Bolívar” del Eln, que delinque en la Serranía del Perijá bajo el mando de alias Heimer y El Diablo. Su mujer, de 36, era la enfermera de los subversivos que sufren de paludismo y otros males propios del monte. También los alimentaba. “Miguel” asegura que la huida del Eln la tenían planeada desde hace meses, sólo faltaba la oportunidad para llevarla a cabo. Él admite que extorsionaba a ganaderos y comerciantes residentes en la frontera colombo-venezolana. Así que no le fue difícil utilizar una “misión” para la fuga. Su mujer ya le había dado la aprobación al plan. “Salí a cumplir una misión y me desvié a buscar a mi mujer. Caminamos unas dos horas por el monte hasta llegar a un pueblo, cerca de la frontera. “Allí abordamos un bus intermunicipal y nos bajamos en un pueblo del Cesar. De ahí nos venimos en otro bus a Cartagena”, relata “Miguel”. En el comando de la Policía Metropolitana de Cartagena, en Manga, “Miguel” y su mujer le entregaron al general Ricardo Restrepo Londoño dos uniformes de uso exclusivo de las Fuerzas Militares y un revólver, calibre 32. “Miguel” y “La Morena” esperan que el sufrimiento que los acompaña desde que tuvieron que abandonar los Montes de María para huir a Venezuela por culpa de los enfrentamientos entre grupos armados ilegales haya terminado. En el horizonte de ambos sólo existe la posibilidad de criar a sus hijos por el camino del bien.