Víctima sin culpables

El hijo de Juan Garcés quiere graduarse, pero muy difícilmente podrá regresar al colegio. Ha pedido recibir clases en su casa o a distancia, pero aún no ha obtenido respuesta. Mientras el adolescente, de 16 años, analiza desde su cama o una silla de ruedas cómo le cambió la vida a partir de aquel fatídico 13 de mayo, cuando lo acuchillaron en la espalda a 5 metros del portón principal del colegio INEM, sus dos agresores, también menores, siguen libres, como si nada hubiese pasado. Aunque dos dictámenes médicos certifican que las secuelas serán permanentes, las autoridades están a la espera de un tercer examen de Medicina Legal y que se cumplan 45 días para comenzar formalmente la investigación contra los culpables de que el hijo de Juan Garcés haya quedado parapléjico. Pese a que fueron reconocidos por la propia víctima y por testigos, y que los denunciaron por tentativa de homicidio, los presuntos victimarios, estudiantes ambos del INEM en la jornada nocturna, sólo permanecieron unas horas retenidos por la Policía. Según Juan Garcés, a los presuntos victimarios los dejaron en libertad un día después de los hechos, cuando aún su hijo estaba en coma en la Clínica San Juan de Dios. Hoy, asegura Juan Garcés, ellos viven normalmente en sus casas mientras que el drama para su hijo no termina. Al joven no sólo se le frustró el sueño de ser policía, también las ilusiones de graduarse y celebrar con sus compañeros. En una carta que enviará a las directivas del INEM les dirá que quiere ser útil y servirle a la sociedad terminando desde su vivienda el bachillerato. Para eso, agrega, necesita una computadora y libros. “A veces me deprimo, porque me aburro mucho en la casa. Siempre lo mismo, de la cama a la silla de ruedas.- La vida me cambió en un instante”, le contó el adolescente a El Universal ayer en la mañana, reconociendo con sus gestos que la vida le ha cambiado mucho. Al problema físico que lo aqueja se sumó hace unos días el peligro que debe sortear para someterse a unas terapias en la Clínica San Juan de Dios. A las 5 a.m., y por falta de dinero, Juan Garcés traslada a su hijo en silla de ruedas a ese centro asistencial cruzando primero el barrio Ceballos y luego la carretera de El Bosque, una de las más peligrosas para los peatones en la ciudad. “Es que la tragedia no viene sola”, anota Juan Garcés. Una lesión mortal El reporte de la San Juan de Dios indica que a la víctima le causaron una herida en la región dorsal del lado izquierdo que le dejó lesiones permanentes sensorio-motoras posterior a traumas en miembros inferiores, en la vesícula y en los intestinos. Según Medicina Legal, y con base en el examen que realizaron peritos forenses, el joven quedó con perturbación funcional en los órganos de la locomoción, de la excreción, de la defecación y de la cópula. Los dos diagnósticos coinciden: las lesiones serán permanentes. El hijo de Juan Garcés ya lo sabe y por eso está esperanzado en las terapias. Los médicos le han dicho que con ellas pretenden darle fuerzas en la espalda y brazos. Al joven también le dan ayuda profesional. A su edad, dice su padre, es muy difícil aceptar lo que está ocurriendo. Lo que sucedió aquel 13 de mayo, el joven lo recuerda claramente.... “Por defender a un amigo” “Iba saliendo del colegio ese día cuando sentí el ‘puyazo’ en la espalda. No me volví a poner de pie. No me sentía las piernas. Desde ese momento no he vuelto a caminar”, relata el joven. Esa tarde, a las 6:30, dos estudiantes lo atacaron en represalia por un hecho que ocurrió días antes. En el fin de semana que antecedió a la agresión, el joven y sus compañeros estuvieron en una fiesta de integración en el barrio El Campestre. De regreso, fueron interceptados por un grupo de jóvenes que armados con piedras y cuchillos le robaron los zapatos a uno de ellos. El hijo de Juan Garcés defendió a su amigo y se fue a los puños con uno de los presuntos agresores. La pelea terminó sin ganador y cada grupo tomó rumbo distinto. El 13 de mayo fue el desenlace final. La riña dejó una víctima, pero aún no hay responsables.