Sucesos


“Por qué vino a pagar sus celos con mi familia"

EDWIN TORRES PADRÓN

20 de julio de 2010 12:01 AM

¿Por qué vino a pagar sus celos y su obsesión con mi familia? Iván Ortega no ha dejado de preguntarse lo mismo desde el sábado en la noche, cuando descubrió la tragedia en su casa. Para él, Adalberto Marrugo Narváez actuó con su hecho pensado. “Todo fue calculado, como sabía que yo era el único hombre de la casa, esperó que saliera para quitarme a mi familia. Sólo deseo que no vuelva a salir de la cárcel”. Iván no para de llorar. El hombre que conoció por medio de una amiga de su mujer le arrebató a la menor de sus hijas, de 5 años, y a su suegra, y dejó al borde de la muerte a su hija mayor, de 15. Él asegura que si no es por unos muchachos del barrio que lo vieron sospechosamente “abrazado” a un palo con un pico de arar, también habría asesinado a la segunda de sus hijas, de 8 años. Sus vecinos y amigos lo acompañaron a él y a su familia, ayer en la tarde, en el sepelio de Ana Elvira López Flandor, de 65 años, y de Diana Elvira López Castellano. Abuela y nieta fueron sepultadas en el Cementerio de La Boquilla luego que los ataúdes con sus restos recorrieran gran parte de esa localidad. Sus habitantes dicen que nunca antes había ocurrido un hecho similar en ese corregimiento. Antes del funeral, Iván visitó en el Hospital Naval a Lina María Ortega. Él dice que aunque su estado sigue siendo delicado, está más estable. “Le hicieron un examen de control y le fue bien. El médico me dice que le van a realizar otro examen para despejar dudas. Esta mañana –ayer– quise hablar con ella, pero no pude. Tiene demasiados tubos en el cuerpo. Tengo fe que se va a levantar de esa cama. Las enfermeras me aseguran que no le ven lesiones severas”, expresa Iván. Mientras La Boquilla despedía a abuela y nieta, Adalberto Marrugo Narváez, un ex militar y ebanista de 31 años, era trasladado a la Cárcel de Ternera tras ser asegurado por un Juez de Control de Garantías por homicidio agravado. El coronel Hugo Casas, subcomandante de la Policía en Cartagena, dice que Adalberto actuó como un psicópata. No estaba bajo los efectos del alcohol o alguna droga. “Pagó su rabia con nosotros” Iván asegura que en el poco tiempo que trató a Adalberto nunca le notó algo anormal. Su comportamiento cambiaba, según él, cada vez que discutía con Erica, su mujer hace 5 años. Ella –agrega– ya no quería vivir con él por la mala vida que le daba. Una vez, en una pelea, la apuñaló en la espalda y le dejó una cicatriz. También le fracturó un brazo. Cansada de esa situación, Erica se fue de la casa que compartía con Adalberto, en Palestina, en las faldas de La Popa, hace 5 meses. Estuvo en las viviendas de sus familiares antes de llegar a Boquillita, donde reside Rocío, una de sus mejores amigas. “En vista de lo que estaba pasando, le dimos aposento. A los pocos días empezó a llegar ese tipo. Iba a rogarle que volviera con él, como ella no quería, se ponía a llorar o se enfurecía. A veces le daba puños. Yo un día le dije a mi mujer que este tipo de un momento a otro podía matar a Erica porque estaba muy obsesionado con ella. “Como seremos de buenos nosotros con él que a veces se quedaba hasta tarde y entonces le decíamos que se quedara durmiendo. Así lo hizo unas cuentas noches. Hablé con él por última vez el jueves en la madrugada, durante el aguacero. Me dijo que si estábamos bien y después me preguntó por Erica. Yo le dije que no la habíamos vuelto a ver, que se había ido a vivir a donde una amiga por Los Ejecutivos”, relata. Cantó mientras mataba Iván le ha contado a sus amigos lo que pasó el sábado en la noche. Muchos dicen que Adalberto está loco. En la mañana de ese día, Rocío y su marido salieron a trabajar. Se fueron antes que llegara Erica, quien les llevó una revista de productos cosméticos que se puso a vender para sostener a tres hijos de una primera relación. A Adalberto lo vieron frente a la casa de Ana Elvira desde el mediodía. Iván cree que alguien le comentó que habían visto a su mujer en Boquillita y por eso se presentó. “Nosotros llegamos como a las 7 de la noche. A eso de las 8 y 30, mi mujer y yo salimos a dar una vuelta. No demoramos ni 15 minutos, cuando regresé, encontré la tragedia en mi casa. No entiendo por qué me hizo esto, esperó que yo me fuera para entrar”, cuenta llorando Iván. Adalberto saludó a Ana Elvira y a las niñas. A dos de ellas, las mayores, les dio dinero para un mandado. Se sentó al lado de la suegra de Iván y habló con ella unos minutos. El perro ni siquiera le ladró, porque lo conocía. “Primero mató a mi suegra en el patio. Después se fue al cuarto y cogió mi bebecita. La gente dice que lo oyeron cantar. Después llegaron las dos niñas. A una de ellas la mandó a hacer otro mandado. A la otra le dio con el pico. “Se quedó esperando a mi otra hija, pero como unos muchachos se quedaron curioseando por el alboroto, soltó el pico, los saludó y después corrió. Si no están esos muchachos, también hubiera matado a mi otra hija”. Iván no espera otra cosa diferente a la cárcel de por vida para Adalberto. Quiere que nunca salga de ahí. Dice que jamás entenderá porque su familia pagó su obsesión por una mujer.

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