“Se encerró en el cuarto y de pronto salió la candela”

Tomador de trago y ‘mamador de gallo’. Para sus hijos, amigos y vecinos en el barrio Nuevo Campestre, esas dos frases son las que mejor describían a José Joaquín Ramírez Romero. Para la gran mayoría, era un hombre alegre y extrovertido. Quizás por eso, muchos se niegan a creer que se haya rociado gasolina y prendido fuego para librarse de los problemas que lo agobiaban. La muerte del obrero no está del todo clara ni para las autoridades ni para los habitantes de Nuevo Campestre. Aníbal Guerrero, oficial del Cuerpo de Bomberos, dice que a las 7:30 de la noche del lunes atendieron una emergencia en la vivienda de la manzana K con lote 3. Al entrar a la primera habitación, hallaron el cuerpo de un hombre calcinado. También se toparon un colchón y un televisor chamuscado. “Atendimos un caso de conato de incendio. Las causas son motivo de investigación y será la Fiscalía la que determine qué sucedió”, asegura Guerrero. El cadáver de Ramírez Romero, de 55 años y oriundo de Barranquilla, ingresó a la morgue de Medicina Legal a las 12:10 de la madrugada de ayer. La palabra suicidio no aparece en el acta de inspección judicial y, según los peritos forenses, será muy difícil establecer si fue él mismo quien se prendió fuego por el estado en que quedó su cuerpo. Entre sus amigos y familiares se habla de un incendio provocado por un cortocircuito pero también se deja entrever que habría buscado el peor de los caminos para acabar con su vida. Un operario de Electricaribe que inspeccionó el sitio de los hechos concluyó que los cables que se quemaron fueron por el incendio provocado por la víctima y no por un cortocircuito. Se bañó, cenó y se encerró José Joaquín trabajó hasta hace dos meses como operador de montacargas en una empresa en Mamonal. John, uno de sus hijastros, dice que lo retiraron. Este último asegura que aunque a él no le conocieron problemas ni antes intentó quitarse la vida, manejan como principal hipótesis la del suicidio. Cuenta el joven que en la tarde del lunes su padrastro se bañó y luego cenó. Poco después –agrega- se encerró en el cuarto sin decirle nada a su mujer y a la hija de ambos que padecía de fiebre. “Mi mamá estaba sentada en la sala y tenía cargada a la niña. De pronto vio las llamas y salió a la calle pidiendo auxilio. Ella gritaba que eso era candela y pedía ayuda para su marido. “La gente no pudo hacer mayor cosa, el fuego se expandió rápidamente por la casa. Cuando llegaron los bomberos ya no había nada que hacer”, relata John. Amigos de José Joaquín dicen que la falta de empleo lo llevó a un profundo estado de depresión pero lo que lo habría sacado de casillas, cuenta su vecino, fue lo que le ocurrió hace dos días. “Parece que como no tenía para pagar unas cervezas que se tomó, le quitaron una bicicleta para cubrir la deuda”, se comenta en Nuevo Campestre. La muerte de Ramírez Romero sucedió el mismo día en que una mujer oriunda de Envigado, Antioquia, se lanzó del piso 10 de un edificio en El Laguito en otro aparente caso de suicidio.