Cartagena


Una carrera que nació por amor al mar

ESTEFANY GOMEZ SOLÓRZANO

11 de febrero de 2014 12:15 AM

Pareciese que desde muy joven el almirante Hernando Wills sabía a lo que se iba a dedicar. Su gusto por el mar lo llevó a que con tan solo 15 años entrara a la Escuela Naval a hacer su bachillerato y a comenzar la que sería su carrera para llegar a lo que hoy es: el Comandante de la Armada Nacional.

El almirante cartagenero se fue con sus padres para Bogotá a los 9 años y estuvo allí hasta los 12 años de edad, ausencia que según él le facilitó la decisión de ingresar a la escuela en 1976.

Wills recalcó que antes entraban muchos cartageneros a la Armada pero no se quedaban. Con él ingresaron 15, no obstante así como entraban también salían, al parecer no sólo por las labores exigentes de la escuela, sino por estar los tres primeros meses sin salir ni ver a sus familiares, y luego, si se portaban bien, podían salir un viernes para regresar a la escuela a las 12 de la noche. Este rigor debilitaba poco a poco “la voluntad de lucha” de los jóvenes, que luego preferían retirarse. En esa época, dice el almirante, se entraba demasiado joven a la Escuela Naval.

“Yo veo a mi hijo menor, que tiene 20, y lo veo como un niño, pero a esa edad yo ya era teniente y estaba comandando gente en un buque”, sostuvo.

El mar atrajo al almirante desde siempre. Fue navegante de botes pequeños, su papá estuvo en la Armada y fue presidente de la Federación Colombiana de Vela cuando en Cartagena organizaron los Juegos Panamericanos, así que veía las regatas y a los participantes. Todos los fines de semana iba con su familia y otras más a las Islas del Rosario en embarcaciones amplias pero lentas pertenecientes a la Armada. Zarpaban de la Base Naval en la tarde para llegar a las 10 de la noche a Bocachica, donde anclaban y dormían para continuar su travesía a la madrugada siguiente para estar a las 10 de la mañana en las Islas del Rosario.
Esta clase de actividades le generaban cada vez más un afecto hacia el mar.

Entrar a la Escuela Naval era importante para él, pero también significaba perder los privilegios de vivir en su casa y de poder ir al Club Naval, porque al entrar a la escuela dejaba de ser hijo de socio ante la institución. Pero el Club era secundario: “A mí me dio muy duro porque soy muy casero, a esa edad yo lloraba mucho, me sentaba en unas bancas que miran hacia Bocagrande, yo vivía en El Laguito y cuando miraba los edificios reflexionaba y lloraba”, sostuvo.

Su mamá lo ayudó a resistir estar lejos de su familia.

“Ella me mandó una carta porque se enteró de que yo andaba deprimido, entonces me dijo ‘mira Nando tú te metiste allá porque tú quisiste, fue algo voluntario pero si te quieres salir nos dices y te recogemos ya’. Esa carta me tranquilizó y me puso en el terreno que estaba”, afirmó.

Hoy día les dice a los reclutas con los mismos problemas que se tranquilicen porque la decisión que toman es voluntaria y pueden recibir ayudar para solucionarla, pero la persona también se puede ir si quiere.

RITOS EN EL MAR

Los llamados “ritos” de iniciación que se hacen en el mar, mientras la tripulación viaja, son de antaño y aunque son polémicos -como cuando en el buque Gloria a un joven le dirigieron agua a presión y le pegaban con palos-, también son asumidos por algunos como necesarios para continuar su carrera marítima.

Uno de los “bautizos” a los marineros de la época del Almirante era tirarlos al agua para saber si sabían nadar, mientras algunos cadetes expertos en natación los hundían, asustándolos. “Uno sentía que se iba a ahogar, me parecían pruebas bastante fuertes pero las aceptábamos porque la costumbre las convirtió casi como en reglas”, dijo.

Cuando superaban la primera etapa como reclutas, otra prueba consistía en tomar una bebida preparada con picantes y otros ingredientes desagradables que debían ingerir a “fondo blanco”.

Los castigos también eran un dolor de cabeza para los marineros, pero eran aceptados como parte de su disciplina. Cada vez que cometían faltas pequeñas, como por ejemplo no lustrarse los zapatos, se las iban acumulando y al hacer la formación de recogida, a las 9 de la noche, el guardiamarina decía “solicitudes al frente”, lo que significaba que estas personas debían pasar y pagar su castigo trotando o mediante otras pruebas físicas.

Para el Almirante Wills el castigo más fuerte fue prohibirle la salida a su casa. Generalmente los jóvenes salían un sábado mensual a partir del segundo año, la próxima semana, el domingo y la tercera semana sábado y domingo.

En el primer año y medio de estadía en la Escuela Naval terminaban el bachillerato (10° y 11° hoy), y los tres años siguientes eran para estudiar la carrera universitaria. Los jóvenes salían graduados de Teniente de Corbeta si estaban en el área naval, o subteniente de Infantería de Marina quienes les gustaba esa arma y otros se graduaban como Tercer Oficial mercante si estaban en esa actividad.
El hoy almirante se fue de Cartagena cuando era teniente de navío y recién ascendió a capitán de corbeta se fue a Bogotá como edecán del presidente Gaviria, estuvo dos años con él, luego se fue a estudiar una maestría a Estados Unidos, regresó e hizo curso de ascenso en Bogotá, volvió seis años después a Cartagena como Capitán de Fragata y fue segundo comandante de un buque, ahí fue cuando sintió el primer impacto grande en su carrera.

“Cuando uno regresa nombrado capitán de un buque se da cuenta de que han pasado muchos años, y ahora que soy comandante de la Armada, uno dice, esto se acabó. Es difícil, uno se siente muy honrado pero también ve que ya se le acabó la carrera porque no hay más que escalar”, precisó.

HISTORIAS NAVALES

De las historias que más recuerda fue cuando era capitán de navío y los Montes de María eran peligrosos. Álvaro Uribe Vélez, presidente de la República, dio la orden de que la Fuerza Naval se dirigiera a San Jacinto, Bolívar, a establecerse allí en la primera Casa del Almirante que se fundó. La Armada emprendió la operación logística y en una semana alistó la casa.

Recuerda también el almirante Wills su periplo como Comandante de la Fuerza Naval del Pacífico. En ese litoral la Armada tiene una jurisdicción de 20 kilómetros desde la playa, tierra adentro, por toda la línea de costa, es decir, 26 mil kilómetros cuadrados.

En el Pacífico tienen puestos fluviales en las cabeceras municipales y afirma que lo que hacen en esta zona se ve, aunque algunas ciudades como Buenaventura son complejas, por la seguridad difícil, las bandas delincuenciales y las drogas. Tumaco también era un municipio complicado, pero según el almirante Wills está saliendo adelante gracias a que llevaron una brigada con grupos de Gaula antisecuestros y se trabaja en conjunto con el Ejército y la Policía. En esta zona vivió con su familia por dos años.

“Eso me dio una experiencia para conocer qué hay de la Armada en otras partes. El año pasado pusimos en funcionamiento la Fuerza Naval de Oriente, esto le ha dado una dinámica a la frontera y a los ríos como el Orinoco”.

Manejan un concepto denominado 360, es decir un círculo de bases militares, repotenciando su presencia en todas las fronteras del país, con la Fuerza Naval del Caribe, Fuerza Naval de Oriente (que tiene a la frontera con Venezuela y una parte de Brasil), Fuerza Naval del Sur (abarca Brasil, Perú y Ecuador), y finalmente la Fuerza Naval del Pacífico.

SUBMARINOS Y FRAGATAS, CAMBIO DE PARADIGMA

El comandante Hernando Wills afirma que a partir de la llegada de los submarinos comenzó a cambiar la Armada a una de hombres más profesionales y estudiosos. Los submarinistas fueron una elite que abrió camino a la tecnificación de la institución. Los marinos comenzaron a salir de los bares para entrar a las aulas a estudiar distintas profesiones, tendencia que se acentúo con la llegada de las fragatas. Estudian inglés, Administración y Derecho. “Es una tendencia como la de la sociedad civil, de querer superarse”, dijo.

Los marinos ahora hacen buques que navegan aguas colombianas y han sido exportados a otros países.

“Nos poníamos más trabas de las que son, por no producir el acero, por ejemplo, y si uno se pone a echar números es verdad. La primera patrullera oceánica (OPV en inglés) que se hizo nos costó algo así como 15 mil millones de pesos más que si la hubiésemos comprado en Alemania, pero esto sirvió para capacitar a los marinos y generó 1800 empleos directos durante dos años y medio. Eso no tiene precio”, precisó. La segunda patrullera oceánica costó lo mismo que si la hubiesen importado, pero quedó la tecnología aquí y cada vez costará menos fabricar las naves y serán cada vez mejores.

QUÉ SE ESTÁ HACIENDO

La Armada ejecuta el Plan 20-30, que consiste en definir cómo debe ser la marina que requiere Colombia entre 2020 y 2030. Según el plan, en el país debe haber 6 patrulleras oceánicas.

Por la condición marítima de Colombia debe tener 8 buques tipo fragata haciendo operaciones en el Caribe y el Pacífico, y patrulleras más pequeñas.

Este plan ya se comenzó a ejecutar, la primera de las patrulleras de costa que ya tiene la Armada es de diseño Alemán, ahora hay otras tres en construcción con diseño colombiano.

Por otro lado se está instalando un sistema de control de tráfico marítimo, comenzando con radares de última tecnología en Santa Marta, Cartagena, Coveñas, Buenaventura, y Tumaco. Se instalará uno en San Andrés y en otros sitios. La costa queda así, toda cubierta. La instalación del sistema de control de tráfico se adelanta con la Dirección General Marítima (Dimar).

MONTES DE MARÍA

De los Montes de María dice que están tranquilos. Los batallones de Infantería están en Malagana, Corozal y Cartagena, hay un nuevo batallón de movilidad, hay  vehículos especializados patrullando por diferentes sitios de los Montes de María y se están capturando alrededor de tres personas diarias en esta zona del país por obrar en contra de la población civil.

Asegura que los frentes 37 y 35 de las Farc desaparecieron de allí y pequeños grupos de ellos sólo están en el sur de Bolívar, y aunque tienen la vocación de tratar de volver a Montes de María, el Estado no se los permitirá.

BASE NAVAL

Acerca del polémico traslado de la Base Naval sostiene que es un proyecto de ciudad y de país.

“Se entiende que hay muchos intereses particulares legítimos en el área, pero si miramos desde arriba se visualiza una Base Naval nueva distante al Centro de la ciudad, y se visualiza el sector donde está hoy, desarrollado con muelles para cruceros y marinas y algunos edificios. Se entiende que es importante para la ciudad, estamos trabajando, el Presidente dio las instrucciones del saneamiento en Tierrabomba y tratar todo con claridad y sin inconvenientes porque muchas personas dicen que tienen títulos válidos”, sostuvo.

Wills afirma que los nativos deben estar tranquilos porque se está trabajando bajo la legalidad, se están investigando las escrituras.

Sostiene que apenas se termine el proyecto este beneficiará a la comunidad. Dijo además que la idea es que ese proyecto sea autofinanciado.

Del terreno de Bocagrande, dijo que el consorcio que se encargue del proyecto debe mirar cómo saca la Base Naval del lugar. “Es un tema difícil y costoso por lo cual debe ser algo bien diseñado”.

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