Escuchar es la mejor protección contra el suicidio

Escuchar, escuchar y escuchar. Ese es el mejor consejo para evitar que una persona piense acabar con su propia vida. Estar atento cuando alguien presente depresiones severas y mantener buenas relaciones familiares, son las recomendaciones de los expertos quienes mencionan que el principal factor de suicidio es el estado de ánimo o de "abandono social". En diálogo con Colprensa, el director de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, Carlos Alberto Miranda, dice que el principal factor de riesgo es la falta de afecto y que las personas que mantienen una buena comunicación con su familia y pareja "tienen menos probabilidad de cometer un suicidio. Se debe escuchar especialmente a los jóvenes, es muy importante realizar ese ejercicio con ellos para que no se sientan solos". -¿Se debe mantener un buena relación familiar para evitar ese tipo de situaciones? La institución que le da a la persona esa sensación de protección es sin duda la familia. Entonces las personas que viven en un medio familiar fuerte, en términos de afecto y de ser escuchados tienen menos probabilidad de cometer el suicidio, que los que no cuentan con eso. La familia que se comunica, es el mayor factor de protección contra el suicidio. Por eso es que realmente se dan indicaciones de cómo manejar este tipo de situaciones y se aconseja que los escuchen, y que si ellos dicen que tienen ganas de acabar con su propia vida, se les crea. Se les debe permitir hablar de eso. Hablar del suicidio no quiere decir que se cometa, si no que por el contrario se abre la posibilidad para que el joven diga lo que está sintiendo y así se le pueda orientar sobre esa situación. ¿Cuáles son las principales recomendaciones para evitar ese tipo de escenarios? Se debe aprender a conocer a las personas que puedan estar en riesgo. Es importante que cuando alguien diga que quiere morir lo dejen hablar de eso y que se le escuche, la mayoría de las personas que se suicidan lo dijeron alguna vez. Brindarles afecto sinceramente y no aislarlos ni burlarse de lo que dicen es fundamental. Cuando se abren los canales de comunicación se comprende que en realidad no hay impedimentos para hablar de lo que se siente y ese sentimiento de aceptación vuelve a renacer. -¿Cuál es la principal razón por la que una persona decide acabar con su propia vida? El suicidio es muy estudiado y en virtud de eso se puede afirmar que es una situación multicausal, pero la causa más frecuente es la depresión. Obviamente la depresión por si sola no es suficiente para el desenlace fatal. La situación de soledad de las personas y la de vivir en medio de dificultad social, económicas o afectivas también conllevan a que las personas lleguen a esa conclusión. -¿En que edad se empiezan a manifestar este tipo de situaciones? Hay dos edades con mayor pico de presentación. Los jóvenes en edades entre los 17 y los 25 años. Y un poco en los adultos mayores de edad. Aunque en las dos se hace por depresión, en los abuelitos las condiciones de enfermedad terminal es uno de los elementos importantes para que se presente el suicidio. -¿Por qué otras situaciones la persona toma esa decisión? Se da recurrentemente por los problemas en pareja y porque no tienen a nadie al lado quien los escuche de esos problemas. Pero lo más riesgoso es la soledad por los factores de falta de pareja, el rompimiento de una relación o la viudez. La constitución del problema con la pareja suele ser una afectación aguda. A veces a la persona la dejan con una desazón de desilusión y por eso la persona opta por el suicidio. -¿Hasta que punto el suicidio se convierte en un chantaje? Lo que pasa es que frente al evento del suicidio hay muchos comportamientos. Entonces sí existe lo que llamamos gestos suicidas o amenazas que se dan dentro de un contexto que a través de esa advertencia se logre que otra persona haga algo. Pero en realidad ese tipo de comportamiento es menor en las personas, y como norma se aconseja a las personas que cuando los digan se les preste la mayor atención posible. Eso no quiere decir ceder a las exigencias de la otra persona, si no colocarlo en manos especializadas.