Katrina Clark y Lindsay Greenawalt tienen mucho en común. Mujeres brillantes veinteañeras, criadas por madres solteras, deseosas de saber más de los hombres que donaron el esperma con que fueron concebidas. Clark halló a su padre luego de una búsqueda de apenas un mes, pero el encuentro no fue tal vez lo que esperaba. Greenawalt lleva siete años buscando y persiste en su empeño, a pesar de sus dudas y frustraciones. “Sueño contigo desde que era chiquita”, escribió Greenawalt a su padre desconocido en un blog sobre el Día del Padre en junio. “Hay tantas cosas que quiero saber de ti”. Greenawalt, quien vive en Cleveland, y Clark, estudiante universitaria de Washington, son parte de una generación que exige que se respeten más los intereses de las personas gestadas con esperma donado y se les facilite el averiguar quiénes son sus padres. Algunos países europeos ya han prohibido el anonimato de los donantes, aunque en Estados Unidos esa medida ni se considera por ahora. Las redes sociales de la internet y otros medios, no obstante, hacen que las voces de los hijos se escuchen cada vez con más fuerza. Una nueva película, “The Kids Are All Right” (Los chicos están bien) relata la historia de dos hermanos que averiguan quién donó el esperma con que fueron gestados y lo presentan a sus madres lesbianas. La película fue estrenada pocas semanas después de que se diese a conocer un estudio de la Comisión sobre el Futuro de los Padres, llamado “El nombre de mi padre es Donante”. El estudio halló que los hijos de donantes de esperma son más traumatizados y proclives a la depresión que el resto y recomendó que se ponga fin a las donaciones anónimas de esperma. El estudio generó un amplio debate. Un creciente número de bancos de esperma estadounidenses ofrecen ahora políticas que contemplan la divulgación de la identidad del donante si el hijo se interesa luego de cumplir 18 años. Muchos donantes, sin embargo, optan por el anonimato, frustrando las esperanzas de gente como Greenawalt. Greenawalt es una graduada de la Kent State University que aspira a ser bibliotecaria médica. Está buscando a su padre desde el 2003. Lo conoce como “donante de Xytex 2035”. Xytex es un banco de esperma de Augusta, Georgia. Sabe que el padre tiene 49 años, fue a la universidad y, probablemente, tenga cabello marrón y ojos grises. También conoce algunos detalles médicos, que le suministró a través de Xytex a pedido suyo. Enterarse de esos datos fue doloroso, porque no vinieron acompañados de una nota. “Sabe que lo estoy buscando y no quiere contactarme”, expresó. La búsqueda, por otro lado, ha generado tensiones con su madre adoptiva. “Es un tema delicado. Ella lo toma como una agresión personal, es como si le estuviese diciendo que no fue una buena madre”, dijo Greenawalt. “Pero no es así. Es algo que necesito hacer y que no tiene nada que ver con la forma en que me criaron”. Desde el 2008, Greenawalt, quien tiene 25 años, escribe un blog sobre su búsqueda, “Confessions of a Cryokid”. En una de sus entradas más conmovedoras dijo: “Si tuviese que elegir entre ser concebida con la mitad de mi identidad y la mitad de mi parentesco escondida por toda la eternidad, o no nacer, elegiría no venir al mundo”, expresó. Los padeceres de personas como Greenawalt estremecen a Katrina Clark, quien, para su sorpresa, encontró a su padre en el 2006 tras unas pocas semanas de búsqueda. Le envió un correo electrónico y recibió una pronta respuesta, de tono gentil, acompañada de una foto. A partir de entonces, no obstante, “casi no hubo comunicación” y nunca se vieron cara a cara, reveló Clark, estudiante de 21 años de la Gallaudet University. “Tal vez insistí demasiado y él no estaba preparado para lidiar con esto. O tal vez se sintió avergonzado”, comentó. “Sigo teniendo curiosidad. Hay muchas cosas sobre él que no sé”. En algún momento Clark se opuso al concepto de donar esperma. Ahora admite que es una solución para algunas familias, pero quiere que se acabe con la política de anonimato y espera que los padres le informen tempranamente a sus hijos cómo fueron concebidos. “Lo que más duele es que los padres esperen para decirles”, expresó. En un artículo que escribió para The Washington Post en el 2006, Clark dijo que se daba cuenta “de que no soy normal. Finalmente comprendí lo que es ser concebida con esperma de un donante, y lo detesto”. La American Society for Reproductive Medicine (ASRM), que representa a bancos de esperma y clínicas de fertilidad, estimula a los padres a que les digan a sus hijos cómo fueron concebidos. Pero no quiere poner fin a las donaciones anónimas, porque dice que hay que tener en cuenta los derechos de los donantes, no solo los de los hijos. Los padres que quieren darle a sus hijos la oportunidad de que averiguen quiénes fueron sus padres biológicos pueden hacer los arreglos cuando seleccionan al donante. Un ex presidente de la ASRM, Jamie Grifo, del Centro de Fertilidad de la Universidad de Nueva York, dice que las personas que encuentran a sus padres biológicos generalmente viven una experiencia amarga. “Los buscan para tratar de resolver algunas cosas, que son las mismas cosas por las que atravesamos todos en la adolescencia”, afirmó. “Algunas reuniones son buenas, pero muchas son una gran decepción”. Una historia “buena” fue la de Todd Whitehurst, médico de 44 años de Nueva York, quien donó esperma a un banco cuando estudiaba. Una hija concebida con su esperma lo ubicó en el 2007, usando MySpace. Whitehurst se reunió con la muchacha, quien hoy tiene 17 años, y con dos medio hermanos, de 12 y 15 años, quienes fueron criados por madres solteras que recurrieron al mismo banco de esperma. Los encuentros salieron tan bien que siguen en contacto e incluso se han tomado vacaciones juntos. “Ha sido mejor de lo que esperaba”, expresó Whitehurst. “Los chicos no esperaban nada de mí. Sólo querían conocerme. Pasamos algún tiempo juntos. Creo que es algo grandioso lo que nos ha pasado”. “Tengo mucha suerte, porque los tres son chicos buenos e inteligentes”, agregó. Una de las madres, Cheryl Shuler, de Butler, Pensilvania, dice que el haber conocido a Whitehurst fue una gran experiencia para su hijo de 15 años. “Gavin siempre aceptó que había sido concebido con esperma de un donante y si no hubiese conocido a su padre, no creo que hubiese sufrido demasiado”, manifestó. “Pero ha sido muy bonito el haberlo conocido, y también al resto de la familia de Todd”. Otra historia notable se produjo en Australia, donde Myfanwy Walker conoció a su padre biológico, Michael Linden, en el 2001, luego de una búsqueda que incluyó un artículo en un diario. El padre leyó el reportaje, la contactó y desde entonces son amigos. Walker, quien hoy tiene 29 años, un esposo y un hijo, se enteró a los 20 años de que su padre era infértil y de que había sido concebida con esperma de un donante. Sus padres acababan de divorciarse, lo que aumentó el trauma. “Cuando tu sentido de identidad se desmorona de esa manera, ayuda el que puedas controlar al menos algún aspecto de tu vida”, dijo Walker. “La búsqueda de mi padre me hizo sentir que tomaba el control”. Walker y Linden critican la concepción con donantes de esperma porque consideran que violan los derechos de los hijos que producen. Linden dijo en un foro que esa forma de concepción “le niega a nuestros niños el derecho a conocer su identidad verdadera”.
Salud
Hijos de donantes de esperma exigen más derechos
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