La danza o el baile ha acompañado al hombre a través de la historia. Utilizada en rituales o como forma de esparcimiento y recreación ha sido siempre una de las maneras preferidas por el ser humano para expresarse a través del cuerpo. Están presentes en todas las culturas y muchas veces, como es el caso de las tradicionales o folklóricas, cuentan parte de la historia de las comunidades a las que pertenecen. El mapalé, que aún lo bailan los jóvenes para el entretenimiento de los turistas en las plazas de la ciudad, fue introducido en la Costa Caribe por los pescadores de ascendencia africana que se reunían en torno a los tambores al finalizar sus labores. Y, un poco más lejos en la historia, la danza de los 7 velos, que se ha popularizado en los últimos años como una forma saludable y divertida para ejercitarse y de paso exaltar la feminidad y sensualidad de las mujeres, es una danza muy antigua practicada por las sacerdotisas en honor a la diosa egipcia Isis y a la diosa babilónica Ishtar. La caída de cada velo durante el baile representa la liberación de cada uno de los siete chacras, también representan las siete cualidades de las diosas: belleza, salud, poder, amor, fertilidad, magia y dominio. Aunque en la actualidad el baile sigue siendo una parte importante en la interacción de los seres humanos su papel es más que todo recreativo. Pese a eso, hoy en día también puede ser utilizada como método de sanación. Baile para curar Alexandra Velázquez Barrios, psicóloga y especialista en danzaterapia, explica que esta es una técnica que integra el cuerpo y la mente a través del movimiento. “La danza utiliza mucho la imaginación, la expresión corporal y básicamente busca que la persona logre encontrar armonía en su cuerpo, destrabar todas las tensiones y conflictos generados en la infancia, la adolescencia o en la vida actual, a través del cuerpo”, dice. La danzaterapia fusiona la danza en sus movimientos más naturales con la psicología y de esa forma trata de solucionar los problemas de salud de las personas. “Expresar la interioridad a través de la danza genera una mayor confianza y seguridad que es lo que lleva a que las enfermedades se puedan solucionar con esta técnica”, señala la especialista. Velázquez dice que algunas de las dolencias físicas surgen en realidad de problemas emocionales. Por esto, la danzaterapia ayuda a generar confianza, a trabajar en grupo, eliminar los prejuicios, quitar el miedo a lo nuevo y buscar soluciones individuales o grupales al malestar o problema que esté afectando a la persona. “Las mujeres, por ejemplo, a veces nos sentimos con baja autoestima, no nos gusta nuestro cuerpo, tenemos inseguridades y la danzaterapia trabaja con el autoconocimiento, el manejo de las emociones, cuando estás bailando o te estás moviendo vienen pensamientos e imágenes que te ayudan a superar lo que esté trabando tu desarrollo”, señala. Algunos de los casos que se pueden atender con la danzaterapia son muy difíciles de tratar con cualquier otro método, desde problemas de comunicación o timidez hasta trastornos alimenticios o neurosis, además ayuda a descubrir su propio cuerpo a las personas invidentes o sordas. Orígenes Según Velázquez, el uso de la danza y el movimiento como herramienta está enraizado en la idea de que el cuerpo y la mente son inseparables. La danzaterapia considera que el movimiento corporal refleja estados emocionales internos y que el cambio en la gama de posibilidades del movimiento conlleva cambios psicológicos promoviendo salud y desarrollo. Ayuda a los que están saludables y a las personas que tiene problemas emocionales o se encuentran incapacitados. El uso terapéutico de la danza es tan antiguo como la misma danza. La psicóloga cuenta que en muchas sociedades primitivas la danza es tan esencial como alimentarse o dormir. “Le da a los individuos la posibilidad de expresarse, comunicar sentimientos y conectarse con la naturaleza. La danza como parte de un ritual acompaña frecuentemente los cambios de la vida, sirviendo de este modo a la integración personal así como también la del individuo en la sociedad”, señala. El uso sistemático del baile para tratar problemas médicos surgió en Estados Unidos. La bailarina y coreógrafa, Marian Chance, formuló el primer programa de entrenamiento para terapeutas y fundó la Asociación Americana de Danzaterapia con el fin de convertir el cuerpo en instrumento de expresión y comunicación. Quiénes puede practicarla No se necesita ser joven, ni siquiera saber bailar para practicar la danzaterapia. Pueden recurrir a ella personas saludables que quieran equilibrar cuerpo y mente o personas con problemas físicos o psicológicos específicos, lo único que se necesita es estar dispuesto a intentarlo. “Lo que buscamos los terapeutas es liberar al bailarín que todos tenemos dentro, que nos movamos sin formas establecidas, sólo por el disfrute y el placer de hacerlo”, explica la psicóloga. Se puede practicar de forma grupal o individual. La sesión grupal tiene tres momentos importantes: el calentamiento, la ejercitación y la relajación. La música se elige en función del problema que se quiere trabajar, la psicóloga explica que, por ejemplo, con las personas depresivas hay que evitar música que los decaiga más. “El ritmo es vida, a través de él podemos expresar nuestras tristezas, alegrías, enojos y miedos; sólo hay que vencer el temor a experimentar el placer del movimiento. Bailar es un recorrido privilegiado hacia nuestro ser: ayuda a sanar, alegra y produce mucho bienestar”, concluye Velázquez. Beneficios Encontrar nuevas formas de reflexión y conexión con uno mismo a través del vínculo cuerpo -emociones. Descubrir que podemos más de lo que creemos. Romper estereotipos y superar inhibiciones que nos impiden disfrutar del cuerpo. Mejorar la comunicación y la autoestima. Conecta el cuerpo y la mente. Estimula la creatividad. Amplia el repertorio de movimiento. Mejora la concentración. Ayuda a mejorar la postura física. Ayuda al conocimiento del propio cuerpo. Mejora y fortalece la capacidad física Sirve como tratamiento para... Trastornos del desarrollo motriz. Dificultades en el aprendizaje, problemas socio -afectivos, madurativos o de adaptación. Pacientes psiquiátricos. Depresión, trastornos de ansiedad. Adicciones. Estrés y sus posibles consecuencias. Niños hiperactivos y con dificultades en las relaciones sociales. Discapacidad psicomotriz o sensorial. Trastornos de la alimentación: obesidad, anorexia, bulimia, vigorexia. Abuso sexual y maltrato. Pacientes con cáncer o que se encuentren en tratamientos largos o dolorosos. Embarazo y lactancia.
Salud
La danza como método de sanación
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