Mamá: Soy gay

“Desde que nací traía ese ‘bichito’, siempre sentí inclinación hacia las personas de mí mismo sexo, creo que mi familia siempre fue consciente de eso pero pensaban ‘eso se le pasa’”, cuenta Ramiro quien a los 14 años le confesó a sus padres que era homosexual. “Con mi familia fue un proceso difícil. Por tradición y por la Biblia la unión para ellos sólo se concibe entre hombre y mujer, para ellos eso fue super frustrante. Tanto que costó la separación de mis padres”. “Salir del clóset” no es una decisión tomada en un impulso momentáneo, no es una moda ni es algo que “se pasa con el tiempo”. Tampoco es producto de una mala educación ni algo que se contagia. Los defensores de los derechos humanos de la comunidad LGBT concuerdan en que la escasa información que está disponible y la desinformación que existe ha ocasionado que creencias y prejuicios se repitan formando una imagen distorsionada de los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales. Según los folletos informativos que proporciona la organización Colombia Diversa, “el obstáculo más grande al salir del clóset es el propio miedo a ser diferente”. Un miedo que según Mauricio Noguera, abogado de Colombia Diversa y defensor de los derechos humanos de la población LGBT, tiene una simiente social fuerte ya que está basado en los prejuicios. Ejemplo de eso fue la reacción de los padres de Ramiro. “Me pusieron un psicólogo para que se me quitara, para que me ayudara. Me enseñaba cómo pararme, cómo hablar, cómo comportarme. Mi papá llegó a proponerme que me casara, que él me conseguía una esposa con tal de mantener mi vida homosexual secreta. “Cuando estuve en la universidad intenté tener relaciones con mujeres, yo quería ser como mis compañeros pero eso no funcionó”, recuerda Ramiro. Mauricio Noguera decía en el Seminario de Diversidad Sexual realizado esta semana en el teatro Adolfo Mejía que “en los colegios nos enseñan que están los hombres y están las mujeres. El hombre debe ser macho y la mujer femenina, pero, ¿qué significa eso? Son atribuciones sociales y culturales que ya están mandadas a recoger”. Y ponía como ejemplo los 65 mil niños que nacen anualmente en el mundo con género intersexuado (ambos sexos) y que no se pueden categorizar dentro de lo que enseñan en el colegio “que hay niños y hay niñas”. Difícil proceso En la página web de Colombia Diversa explican que la sexualidad y la identidad de género no es algo que se escoge, así como no se puede escoger el ser zurdo o diestro, el tener los ojos de determinado color o el ser heterosexual, estas son parte esencial de la persona y depende de ella decidir cómo vivir su vida. Esa decisión usualmente empieza por escoger si le dice o no a sus familiares y amigos sobre su inclinación sexual. Ese paso es, tal vez, el más difícil por el temor que le genera la reacción que puedan tener ante esa noticia. La psicóloga Claudia Ayola dice que nadie debe sentirse presionado u obligado a informar su orientación sexual, sea esta cual sea. “Es una decisión que debe tomarse con calma, tener la seguridad de que ese es el siguiente paso que queremos dar. Es lógico sentir temor a la reacción que puedan tener, porque aún cuando se trata de padres muy amorosos y comprensivos, las reacciones suelen ser difíciles de predecir”, comenta. Una vez tomada la decisión de “salir del clóset” se debe buscar el momento más adecuado, no debe ser en medio de una discusión o cuando se esté consumiendo alcohol, estas circunstancias sólo complicarían el proceso. Ayola admite que “la reacción de los padres no siempre es la mejor. Tradicionalmente existe una dificultad para aceptar la homosexualidad en nuestra cultura, entre otras cosas, por los prejuicios existentes. “Es importante saber que se requiere algún tiempo para asimilar la información. Muchas veces los padres se preguntan qué hicieron mal y se culpabilizan. Otros relacionan el tema con el pecado. Otros lo aceptan rápidamente y a otros les lleva toda la vida”. Según la psicóloga, la dificultad para asimilar esta noticia se debe a que un hijo o una hija heterosexual hace parte del imaginario de los padres. “Desde que la niña es pequeña el padre puede imaginarse el día del matrimonio y que la lleve del brazo a entregársela a un hombre que sea capaz de darle lo que él le ha dado en su casa. “Estos imaginarios responden a la manera tradicional de ver a la familia, la pareja y el amor. Enfrentarse a la noticia de que un hijo o una hija es homosexual, implica un duelo y los duelos tienen varias etapas que se van resolviendo a través del tiempo”. Negación e ira La negación y la ira son usualmente los primeros sentimientos en aparecer. “Como parte de la negación, algunos padres pueden insistir en redireccionar la historia y tratan de buscar ayuda profesional para que su hijo o su hija ‘vuelva’ a ser heterosexual. Muchos otros simplemente hacen como si no se hubiesen enterado de nada, y esto también es una manera de hacer negación”, explica Ayola. Dependiendo de cómo el padre o la madre respondan ante la frustración, aparecerá la ira. “En esta etapa (los padres) suelen ser hirientes y lastiman con lo que dicen o hacen. Algunos, incluso terminan pidiéndole a su hijo o hija que se vaya de casa. Pero, usualmente, estos sentimientos pasan. Para muchos padres es difícil rechazar totalmente a sus hijos. Ramiro cuenta que con el tiempo su padre “ha crecido un poco más mentalmente, lo tolera pero todavía no lo acepta. A nuestros padres les cuesta trabajo entenderlo pueden aceptar más fácilmente un hijo ladrón o drogadicto que uno homosexual”. Sobre esto Ayola señala que “no todos los padres y madres terminan aceptando a sus hijos, pero muchos lo hacen y cada vez con menos sufrimiento. Algunos incluso se llenan de fuerza para acompañar a su hijo o hija homosexual en todos los procesos que tiene que enfrentar en una sociedad que discrimina. Algunos padres hacen parte de la causa, se vuelven un apoyo incondicional y permanente. El amor se manifiesta de muchas formas”, asegura la psicóloga.