Niños de La Boquilla tienen anemia

El 64% de los niños que asisten a los hogares comunitarios de la asociación “Estrella Marina” del corregimiento de la Boquilla, cuyas edades están entre los 2 y los 5 años, tienen anemia ferropénica. Así lo revela una investigación que durante 9 meses hicieron estudiantes de pregrado del Programa de Bacteriología de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de San Buenaventura Cartagena. “Se identificó a través de una encuesta, que los niños y niñas en sus casas no están comiendo con mucha frecuencia alimentos que contienen suficiente cantidad de hierro y además poseen malos hábitos alimenticios, ya que la mayoría de las veces llegaban al hogar comunitario comiendo chitos, chupetas, papitas que los mismos padres de familia les compran y dan como desayuno y al tratar las madres comunitarias de quitarles esos alimentos, los niños se ponían a llorar y hacían una pataleta”, comentan Marta Bustillo Guzmán, Nuryan Moy Fortich y Yineth Pérez Mattos, estudiantes que participaron en la investigación. ANEMIA La anemia es una afección en la cual el cuerpo no tiene suficientes glóbulos rojos sanos. Los glóbulos rojos le suministran oxígeno a los tejidos corporales. Existen muchos tipos de anemia. La anemia ferropénica es una disminución del número de glóbulos rojos en la sangre provocada por la escasez de hierro. (Fuente: medlinePlus.com) MALA ALIMENTACIÓN “Por los datos obtenidos en la encuesta, concluimos que la mala alimentación de los niños en sus casas se da por factores socioeconómicos, pues el presupuesto de gasto semanal para una familia de 4 a 6 miembros es muy bajo, ya que oscila entre 20 mil y 40 mil pesos semanales” anotan las estudiantes. “Se encontró, también, que tanto las madres de familia como las madres comunitarias mantienen un concepto de salud ligado al peso y color de cada persona, es decir, una persona sana es aquella que se mantiene ‘gorda y rosada’ y una persona enferma es por el contrario aquella que es ‘flaca y amarilla’, anotó Nuryan Moy Fortich. PROPUESTA: APRENDER A ALIMENTARSE JUGANDO “El interés que tenemos no es solo investigar por investigar, sino que estas tengan como propósito contribuir en algo a la solución de los problemas que se detectan con las mismas”, dijo Liliana Blandón Loaiza, del Grupo de Investigación en Salud y Prácticas Sociales de la Universidad de San Buenaventura. “En el caso de los hogares comunitarios de la asociación “Estrella Marina” implementamos una propuesta de prevención primara de anemia ferropénica a través de la utilización de instrumentos pedagógicos divertidos como loterías educativas y cartillas para colorear en donde los niños aprenden a identificar los síntomas de la anemia, como también los alimentos ricos en hierro y nutrientes como la carne de res, el pollo, el pescado y las lentejas; las frutas como la piña, la guayaba y la naranja; hortalizas como la remolacha, la zanahoria, el maíz y la papa” “Además, a las madres tanto de familia como comunitarias, se les entrego un recetario de cocina saludable para preparar platos nutritivos, con alimentos al alcance de sus presupuestos como carne mechada, sopas de lentejas, carne salada con tomate, bollo de maíz, buñuelos de maíz y lentejas, hígado en bistec y frijoles “, destacaron las investigadoras. BACTERIÓLOGOS PROYECTADOS HACIA LA COMUNIDAD “Consecuentes con los nuevos modelos de los profesionales de la salud, en el Programa de Bacteriología de la USB, le estamos apuntando a que el rol del nuestros estudiantes no esté enfocado solo en la parte clínica, sino a trabajar en la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. También hacemos mucho énfasis en la proyección social y la intervención en las comunidades como parte de la responsabilidad que tenemos desde la academia con dichas comunidades, por lo que investigaciones como esta son un reto, pues implica entrar a trabajar con las comunidades de acuerdo a sus saberes, su cultura y sus prácticas, para poderlos comprender y elaborar propuestas de prevención primaria y que las gentes se identifiquen con ellas y puedan contribuir a cambiar sus prácticas de riesgo”, destacó la docente Liliana Blandón Loaiza, quien asesoró esta investigación