Salud


No solo los golpes violentan a una mujer

Mucho se ha hablado en estos días sobre el maltrato a la mujer. Grotescas manifestaciones de violencia, que en ocasiones han incluido hasta la muerte, lo cual las ha convertido en noticia, evidencian que todavía son muchas las mujeres que siguen siendo víctimas de maltrato por parte de sus parejas.
Pero los golpes no son las únicas actitudes catalogadas como violencia.
La Ley 1257 de 2008, define como violencia contra la mujer “cualquier acción u omisión que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su condición de mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, bien sea que se presente en el ámbito público o en el privado”.
Para explicar la violencia económica incluida en esta Ley, agrega “se entiende como cualquier acción u omisión orientada al abuso económico, el control abusivo de las finanzas, recompensas o castigos monetarios a las mujeres por razón de su condición social, económica o política. Esta forma de violencia puede consolidarse en las relaciones de pareja, familiares, en las laborales o en las económicas”.
No es maltrato, es violencia
La definición parece ir más allá de ser solo “maltrato”.
“Para empezar, hay que cuestionar si el término "maltrato" cabe realmente. Parece que tuviese el mismo impacto de aquella situación en la que no fueron amables con nosotros cuando llegamos a una tienda a comprar y  terminamos quejándonos por el maltrato que recibimos como clientes. Lo que ocurre sobre las mujeres es mucho más contundente y supera la idea de los malos tratos, estamos hablando de violencia, y a la violencia hay que llamarla por su nombre. No es falta de cordialidad ni de amabilidad, es violencia contra las mujeres”, explica la psicóloga, Claudia Ayola.
“Se manifiesta de múltiples formas, pero en la vida real se cruzan todas. La mujer víctima de violencia sexual, también suele ser víctima de violencia física y psicológica. Otras no han sido víctimas de violencia física ni sexual, pero viven atrapadas en la violencia psicológica. Me refiero a todas aquellas mujeres que no son golpeadas ni violadas, pero que viven en permanente angustia y miedo, acorraladas y su autoestima se va menoscabando. Estas mujeres están en riesgo constante de que esa violencia psicológica, algún día se convierta en física o sexual”, agrega.
Aunque a muchas no las golpean con los puños, sí les pegan con actitudes que las hacen sentir menospreciadas.
“Las intimidan, amenazan y hasta ridiculizan frente a sus amistades. Les prohíben cosas, les controlan su forma de vestir, sus artículos personales e incluso su dinero. Esas personas que las violentan las hacen sentir indefensas e insignificantes, tanto así que muchas terminan accediendo a sus maltratadores porque creen no poder vivir sin ellos”, señala Silvia Gaviria, psiquiatra que ha dedicado su labor a estudiar los problemas de salud mental femeninos.
Al pensar en violencia sexual, se cree que es solo acceso carnal
Hasta un comentario malicioso, tiene la capacidad de violentar a una mujer.
Si lo cree exagerado, recuerde lo que ha sentido si alguna vez en su vida, un amigo suyo ha hecho un comentario de esta clase.
“Una mirada o comentario malicioso, un manoseo, la penetración forzada del pene o algún objeto, la violación, el hostigamiento y la prostitución forzada, son ejemplos de abuso o violencia sexual, atacando todos los derechos que tiene la mujer a la libertad de escoger  el desarrollar su sexualidad. Estos hechos de violencia o abuso sexual pueden ocurrir en la calle, en el trabajo, en una institución educativa, en la misma familia o en su desarrollo social”, indica la psicóloga, Janeth Carballo.
La psicóloga Claudia Ayola, manifiesta que se suele entender como violencia sexual, solo el acceso carnal.
“Cuando uno habla de violencia sexual, las personas tienden a pensar solo en la violación sexual o acceso carnal. Existen muchas formas de violencia sexual: algunos "piropos" son violentos, la manera como algunos hombres se aprovechan para tener contacto físico con una mujer sin su consentimiento, por ejemplo en los buses. El acoso sexual es violencia sexual también, y suele ser frecuente en el ambiente laboral”.
La violencia sexual sucede incluso entre marido y mujer.
“Otro comportamiento violento sexualmente, está relacionado con aquel hombre que obliga a su pareja a tener sexo, y que se torna molesto y agresivo si no lo tiene. Es posible que ni siquiera la someta físicamente para abusarla, pero el solo hecho de obligarla bajo amenazas, exigencias, o tratos inapropiados, es también un sometimiento y puede ser considerado violencia sexual. Cuando una mujer dice no es no, y esa decisión debe ser respetada sin ningún tipo de coacción ni manipulación, sin importar que se trate de la pareja”, afirma Ayola.
Tema asumido como normal
Pese a que la mujer es el centro de la sociedad por todo lo que su presencia implica y porque sin ella sería imposible la procreación, la violencia hacia ella muchas veces se asume como normal.
“En una cultura como la nuestra, se tiende a pensar que el hombre tiene cierto derecho sobre la mujer. Es por eso que la violencia de pareja es más frecuente de hombres hacia mujeres, que de mujeres hacia hombres”, dice la psiquiatra, Silvia Gaviria.
“Por eso es importante que las mujeres conozcan sus derechos y que se empoderen de ellos, para que ellas mismas puedan reconocer el maltrato, sean acertivas, se sientan capaces de expresar sus desacuerdos y en caso de no ser escuchadas, sean capaces de denunciar”, añade.
El Artículo 7 de la Ley 1257 establece que, “además de otros derechos reconocidos en la ley, en tratados y convenios internacionales debidamente ratificados, las mujeres tienen derecho a una vida digna, a la integridad física, sexual y psicológica, a la intimidad, a no ser sometidas a tortura o a tratos crueles y degradantes, a la igualdad real y efectiva, a no ser sometidas a forma alguna de discriminación, a la libertad y autonomía, al libre desarrollo de la personalidad, a la salud, a la salud sexual y reproductiva y a la seguridad personal”.
En muchos entes las mujeres pueden recibir orientación, protección y hasta denunciar situaciones de violencia: las comisarías de familia, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), las secretarías de participación ciudadana, las secretarías de salud, las defensorías del pueblo, los juzgados promiscuos, las casas de justicia y las estaciones de Policía, son algunos de ellos.

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