Ucrania agradece asistencia de médicos cubanos a niños de Chernobil

Ucrania agradeció la asistencia médica cubana que benefició en dos décadas a cerca de 26.000 niños víctimas de la castástrofe nuclear de Chernobil, ocurrida hace 25 años, afirmó el canciller ucraniano Konstantin Grishenko durante su visita en La Habana.
"Nosotros nunca vamos a olvidar lo que Cuba ha hecho por nosotros con su co-razón abierto, con su mente abierta", declaro Grishenko al visitar el complejo residencial Tarará, al este de La Habana.
En esa instalación han sido atendidas más de 25.800 personas desde 1990 que comenzó el programa, más del 80% de ellas ucranianas, aunque también de las antiguas repúblicas soviéticas de Rusia, Bielorrusia y Moldavia.
"Los médicos cubanos son muy alegres y contentos, nos tratan muy bien, con mucho cariño", dijo Ana, una niña de 10 años y ojos grises, que llegó hace dos semanas a Cuba con su hermana gemela Katia.
Ambas padecen "alopecia total", explica la médica Yamila Ojeda, mientras la ni-ña acomoda su gorrito de tela con que disimula la caída del pelo.
Algunos menores llegan en sillas de ruedas y regresan caminando, producto de un tratamiento que ha llegado, en contados casos, a trasplante de médula y riñón. "No somos magos, hacemos ciencia, lo que hacemos es trabajar mucho", dijo un responsable médico.
Los menores, de entre 8 y 15 años, presentan diferentes dolencias como cáncer de tiroides y de la piel, leucemia, alopecia, bocio y psoriasis, y son también rehabilitados de problemas motores y síquicos.
"Las consecuencias de la explosión pueden estar en un pico del desastre debido a que los radio núcleos esparcidos tienen larga vida", dijo la doctora Zenia Lau-renti, vicedirectora de atención médica del campamento.
Ucrania es uno de los países europeos con déficit natural de yodo, y sus habi-tantes son más propensos a ese tipo de enfermedades.
De 1990 a 1998, período más crítico de la economía cubana, tras la desaparición de la Unión Soviética, la isla sufragó todos los gastos del programa.
Desde 1998 Ucrania paga el costo del pasaje aéreo y los salarios de maestros y guías ucranianos que trabajan en la instalación.