Recuerde muy bien este nombre: Jesús Enrique Espinosa Padilla, él nació con un propósito eterno y sus encuentros con la calle, la droga, las armas y hasta con la muerte no fueron muro para que siete meses atrás dijera: “Sí lo lograré”.
Fueron 36 años los que este aguerrido hombre vivió en la calle, un infortunado encuentro con unos traficantes de droga a los 7 años fue la atadura que lo mantuvo arraigado a todo tipo de drogas. A esa edad también sufrió la separación de sus padres.
“Depender de la droga me hizo convertirme en un hombre irreconocible, perdí a mi esposa, a mi familia, pero ellos siempre estuvieron dispuestos a ayudarme, a acompañarme y ser de sustento para dejar a un lado la ‘comida mala’ como le decimos a la droga”, le dijo a Q’hubo Jesús.
RECUPERA A SU FAMILIA
En los últimos siete meses ha entablado una relación estrecha con su hija que ya tiene 21 años. La más feliz de que las cosas hayan cambiado es su madre, Dolores Padilla de Espinosa, de 83 años, quien tuvo que sufrir muchas veces el verle en la calle tirado y no poder hacer nada.
La impotencia la abrazaba pero jamás perdió la esperanza de recuperarlo y tenerlo a su lado otra vez, su oraciones eran siempre: “Dios, devuélveme a mi hijo, rescátalo”, y así ocurrió 36 años después.
“Yo le cogí miedo a mi propio hijo, temía que me hiciera daño porque en los últimos tiempos ya se me paraba como para agredirme, por el efecto de la droga. Pensé que esta sería la causa de mi muerte, pero hoy me siento dichosa de que mi hijo esté bien y mejor aún, que vuelva a la casa conmigo”, expresa Dolores.
EJEMPLO PARA TODOS
Estos siete meses fueron trascendentales, no solo para Jesús, el menor de nueve hermanos, sino también para los que con él habitaban la Corporación del Desarrollo Humano (Cordeshu). Luego de ser desintoxicado, Jesús se convirtió en un ejemplo e impulso para sus compañeros, les daba palabras de aliento y sobre todo con sus actos les demostró que sí se puede.
“Salgo de aquí con el ánimo de ayudar a otras personas, estoy que me estallo de las ganas que tengo de contarle a otros lo que Dios hizo conmigo y de rescatar a muchos habitantes de la calle”, dice.
Por ahora, el hombre continúa fortaleciendo su relación con su hija, y pronto iniciará sus estudios en licenciatura en inglés, con el respaldo de la Secretaría de Participación, entidad a cargo del programa Habitantes de la calle del Distrito.
LE AYUDARON MUCHO
Dentro de los servicios para la restauración integral de los habitantes de la calle primero está el conocer a Dios y desintoxicarse. Reciben alimentación, aseo personal, descanso y vestuario; atención integral en salud mental y psicosocial; diagnóstico en salud mental, localización y acercamiento a las familias; trámite de documento de identidad; intervención grupal, individual y familiar; actividades recreativas y deportivas; diagnóstico pedagógico e inclusión en capacitaciones laborales.
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