Colombia


A Alias “Karina” le sigue asustando el fin de la guerra en Colombia

EL COLOMBIANO

08 de noviembre de 2015 11:57 AM

 La mujer más temida y peligrosa que ha tenido la guerra en Colombia, rompe en llanto ante la posibilidad de irse para el infierno. El temor de Elda Neyis Mosquera García, “alias Karina”, se acrecentó cuando se volvió cristiana y se dio cuenta que, pese a contar con el perdón divino, es probable que las víctimas no le den la absolución.

La excombatiente de 48 años libró batallas en los frentes 5, 57, 47 y 9 de las Farc, dejando miles de víctimas en Chocó, Córdoba, Antioquia y el Eje Cafetero, durante más de dos décadas de militancia.
Se desmovilizó en 2008 y se postuló a los beneficios de la ley de Justicia y Paz. Ahora pasa sus días en la Brigada 17 del Ejército, en el municipio de Carepa, trabajando como gestora de paz y siguiendo con recelo las conversaciones de La Habana.

Le asusta el día en que salga en libertad, porque sus antiguos patrones la sentenciaron a muerte, y así llegue el fin de conflicto, “Karina” cree que nunca estará segura.

DIÁLOGOS DE LA HABANA

¿Qué opina del proceso de paz en La Habana?

“Pienso que las Farc, aunque me declararon objetivo militar hace ocho años, hoy están haciendo lo mismo que yo hice, buscar una mejor solución, venir a responder por mis actos. Me desmovilicé conscientemente, no hice ninguna negociación ni con el Gobierno ni con la justicia, solo creí en las campañas de desmovilización del Gobierno. No sé hasta dónde las Farc estén convencidas de decir la verdad para obtener esos cinco u ocho años que se han dicho por parte del Presidente, eso es complejo, pero es la única manera de calmar la violencia”.

Cuando se desmovilizó, las Farc la trataron como traidora. ¿Eso cambió desde que empezaron los diálogos?

“No sé si habrá cambiado, lo que sé es que hace dos años ya estaban sentados en La Habana y seguían tratándome de traidora. El plan que tienen las Farc, o tenían, ahora no tengo conocimiento, era darme de baja antes de firmar la desmovilización con el Gobierno”.

¿Y cómo lo supo?

“Por informaciones de los combatientes que se han desmovilizado, y por información de la Inteligencia militar”.

¿Teme por su seguridad?

“En estos momentos me siento protegida. Primero por Dios, soy cristiana, y segundo con la protección del Ejército. Y siempre he manifestado, si a mí me llega a pasar algo, es porque así lo decidió Dios”.

“Timochenko” dijo que ya era hora de dejar de reclutar. ¿La guerrilla cumplirá eso?

“Pero es que cuando se menciona el reclutamiento, solo se habla de menores. No se sabe si ellos sigan con la política de que los jóvenes de 18 años o más sigan ingresando a las Farc. Aunque si ellos están pensando en la desmovilización, ¿para qué vincular más gente? Eso va por ese lado más bien, no es tanto que haya arrepentimiento”.

Farc y Gobierno anunciaron un acuerdo sobre desaparecidos. ¿Cuántas personas y compañeros suyos fueron enterrados como NN?

“Es algo difícil y el país lo deberá entender en algún momento. Las Farc son una organización que actúa a nivel nacional, y aunque se dice que está regida por el centralismo, y que los combatientes de abajo se rigen por las órdenes superiores, hay frentes y mandos que actúan por su propia cuenta. Cuando yo estaba en las Farc, creí que todos cumplían órdenes de arriba, pero hoy en día que ya llevo siete años en este proceso de Justicia y Paz, empiezo a ver que estuve 24 años en las Farc y no las conocí. Las verdaderas Farc no son lo que se dice en el estatuto, tienen deficiencias y hay cosas que los jefes de arriba no se enteran. Si nosotros que llevamos siete años en un proceso no hemos podido todavía contarle a todas las víctimas sobre las personas desaparecidas por un solo frente o dos, imagínese el resto. Es que la familia de los civiles dice que se lo llevó fulano, pero ese fulano ya está muerto, entonces no se sabe. Con el tema de los combatientes también habrá inconvenientes, porque las Farc no conocen cuántos fueron fusilados, algunos jefes ya murieron y los que quedan tampoco conocen muy bien”.

¿Por qué las Farc hablan de “dejación” de las armas y no de entregarlas?

“Porque eso significa mucho: para las Farc la dejación de las armas es no rendirse. Lo que las Farc siempre han pronunciado es que el pueblo colombiano no verá a un combatiente entregando las armas”.

¿Cree que el narcotráfico es un delito político, como quieren mostrarlo las Farc?

“Lo que sé es que las Farc no surgieron como narcotraficantes, en la época cuando ingresé, en 1984, me tocó destruir cultivos de coca por orden de los jefes. Y le decíamos a la población civil: ‘si usted sigue cultivando eso, se va o se muere’. Lo que tengo claro es que tal vez por la necesidad económica que tuvieron las Farc en su momento de crecimiento, buscaron esa opción. Y de ahí a que yo diga que son narcos, pues no tengo esa certeza porque nunca tuve conexión con personas que fueran a comprar ni tuve un cultivo de coca cuando era la comandante del frente”.

¿Piensa que Uribe y Santos también deben comparecer ante los futuros tribunales de paz?

“Siguiente pregunta (sonríe)”.

Usted es desmovilizada y gestora de paz, si la invitan a La Habana, ¿iría?

“No lo pensaría dos veces para ir. De hecho, nosotros (con el otro gestor de paz, Danis Daniel Sierra, alias “Samir”) hicimos una nota donde le pedíamos al Presidente que nos tuviera en cuenta para esos diálogos, no por parte de las Farc, sino del Gobierno. Y nos dijeron que si en algún momento veían la necesidad, iríamos a La Habana. Hasta ahora no ha ocurrido, pero pienso que tal vez las Farc no van a permitir que el Gobierno nos lleve. Ellos tienen sus motivos”.

En el posconflicto, ¿se ve en un cargo público o de elección popular?

“A mí la política no me gusta, pienso que es corrupta. Uno entiende que el problema de la política es una necesidad, pero no me veo en esas, porque cuando estuve en las Farc anhelé ser buena combatiente sin necesidad de ser mando. Ahora que estoy en esta nueva oportunidad de vida, anhelo servirle a la sociedad sin estar en la política”.

Varios excomandantes de las Auc dicen que el Gobierno no les cumplió todo lo que prometió en las negociaciones.

¿Cree que a las Farc les van a cumplir?

“Uno duda de un ciento por ciento del cumplimiento de la palabra, tanto de una parte como de la otra. Lo único que puedo pensar es que si el Gobierno no cumple con los beneficios acordados con las Farc, se viene un posconflicto más complejo que este que se está presentando con desmovilizados (de las Auc), que están regresando a grupos delincuenciales por incumplimientos del Gobierno”.

¿Habrá cabecillas que formarán disidencias?

“Está demostrado que, al menos en los procesos que ha habido en Colombia, siempre hay disidencias en toda desmovilización, tanto del Epl, el M-19 y muchos otros grupos de guerrilla que se han desmovilizado. Es posible que las Farc no sean la excepción”.

Analistas y autoridades hablan de la aparición de las “farcrim” (Farc + bandas criminales), ¿ve posible ese fenómeno?

“Mientras estuve en las Farc nunca conocí de esa unión, pero después sí se han desmovilizado algunos muchachos y han hablado de esa unión, no a nivel de todas las Farc, pero sí en unos sectores y frentes”.

GESTIONES DE PAZ

¿De qué ha servido que usted sea gestora de paz?

“Cuando el expresidente Uribe me mandó la carta para ver si aceptaba ser gestora de paz, lo hice porque si yo puedo hacer algo porque los jóvenes no lleguen a las Farc, lo voy a hacer. Desde que firmé la carta me he enfocado en eso, en trabajar para que los jóvenes no se vayan a la guerra y en la desmovilización de muchos compañeros de las Farc. Creo que las instituciones competentes saben cuánto he trabajado yo por la desmovilización”.

¿Cuántas desmovilizaciones ha logrado con su gestión?

“Yo catalogo las desmovilizaciones de mi parte en directas e indirectas: directas son las que yo he hablado con ellos y los he convencido de que se entreguen, esas son unas 50; el número indirecto son aquellas personas que por mi desmovilización, y conociendo lo que era yo en las Farc, tomaron la determinación de venirse, pero no sé cuántos serán”.

Algunos exmiembros de las Auc dicen que el proceso de paz debería incluir a las bandas y combos delincuenciales, ¿eso es pertinente?

“Con respecto a eso no tengo opinión, hablando de la delincuencia; lo único que yo comparto es que para el grupo de militares que están en la cárcel por temas del conflicto, veo una opción de excarcelación con esta
oportunidad”.

¿Por qué los militares deberían tener el mismo beneficio?

“Uno se pone a pensar, si en mi caso yo tuve la oportunidad de decir la verdad y saldría a los ocho años, ¿por qué no van a tener los militares las oportunidades, sabiendo que las cosas que ellos hicieron fueron debido al conflicto?”.

¿La justicia es más severa con los militares que con los guerrilleros?

“No tengo respuesta a esa pregunta, porque no sé cómo se maneja el tema, lo único que a uno sí le da tristeza es saber que un militar está condenado a 40 años y uno esté condenado a ocho, es algo que no veo justo. Ellos en la parte legal participaron en el conflicto, y uno en la parte ilegal participó también”.

TEMOR A SER LIBRE

De esa pena alternativa de ocho años, ¿cuánto le falta por cumplir?

“Me postulé a los beneficios de Justicia y Paz en junio del 2008, cumplo los ocho años en junio de 2016, que es lo que reza la ley, pero quedarían cuatro años más de prueba, en los que tiene uno que estar presentándose a cada citación de la Fiscalía, y si en esos años resulta cualquier hecho que uno no haya confesado porque se le olvidó, o porque le quieran hacer un montaje a uno, vuelve a la cárcel. Todavía estoy pensando, pidiéndole a Dios que me dé la guía para saber si pido la suspensión de la pena o no (en 2016), porque pidiéndola se crea en mí un lapso de vulnerabilidad frente a mi seguridad”.

Pero saldría libre en época de posconflicto, ¿no confía en que estaría segura con las Farc desmovilizadas?

“No, conozco bien a las Farc y sé que no perdonan, y también en este tiempo que tengo de estar relacionándome con las víctimas, sé que hay muchos seres humanos que tampoco saben del perdón”.

¿Se siente sentenciada por las Farc?

“No solo por las Farc, creo que no podría salir a hacer una vida común y corriente y por eso este es un país violento, porque la gente no perdona. Todavía no me adelanto a decir si en junio pido mi libertad o no, y otra cosa es que no tengo solvencia económica. Dios me tiene en esta guarnición militar, Dios le ha puesto en el corazón a todos los comandantes que han pasado por acá que me den la hospitalidad que me han dado. Pero si cumplo los ocho años y no puedo estar acá, me voy contenta porque al menos Dios me tuvo acá un tiempo y sé que yo en un centro reclusorio tampoco me voy a amargar. Cuando uno está arrepentido y quiere resarcir ese daño causado a la sociedad, la pena que a uno le pongan yo la pagaría bien en una cárcel. Si Dios me tiene para estar el resto de mi vida en la cárcel, lo haría”.

¿Para usted sería mejor seguir encerrada en la guarnición o en la cárcel, que salir a la calle?

“No, eso no es mejor, lo que digo es que si quedo libre, en Colombia no me puedo quedar, porque yo no haría una vida normal. La libertad es lo más bonito, ¿pero para qué salir a la calle, si uno sabe que en poco tiempo lo van a matar? Ha pasado con más de un muchacho que ha salido de las autodefensas, y sus comandantes tienen que tener guardaespaldas. A eso le temo, no quisiera una vida de esas, sino una normal, que pueda ir a un parque, a mi iglesia, que no tenga que llevar gente armada al lado. Ya duré 24 años con las armas en la mano, entonces quiero descansar de ese tema”.

¿Piensa que la sociedad perdonará a la guerrilla?

“No digamos que la sociedad, porque el perdón existe en cada individuo, y puede haber gente que perdona y que no, y eso lo ha vivido uno en carne propia. En las versiones libres de Justicia y Paz, cuando uno tiene el encuentro con víctimas, de tú a tú, en el tema de reconciliación, hay unas que le dicen a uno ‘yo la perdono’, pero en el fondo y en la mirada, uno sabe que no es así”.

Usted es una persona creyente. ¿Cree que después de morir se irá para el cielo o el infierno?

“Uno trata de hacer las cosas mejor, sé que Dios ya perdonó el daño que hice cuando estaba en la guerrilla, le he pedido mucho perdón a las víctimas (llora). Estoy arrepentida de corazón, ojalá la gente perdonara así como yo perdoné a los que me hicieron daño. Yo no fui esa persona mala como dicen algunos medios de comunicación, como algunas personas me tratan, pero sé que cometí errores, tal vez no los hice porque me nacían de corazón, sino porque estaba cumpliendo órdenes de una organización, por eso me dio tanta alegría cuando las Farc reconocieron que eran victimarios. ¡Me dolía tanto cuando ellos decían que no tenían por qué pedir perdón! Le pido a Dios que me dé larga vida para resarcir el daño causado”.

¿Cree que con eso ya se ganó el cielo?

“No, no puedo decir que me gané el cielo, porque uno no sabe los designios de Dios, pero desde que me desmovilicé he querido hacer las cosas bien y por eso cuento todo lo que hice en las Farc, como manera de resarcir el daño, entonces no puedo decir ahorita que me gané el cielo, pero Dios me tiene para grandes cosas”.

Después de todo lo vivido, ¿valió la pena la guerra?

“No, la guerra no tiene ningún sentido, nos estamos matando entre hermanos”.

¿Y de qué se arrepiente?

“De haber ingresado a las Farc, eso entorna todo el grado de arrepentimiento que tengo”. 

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