Colombia


Así llegará el Eln a la mesa de negociación de paz

COLPRENSA

15 de septiembre de 2013 10:12 AM

En la reciente ‘cumbre de comandantes’ del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que se realizó a comienzos del presente año, quedó claro que la segunda guerrilla del país definió -al parecer por consenso- su hoja de ruta: o negocia la paz con el Gobierno Nacional, o se expone a sufrir la embestida militar del Estado.

Y es que si bien el ELN aún no ha sido derrotado militarmente hasta su aniquilación, sí está muy disminuido debido a los golpes que sufrió en los últimos años, especialmente en los noventa, y que han afectado su capacidad bélica.

Hasta hace dos décadas el ELN era fuerte y tenía presencia activa en el bajo Cauca antioqueño, el sur de Bolívar, los Montes de María, los Santanderes, la Sierra Nevada, parte de la costa Caribe, y en las comunas de ciudades como Barranca, Bucaramanga y Medellín, de donde fue expulsado.

Hoy tiene entre 2.500 y 3.000 hombres/fusil distribuidos en cinco frentes de guerra, todavía cuenta con una red importante de milicianos y una gran presencia sobre todo en movimientos sociales.

Cuenta, además, con tres frentes muy activos, siendo el más importante el ‘Domingo Laín’, que opera en el departamento de Arauca y que constituye su columna vertebral en lo militar y lo económico.

A diferencia de las Farc, su cúpula permanece intacta, lo que facilita la toma de decisiones, y aún conserva una importante capacidad desestabilizadora, sobre todo en las zonas de extracción minera y petrolera, que es donde hace mayor presencia (Arauca, Casanare, Boyacá, parte de Antioquia y el Catatumbo).

Los expertos sostienen que después de un largo período de poca actividad militar y reorganización interna, debido a los reveses militares, los territorios perdidos y al desperdicio de oportunidades reales de paz como la que tuvo en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, esta vez ese grupo subversivo está ‘al alza’.

Ello, sumado al avance de las negociaciones de paz con las Farc, ha estimulado a esa guerrilla y al Gobierno a buscar una nueva oportunidad de paz.

Tanto así que el propio presidente Juan Manuel Santos dijo recientemente que “la paz sin el ELN es una mesa coja”, postulado en el que también coinciden los analistas consultados por Colprensa.

El analista León Valencia explica que el ELN ha recuperado presencia en algunas zonas del país de donde había sido expulsado, y ha reforzado su accionar en territorios donde ha permanecido siempre, como Arauca.

Allí, justamente, logró ‘hacer las paces’ con las Farc, guerrilla con la que tuvo duros enfrentamientos que le significaron cientos de muertos y deserciones; ahora realizan operativos conjuntos en Arauca, Cauca y el sur del país.

También, dice Valencia, el ELN ha reactivado otras fuentes de financiación como el contrabando de gasolina, el narcotráfico y el secuestro, lo que le permite la compra de armas, material logístico y de campaña y el mantenimiento de la tropa.

Lea más sobre los diálogos de paz con el Eln.
¿POR QUÉ NEGOCIAR CON EL ELN?

El profesor Alejo Vargas Velásquez plantea tres argumentos que, en su criterio, convalidan la idea de iniciar un proceso de paz con ese grupo armado al margen de la ley.

La primera: El ELN todavía tiene una importante capacidad militar. “Sin duda, esta organización tiene suficiente capacidad de producir daño, no sólo a los ciudadanos, sino también a las instituciones del Estado y su Fuerza Pública”.

La segunda, dice el experto, por las raíces históricas que representa el ELN, al asumir como suyas las banderas de la lucha social del cura español Camilo Torres, y que tras más de cuatro décadas de existencia han significado miles de muertos.

“Esa responsabilidad, de no permitir que esos sacrificios sean en vano, también la tienen los dirigentes actuales del ELN y tienen la posibilidad y el reto de seguirlo haciendo desde los ámbitos de la lucha social y política -como lo intentó Camilo Torres en el Frente Unido-, sin el recurso de la violencia”, agrega Vargas.

Y tercero, por razones políticas. Según el catedrático, Latinoamérica atraviesa por momentos de cambios fundamentales y el país no puede ser la excepción. “Colombia tiene el desafío de avanzar en la construcción de una sociedad más equitativa en lo social y lo económico y más incluyentes en lo político, pero eso no pasa por la vía del uso de la violencia ni por la utopía de la revolución armada”, señala Vargas.

En ese sentido, el exprocurador Jaime Bernal Cuéllar, miembro de la Comisión Facilitadora de la Sociedad Civil para los diálogos con el ELN, dice que la paz “es una necesidad para Colombia, después de cinco décadas de guerra”.

Bernal Cuéllar considera que tanto el Gobierno como esa guerrilla “están comprometidos” en ese propósito, y advierte que las circunstancias actuales son favorables para lograrlo.

“Hoy se habla de negociación y no de someter a un grupo levantado en armas. Se están preparando escenarios como el marco para la paz, un eventual referendo para corroborar los acuerdos. Y también porque está avanzando el proceso de paz con las Farc, es decir, que en ambos procesos es posible que haya puntos de coincidencia que redundarán en cambios sociales, políticos y económicos para nuestro país.

INFLUENCIA DE LAS FARC

El analista León Valencia coincide con el exprocurador Bernal Cuéllar en que el proceso con las Farc tendrá mucha incidencia en la mesa que se instale para negociar la paz con el ELN.

“El ELN ve que las Farc ya le cogieron ventaja, y no quiere quedarse por fuera del proceso. Pero esa negociación va a depender mucho de cómo avanza la negociación en La Habana, porque de firmarse la paz con las Farc, el ELN quedaría como el blanco preferido para unas Fuerzas Militares muy fuertes en Inteligencia, equipos y entrenamiento”, señala Valencia.

No obstante, el experto prevé que la mesa con el ELN tendrá menos condicionamientos que la que se instaló con las Farc, aunque advierte que en ambas uno de los puntos más difíciles será el de la justicia transicional.

“Ambas guerrillas están dispuestas a desmovilizarse, porque es lo que les pide la sociedad, pero tienen que estar dispuestas a aceptar una justicia transicional, porque ya no es posible simplemente dejar las armas y someterse a una amnistía generalizada y un indulto general sin condiciones”, concluye.

* Esta nota la realizó ARCADIO GONZÁLEZ ARDILA.

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