Colombia


El encuentro entre Santos y Maduro será insuficiente para solucionar crisis

COLPRENSA

18 de septiembre de 2015 09:06 PM

Contrario a lo que ha sucedido con los encuentros entre las cancilleres de Colombia y Venezuela, el presidente Juan Manuel Santos espera que la reunión del lunes con su homólogo Nicolás Maduro sirva para algo más que para una foto oficial y un apretón de manos. Sin embargo, pese a los esfuerzos, el diálogo podría resultar sin acuerdos. 

Esta presunción nace de que el encuentro presidencial se dará con una enorme distancia: mientras Colombia denuncia en la comunidad internacional violaciones a los derechos humanos de connacionales deportados, el gobierno venezolano dice que todo es un invento de medios de comunicación. 

Así mismo, Maduro ha insistido en su disposición al diálogo con Santos, pero fijando unas condiciones sobre las que es muy difícil negociar. Sus exigencias sobre control al paramilitarismo y al contrabando en la zona fronteriza; eliminación del marco legal que permite la libre compra y venta de divisas, además de un control a los medios de comunicación; fueron declaradas como inaceptables de inmediato por el gobierno colombiano. 

Se busca que el acompañamiento de los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, y de Uruguay, Tabaré Vásquez, sea un aliciente diplomático para Colombia y Venezuela, pero esas mismas presencias alejan la posibilidad de una conversación directa, con las que históricamente se han resuelto las crisis binacionales. 

Ante este panorama el académico y periodista Rodrigo Pardo (canciller en el gobierno de Ernesto Samper), señaló que “la reunión Santos-Maduro debe fijar, primero, una hoja de ruta para solucionar a corto plazo la situación fronteriza”. 

La intención oficial es que el lunes, en el Palacio de Carondelet (en Quito), se den acuerdos humanitarios, referentes a mayores garantías para los connacionales que residen en Venezuela, corredores humanitarios y protocolos migratorios. 

Pero Pardo subraya que al haber cuatro mandatarios, no será una reunión bilateral y que es necesario, para encontrar soluciones a los temas de fondo, como el contrabando y las bandas criminales, que se reúnan únicamente los jefes de Estado de Colombia y Venezuela. 

Fernando Araújo (ministro de Relaciones Exteriores durante el segundo gobierno de Álvaro Uribe Vélez) advierte que la crisis actual es generada por la situación política interna que vive Venezuela, por lo que no espera mucho progreso en temas relacionados al estado de excepción que decretó Maduro. 

“La situación de migrantes colombianos a Venezuela no es nueva; la compra y venta de productos a ambos lados de la frontera tampoco; lo que es nuevo es el deseo del gobierno venezolano de crear un problema, que aunque existe, no se le puede implementar una solución de un día para otro o sin cooperación binacional”, aseguró Araujo. 

Para el exministro, en la práctica lo que puede suceder es que realmente el presidente Maduro demuestre voluntad política de no escalar sus medidas recientes y se muestre abierto a un diálogo entre los dos gabinetes presidenciales, para acordar planes conjuntos contra el delito en la zona fronteriza. 

Sin embargo la experiencia ha demostrado que los gabinetes binacionales no funcionan si no ejecutan lo que aprueban de manera conjunta presidentes, ministros y directores de entidades. 

Por ejemplo, en agosto de 1993 Colombia y Venezuela firmaron acuerdos para controlar el comercio indiscriminado de productos agropecuarios, frenar el ingreso ilegal de vehículos hacia Colombia y reforzar los programas de interconexión eléctrica. Meses después los presidentes César Gaviria y Ramón J. Velásquez no dieron mayores avances sobre este encuentro, pues lo pactado terminó siendo ‘letra muerta’ a la hora de dinamizar la frontera. 

“Eso sucedió en muchos gobiernos, en Venezuela solamente se ejecuta lo que señala el presidente. Los otros funcionarios tienen una capacidad de ejecución muy relegada, solamente se hace lo que dice el presidente y en los términos que él presidente diga. Así es imposible tomar medidas”, concluyó Araujo. 

A su turno Camilo Reyes (canciller en el segundo gobierno de Álvaro Uribe) reiteró que además de los problemas coyunturales deben atenderse asuntos que han sido persistentes en el tiempo, en materia migratoria, de comercio y de seguridad. 

“Lo que uno esperaría es que los dos países iniciaran un trabajo con visión hacia el largo plazo, de mayor cobertura, que empiecen a trabajar en generar los mecanismos para fortalecer una verdadera institucionalidad en la frontera”, dijo Reyes. 

El exministro aclaró que esa institucionalidad, con la que en su momento llegó a contar Colombia, deberá clasificar el tipo de problema, sea migratorio, económico o de defensa, para luego poder combatirlo y atenderlo eficazmente. “Más allá del tema humanitario, hay que ver qué otras alternativas se pueden diseñar e insistir en generar un diálogo que permita encontrar soluciones a esos problemas fundamentales que coexisten en la frontera entre Colombia y Venezuela”. 

Otro excanciller consultado por COLPRENSA, quien pidió no ser identificado en esta nota, agregó que aunque el encuentro calmará los ánimos, no será sino hasta después de las elecciones regionales en Venezuela, en diciembre próximo, cuando se empezarán a buscar salidas a los temas estructurales de la crisis. 

“Hay pocas expectativas frente al encuentro, puede lograrse un acuerdo, como permitir el tránsito de personas con un censo, o ampliar el corredor humanitario, pero a Maduro no le interesa resolver el tema”, indicó el experto. 

Así las cosas, con pocos cohesionadores al alcance de Nicolás Maduro, Colombia seguirá en riesgo permanente de ser el comodín político de Venezuela, ante la crisis social y económica que enfrenta ese país. 

Un tema que Maduro tratará de manejar con rigor de cirujano, pues aunque organismos internacionales aún no toman cartas en el asunto, tienen en su radar las denuncias de maltratos y atropellos a los derechos de los deportados. 

Por eso, dependerá de Colombia y de su hoja de ruta diplomática, que el país vuelva a tener ‘la sartén por el mango’ y que más allá de superar la crisis humanitaria, se genere una nueva institucionalidad en la frontera, para que, como lo planteó la actual canciller, María Ángela Holguín, ésta sea la oportunidad de dejar de depender del vecino país. ¿

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