Colombia


La familia perseguida por la tragedia hasta Miranda, Cauca

COLPRENSA

01 de agosto de 2014 10:25 AM

Ermelinda Muse solo recuerda que mientras dormía hubo una explosión. Luego despertó con muchas heridas en una cama del Hospital Universitario del Valle (HUV). Estaba sola porque su familia llevaba el cadáver de su hija, de 2 años, a la morgue de Miranda. Ella aún no sabía que Yurani había muerto.

Ermelinda, de 33 años, fue intervenida por las esquirlas que tenía en el rostro. Al recuperar la conciencia, los médicos que la atendieron tuvieron que contarle que su bebé había muerto. Su hija mayor llegó horas después a acompañarla.

La familia Yaqui Muse dormía en la noche del miércoles en su casa en la vereda Calandaima de Miranda, Cauca, cuando un ‘tatuco’ lanzado por las Farc contra una base militar cayó en la choza de esterilla y madera.

Rodrigo Yaqui, el esposo de Ermelinda, que también quedó herido junto a sus otros dos hijos, de 4 y 16 años de edad, dice que la casa quedó destrozada, todo lo perdieron. Calla, no quiere hablar más, el llanto no lo deja. “Hay que pedirle a Dios mucha fortaleza. Solo él, Dios, será el encargado de hacer justicia y de decidir si este país merece la paz”.

Hace seis meses esta familia campesina llegó a la vereda Calandaima, desplazada por la violencia de grupos armados en el municipio de Páez, también en el Cauca. Allí, donde hay solo cuatro familias más, habían encontrado un poco de tranquilidad, pues sus mismos vecinos les habían ayudado a construir la casa y les habían compartido una porción de tierra, donde estaban cultivando café, yuca y plátano.

“Lo que Ermelinda y Rodrigo recogían de la cosecha lo vendían en la plaza principal de Miranda, ese tal vez era el único sustento que tenían, pero estaban felices porque después de mucho buscar una estabilidad la estaban logrando. También estaban felices porque su bebé estaba creciendo sana”, explicaba ayer Flor Isoto, prima de la familia, quien tiene nueve meses de embarazo.

En el pueblo casi todos conocían bien a los Yaqui Muse, sabían de su felicidad e incluso de lo que hacían a diario: por las mañanas, muy temprano, llevaban a dos de los hijos a la guardería de la vereda, luego empezaban a trabajar la tierra, terminando la tarde volvían por los niños y a eso de las 8:00 se acostaban, cuentan varios habitantes del sector.

En el municipio, dicen las autoridades, hace casi dos años no se presentaban ataques de la guerrilla. El general Wilson Cabra, comandante de la Fuerza de Tarea Apolo del Ejército, afirma que el hecho es atribuido a la columna Móvil Gabriel Galvis de las Farc y que el grupo quería atentar contra un puesto de control en el sector de Las Cruces, a unos 400 metros de la casa de los Yaqui Muse.

Pero para la comunidad esa calma de la que habla el Ejército era un poco extraña y por eso habían vuelto a denunciar que las tropas estaban, cada vez más, haciendo trincheras muy cerca a las casas y que eso podía ser peligroso para la seguridad de todos.

“Seguro en Miranda sí había calma, pero en las veredas es diferente, ahí se seguían escuchando ráfagas de fusil en las montañas, helicópteros volando muy cerca, tropas haciendo más patrullajes. Hasta que pasó lo que no queríamos que pasara, que la guerra nos arrebatara a otra persona, esta vez a una bebé, a una pequeñita, trigueña, con la misma carita de la mamá”, dijo Elena Muñoz, una vecina de la vereda.

Aunque algunos habitantes reclaman que ‘los actores del conflicto’ se marchen de la zona, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, quien visitó el parque principal de Miranda, fue enfático en afirmar que la Fuerza Pública permanecerá en ella.

“El deber del Gobierno es proteger a la población, la Fuerza Pública debe estar allí, la gente lo necesita porque están en medio de guerrilleros que están demostrando que no les importa nada. Lamento lo que sucedió con esta familia y les digo a todos que vamos a revisar la situación de la cercanía de las tropas con las viviendas”, afirmó Pinzón en la Plazoleta Nizar Bonilla de Miranda.

A la bebé la enterrarán este viernes muy cerca de donde murió, luego habrá una marcha por la paz. Allí, en el pueblo, esperan que esa sea la última marcha que hagan pidiendo lo mismo de siempre: paz.

*Crónica originalmente publicada por Andrés Felipe Becerra Ibañez de El País de Cali*

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