Por Katherine Vega
Enviada especial
El presidente de la República, Juan Manuel Santos, rompió el protocolo trazado para la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Paz para hacer que las víctimas del conflicto que lo acompañaron se pusieran de pie y reconfirmaran el mensaje que dio durante su discurso: que lo recibe en nombre de ellas, quienes han sufrido el conflicto por más de 50 años.
“Hay una guerra menos en el mundo y es la de Colombia”, dijo el presidente durante su discurso reiterando lo dicho cuando inició: “Hoy distinguidos miembros del Comité Noruego del Nobel, vengo a decirles a ustedes, y a través suyo a la comunidad internacional, que lo logramos ¡Llegamos a puerto!”.
El mandatario afirmó en medio de la ceremonia que lo establece ahora como el Premio Nobel de Paz 2016 que “Lo imposible puede ser posible”; señaló las bases para hacer un proceso de paz, pero también mencionó: “Cuando es necesario debemos estar preparados para luchar”.
“La guerra no puede ser de ninguna manera un fin en sí mismo. Es tan solo un medio y un medio que siempre debemos tratar de evitar (…). La victoria final por las armas –cuando existen alternativas no violentas – no es otra cosa que la derrota del espíritu humano”.
Su mensaje, que empezó por señalar que hay que humanizar la guerra y que: “El primer paso, uno crucial, fue dejar de ver a los guerrilleros como enemigos, para considerarlos simplemente como adversarios”.
Santos aprovechó para tocar varios temas sobre los que llamó la atención de la comunidad mundial. Uno de ellos: la lucha contra uno de los motores de la guerra: Las drogas ilícitas. “La guerra contra las drogas no se ha ganado, ni se está ganando”, dijo Santos.
Otro de los temas estuvo relacionado con el respeto a la diversidad. Debemos ser capaces -dijo- “de convivir con la diversidad y apreciar la forma en que ésta enriquece nuestras sociedades (…). Despertemos la capacidad creadora para el bien, para la construcción de la paz que reside en cada alma. Al final, somos un solo pueblo (…) Nuestro pueblo se llama el mundo. Y nuestra raza se llama humanidad”.
Santos recordó al Nobel de literatura colombiano Gabriel García Márquez citando parte del discurso que éste dio en ese mismo escenario: “El sol de la paz brilla, por fin, en el cielo de Colombia”.
Por su parte, Kaci Kullmann Five, presidenta del Comité Noruego del Nobel, quien no estuvo en la ceremonia por problemas de salud, señaló en su discurso, leído por la vicepresidente Berit Riss- Andersen, que las cualidades del mandatario cumplen las que dejó en su legado Alfred Nobel y precisó que otorgarle el premio fue una ayuda para el proceso de paz con las FARC.
“Señor presidente, cuando se conoció el resultado del plebiscito, muchos observadores opinaron que sería demasiado temprano darle el Premio Nobel de la Paz este año. Recomendaron más bien al Comité del Nobel esperar un año para ver si el proceso de paz realmente logra crear la paz. Sin embargo, el comité lo vio de manera diferente”, dijo.
“En nuestra opinión –continuó- no teníamos ningún tiempo para perder. Todo lo contrario, el proceso de la paz se encontraba en un peligro inminente de fracasar y necesitaba todo el apoyo internacional que podía recibir. Además, estábamos nosotros completamente convencidos de que usted señor presidente, siendo el líder más elevado de Colombia tenía que ser el que haría avanzar el proceso de paz”.
Además, resaltaron las cualidades del proceso que dijeron, es un ejemplo para el mundo: “Una es la voluntad de ver y reconocer los hechos incómodos y dolorosos para dar las bases para una reconciliación (…). La segunda característica de la vía colombiana hacia la paz es la colaboración de las víctimas y de sus representantes. (…) La tercera característica de este proceso de paz es que las partes han sido condescendientes a los críticos al invitar a un amplio diálogo nacional”.
Y resaltaron el perdón y el proceso de la memoria como lo más destacable de lo que logró el mandatario con su esfuerzo y perseverancia por logar la paz.
“Es demasiado requerir el perdón de las atrocidades y padecimientos de la envergadura que hemos visto en Colombia. Nadie le puede pedir a una víctima que él o ella perdonen a su perpetrador. Pero al dejar las memorias abiertas, al dejar que tanto las víctimas como los perpetradores cuenten sus historias, también se dan las bases para la reconciliación. Es hacer posible dejar lo malo atrás y construir un mejor futuro en comunidad”.
La ceremonia, que duró poco más de una hora, contó con la interpretación de Désirée Baraula y Markus Kvits.
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