Colombia


Médico asegura que ha realizado al menos ocho eutanasias en Santander

COLPRENSA

24 de abril de 2015 03:02 PM

Y precisamente esta misma semana, el Ministerio de Salud expidió la resolución para la creación de los comités técnicos científicos que evaluarán los casos en los que se solicite y avale la eutanasia. El trámite se hizo luego de que la Corte Constitucional negara ampliar el plazo para reglamentar ese procedimiento, por lo cual indicó “disponer de todo lo necesario para que hospitales, clínicas, IPS, EPS, y en general, prestadores del servicio de salud conformen el comité interdisciplinario”.

Aunque la eutanasia fue autorizada por la Corte Constitucional desde 1997, sólo hasta ahora se le fijaron los parámetros para que los médicos adelanten dicho procedimiento.

Desde Cali, el médico Alfonso Quintana Romero dialogó con Vanguardia.com a raíz del anuncio del Ministerio de Salud y explicó cómo lleva a cabo los procedimientos de eutanasia.

¿Ha realizado la eutanasia a pacientes en Santander?

“Sí. En no menos de ocho ocasiones he realizado la eutanasia a pacientes en ese departamento”.

¿En qué municipios y en qué fechas?

“En Bucaramanga y San Gil. La fecha exacta no la tengo presente, pero diría que fue hace tres o cuatro años…”.

¿A qué tipo de pacientes atendió en Santander?

“Así como en Santander, en todo el país las condiciones por las que la gente decide una muerte asistida son casi las mismas. Se trata de pacientes que sufren de cáncer y enfermedades musculares. Por ejemplo, la esclerosis lateral amiotrófica. Ellos con el tiempo entienden que lo más sensato es no seguir sufriendo, y que sus familias tampoco sufran a través de ellos. En todas partes encontrarás personas que han llegado al final de sus vidas, después de que los médicos los desahuciaron y los mandaron a esperar la muerte a sus residencias. Muchos de esos pacientes entienden que los más sensato es no continuar sufriendo…”.

¿Cuántas eutanasias ha practicado?

“No me gusta hablar de números. Tendría que decir simplemente que la cantidad de pacientes, que han accedido a que los acompañe al momento final de sus vidas, pasa por encima de los 200. Este proceso merece el más sagrado respeto y discreción por parte del médico. Estoy obligado a guardar el secreto profesional, que es como el secreto de confesión”.

¿En qué región del país requieren más sus servicios?

“Tendríamos que empezar con Bogotá, después Cali, Medellín, Bucaramanga y Cúcuta. Después estarían las tres principales ciudades de la Costa y luego Pasto e Ipiales”.

¿Cómo es el procedimiento de la eutanasia? ¿Se experimenta dolor?

“Contrario a lo que se tiende a pensar de la eutanasia, es un proceso supremamente corto. La gente muchas veces cree que me acerco al lecho del moribundo y le aprieto el cuello hasta que fallece. La verdad es que se toma una vía venosa y, en dos minutos aplico un anestésico en una dosis doble. Sería la misma cantidad que se le suministra a alguien que se le va a extraer el apéndice. Cuando el paciente está en un estado profundo de anestesia, le aplico un despolarizante cardíaco, que detiene el funcionamiento del corazón sin que ocurra un infarto, sin que exista nada doloroso.

“Una vez que cesa el movimiento del corazón, ya no ingresará oxígeno a los pulmones y todo el oxígeno que hay disponible en la sangre del paciente se consume en más o menos dos o tres minutos. Todos los procesos metabólicos del organismo se interrumpen y con ello se inicia el proceso de defunción”.

¿En este procedimiento lo acompaña la familia del paciente?

“Ellos van a presenciar como su ser querido, en un momento determinado, cierra los ojos porque tiene un muy profundo sueño. No hay manifestación alguna de dolor o angustia. El paciente, en 10 minutos, entrega su alma a Dios, si esa es su creencia religiosa”.

¿Qué es el derecho a morir dignamente?

Según estableció la Corte Constitucional, es el ejercicio del derecho sobre la propia vida. La Corte dijo: ‘la vida no es una obligación, la vida es un derecho’ y cuando admites ese derecho, tienes la opción de ejercer ese derecho viviendo, o de ejercer ese derecho no viviendo.

“Todos nacemos por que se nos obliga a nacer, nadie puede salir del útero a decir ‘yo no quiero nacer’. Pero el hecho de nacer por obligación, no nos deja con el deber de continuar esa vida. Y, lógicamente, todos tenemos que fallecer. Ese derecho a fallecer debe estar contemplado como uno de los derechos que ejerzo sobre mi propia vida. Es decir, al final tengo el sagrado derecho de elegir vivir o no vivir, especialmente en los casos en que la persona quiere evitar el sufrimiento que le produce alguna enfermedad”.

¿Qué diferencia existe entre una persona que desea suicidarse, y un paciente que desea la eutanasia?

“Cuando un hombre de 34 años, por alguna razón, decide suicidarse, esa persona se está negando la posibilidad de continuar su vida. Pero cuando un paciente está en una etapa terminal, ¿cómo se puede hablar de un suicidio si no se frustra ninguna posibilidad de vida digna? El paciente de todas formas va a fallecer en las siguientes semanas, o por tarde en los siguientes meses”.

¿Se puede obligar a los médicos a finalizar una vida luego de su juramento de salvarlas?

“Creo que la objeción de conciencia tiene que seguir siendo una opción válida para cualquier médico. No se les puede obligar hacer algo que está en contra de sus creencias religiosas, pero eso no quiere decir que en toda la variabilidad de las opiniones de los médicos que ejercemos en este país, hayan muchísimos que entiendan que practicar una eutanasia es algo que su ética se los permite”.

¿Colombia está preparada para asimilar la eutanasia?

“Diría que sí. Una de las formas de entender la eutanasia es acudiendo precisamente a un sacramento que tiene establecido la misma iglesia Católica llamado la extremaunción, en donde un sacerdote se acerca al lecho del moribundo para poner su alma en paz con Dios. Entonces por qué no entendemos que con esta misma filosofía, un médico pone en paz el cuerpo del moribundo sufriente para que descanse y, de alguna manera permita que su alma salga del cuerpo y vaya a disfrutar de Dios”.

¿Está de acuerdo con la reglamentación del Ministerio de Salud a los casos de eutanasia?

“No estoy de acuerdo con el protocolo, excepto en donde plantea con claridad la legalidad de la eutanasia. Me parece que infringe una norma universal de todos los médicos. En la relación entre médico y paciente, los médicos estamos obligados al secreto profesional, yo no puedo tomar lo que un paciente me comunica respecto a su enfermedad y decírselo ni siquiera a su propia familia, excepto que el paciente me lo permita.

“Por eso cuando un paciente le comunica a su médico ‘no quiero seguir viviendo’, esa determinación merece el respeto y el mismo sigilo profesional que cualquier otra enfermedad. Pero el protocolo pretende que la decisión de un paciente sea sometida a un psiquiatra, un psicólogo y a un abogado, atentando contra esa obligación del sigilo de la enfermedad y la relación médico, paciente.

“El protocolo especifica que el enfermo debe manifestar su deseo de morir ante un consejo médico, pero ¿qué sucede con aquellas personas que no lo pueden hacer debido a la pérdida de la facultad del habla, o incluso aquellos que tras padecer una penosa enfermedad no pueden moverse para firmar un documento que evidencie su intención? Ese tipo de reglamentación dejaría sin la opción de la eutanasia a muchos pacientes que en un momento en que tenían todas sus facultades lúcidas y hábiles, no expresaron esa voluntad con anterioridad”.

¿Tiene una propuesta al respecto?

“Tengo una hipótesis, mi teoría dice que un organismo que sea capaz de reconocerse, es decir, en donde la mayoría de los órganos de ese cuerpo garanticen que exista la posibilidad de que el sistema neurológico funcione, y esa persona sea capaz de reconocerse como un ser, entonces podrá establecer relaciones de afectos con los demás miembros de su propia especie. Entonces, un paciente al que se le determina muerte cerebral y al que se le ha eliminado toda posibilidad de recuperar su capacidad de reconocerse así mismo, es un cadáver, así ese cuerpo tenga un latido cardiaco y tenga una frecuencia respiratoria.

“Es más, existe una determinación para cuando se declara muerte cerebral, ese cadáver es propiedad del Estado y se pueden tomar sus órganos para darlos en donación.

“Entonces de la misma manera que se hace el diagnóstico de muerte cerebral, también hay formas de determinar que el cerebro de un paciente de mucha edad, que tuvo un derrame cerebral o algo por el estilo, dejó de funcionar y no podrá recuperar jamás su capacidad mental, se le reconozca como un cadáver. El estado debería facilitar que a ese paciente se le suministre una muerte por eutanasia, sin necesidad de solicitarla”.

¿Qué le diría a quienes se oponen al derecho de morir dignamente, aludiendo fundamentos éticos, religiosos y morales?

“Les diría que todos los ciudadanos tienen derecho a expresar su opinión. De la misma manera en que yo no tengo la posibilidad de decirles a mis conciudadanos de qué van a morir, tampoco voy aceptar que otros decidan sobre mi propia muerte.

“Es muy posible que el Procurador (Alejandro Ordóñez), que es precisamente santandereano, diga que cometemos un pecado. Entonces dentro de esa lógica aceptemos que el cometería un pecado si él se decidiera por una eutanasia. Pero no tiene derecho a pensar que yo, al optar por la eutanasia, también estoy cometiendo el mismo pecado, simplemente porque no tengo las creencias religiosas que él tiene".

¿Cómo pudo realizar estos procedimientos en Colombia y otros países, cuando la eutanasia aún no era permitida?

“Me han llamado pacientes de Argentina, Chile, y México. No quisiera convertirme en un reo para la justicia de estos países. Ha sido posible practicar la eutanasia porque siempre fueron pacientes que los enviaron a esperar la muerte a su casa, y en el momento en que fallecieron, a nadie le extraño que fallecieran”. 

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