Desde la noche del domingo el presidente Juan Manuel Santos había anticipado lo que podría pasar en la reunión con su homólogo Nicolás Maduro para intentar solucionar la crisis diplomática: mucho optimismo pocas expectativas.
Y en parte eso fue lo que pasó durante las más de cinco horas que duró el encuentro con Maduro en el palacio de Carondenet, donde se habló de forma concreta, sincera y sin agresiones, y se retornó a lo que se había roto desde mediados de agosto pasado, las buenas intenciones para solucionar la crisis.
En lo que se destaca de las conclusiones es que los dos mandatarios resolvieron ordenar a sus embajadores retornar a sus respectivas delegaciones diplomáticas, eso significa que las relaciones diplomáticas volvieron a recomponerse.
Igualmente quedó ratificado, contrario a como se le ha insistido al presidente Santos en este tiempo, que Venezuela seguirá de país acompañante en el proceso de paz con las Farc, y así se lo expresó a Maduro desde el inicio de su declaración pública al término de la reunión.
Pero frente a lo que llevó a que las relaciones entre ambos países llegaran a uno de los peores momentos en la historia, el avance no fue mayor en cuanto a la solución.
Colombia y Venezuela volvieron a la tendencia en que venían las relaciones en los últimos 10 años, los temas candentes como el narcotráfico, el contrabando y los grupos violentos se ha tratado sin decisiones de fondo y con soluciones transitorias.
En esta nueva ocasión Santos y Maduro volvieron a poner fechas concretas al estudio de esos temas, y tal vez para garantizar que si deben darse pasos reales, el presidente de Colombia dijo que sus colegas de Ecuador y Uruguay se comprometieron de acompañantes de lo que pacten los equipos de gobierno de cada país en los temas espinosos.
La esperada apertura de la frontera muy seguramente será una medida unilateral, como debe ser, que tomará Nicolás Maduro en los próximos días, pero en medio de eso mantendrá la tensión de lo que pasa en el día a día en esos cruces.
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