En el mismo instante en que el diálogo para ponerle fin al conflicto armado con las FARC pasa por momentos difíciles, el Gobierno de Juan Manuel Santos se lanza a un segundo proceso de paz, con la otra guerrilla aún existente en el país: el Ejército de Liberación Nacional, ELN.
Para la historia, si algo habrá que reconocerle al hoy mandatario es la audacia y el compromiso para iniciar unos diálogos ante los cuales lo más sencillo, y casi siempre lo más taquillero, es criticar. Más allá de eso, es inevitable tener dudas sobre de qué manera y en cuánto tiempo estos procesos llegarán a término y si ese final será el mejor para las necesidades de desarrollo del país.
De entrada, fuentes cercanas al diálogo abierto con el ELN no han ahorrado adjetivos para advertir que este proceso es mucho más difícil que el que hace más de tres años se lleva en La Habana. Porque a diferencia de las FARC, el ELN tiene una organización que responde a muchas cabezas y tendencias. Tanta es esa prevención, que dichas fuentes son claras en que habrá muchos momentos de crisis y tensiones.
No obstante, mantienen su confianza, pues califican de histórico el gesto del ELN de sentarse a negociar hacia una finalización del conflicto (tras no menos de cinco intentos en Gobiernos pasados), así como el amplio apoyo internacional que rodea este esfuerzo y el enfoque regional que las partes le han dado a la negociación.
La que terminó hoy fue la fase preliminar de acercamientos y en Caracas se anunció que próximamente (nadie se atreve a vaticinar una fecha) empezará la fase pública del diálogo. Ese trabajo preliminar resultó mucho más largo que el que se tuvo con las FARC y que terminó en la agenda que aún se negocia, lo que refuerza la idea de que con el ELN habrá más complicaciones. Sin embargo, el Gobierno se decidió a dar el paso porque siente que es el momento adecuado, debido a que desde las propias bases guerrilleras habría un impulso hacia la negociación y a que la presión internacional es más fuerte que nunca.
EL TIEMPO, UNA VARIABLE IMPREDECIBLE
Conocidas las advertencias sobre la forma diferente en que ocurrirá el diálogo con el ELN, la principal duda por despejar es sobre los tiempos del proceso. Nacen desde la incertidumbre acerca de la fecha para la instalación de la mesa, lo que el presidente Santos dijo, no ocurrirá si antes no hay muestras humanitarias claras, especialmente la liberación de secuestrados. Y se extienden hasta preguntarse si la agenda tardará para ser resuelta unos meses o varios años.
Lo que creen en el alto Gobierno es que las cosas se acelerarán una vez se firme el acuerdo de paz con las FARC. Porque ello iniciaría una dinámica política en Colombia a la que necesariamente tendría que sumarse el ELN.
Una fuente consultada por COLPRENSA lo resumió de la siguiente manera: "Al pensar en los dos procesos se sabe que hay convergencia en el propósito y en la estrategia, pero no necesariamente en los tiempos, por eso lo más importante es valorar en su justa medida el gesto del ELN al decidirse por apostarle al diálogo".
LA COMUNIDAD SERÁ ACTOR CENTRAL
Otra diferencia que ayer quedó muy clara es que este segundo diálogo de paz mantiene en el centro a las víctimas, pero su acercamiento a ellas será distinto, porque la consulta con las comunidades será un sello del proceso, que de alguna manera refleja la forma de ser del ELN y que el Gobierno ve con buenos ojos, porque sabe que se trata de iniciar en todas las regiones, procesos necesarios para su desarrollo integral.
Sobre este punto hay una sensación de que no se está empezando de cero, pues podrán aprovecharse las experiencias de consultas con la gente que ya se hicieron con ocasión del diálogo de La Habana, acudir al modelo de la Asamblea Nacional por la Paz y revitalizar el Consejo Nacional de Paz.
Finalmente, las instancias del Gobierno que han comentado fuera de micrófono este inicio de diálogos dicen ser optimistas por otras dos razones: que todo indica que no ha habido un momento de mejor relación entre el ELN y las FARC, lo que quitaría barreras al proceso naciente, y que los primeros puntos de la agenda pactada pueden convertirse muy rápido en proyectos regionales concretos, en temas productivos, ambientales, educativos y culturales.
Con esas esperanzas, pero también con las dudas anotadas, hoy nació el proceso hacia el fin del conflicto con el ELN. Las preguntas y las aparentes certezas empezarán a tomar cuerpo pronto, una vez se sepan datos como los nombres de los negociadores y se defina la dinámica de conversaciones, de la que por ahora sólo se conoce que no le costará dinero al país, pues será enteramente financiada a través de un fondo de cooperación internacional.
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