Mientras a las afueras del Palacio de Justicia se escuchaban voces de protesta exigiendo respuestas por las víctimas del holocausto, el presidente Juan Manuel Santos pidió perdón por los desaparecidos y víctimas que dejó este hecho ocurrido hoy hace 30 años.
Sin embargo para los afectados, algunos de los cuales siguen sin conocer el paradero de sus seres queridos, esa manifestación pública estuvo guiada por la orden de reparación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y no por la voluntad del Estado de buscar la verdad.
Para Alejandra Rodríguez, hija de Carlos Augusto Rodríguez Vera, administrador de la cafetería de Palacio, faltan otras medidas de reparación. Asegura que su padre salió con vida del Palacio en compañía de militares a la Casa del Florero donde habría sido sometido a torturas por parte de los uniformados en dicho lugar y en la Escuela de Caballería, ubicada en el norte de Bogotá.
“Este acto simbólico ordenado por la CIDH no es reparador para nosotros. Más que un acto simbólico, es un acto protocolario. Nosotros esperamos que se hagan cosas efectivas, que la Fiscalía avance y se condene a los responsables de las desapariciones de nuestros seres queridos”, explicó.
Esta posición también la tuvo Juan Francisco Lanao, hijo de Gloria Anzola que desapareció en la toma y retoma del Palacio de Justicia, el 6 y 7 de noviembre de 1985, cuando él tan solo era un bebé de 18 meses.
“Ese perdón del Presidente ayuda a reparar a nivel social, pero a las víctimas lo que nos interesa es que nos digan la verdad y nos devuelvan los restos de nuestros seres queridos. 30 años después esta es una reacción demorada, qué triste que haya sido sólo por obedecer la orden de una corte”, consideró Lanao.
A su turno, Maritza Casallas Lizarazo, hija de Gloria Estella Lizarazo, dijo que más que cárcel o reparación económica, espera los restos de su madre, auxiliar de la cafetería del Palacio, a quien vio por última vez cuando era una niña de 11 años.
“Somos 11 familias que hemos esperado 30 años la verdad y la justicia y la reparación. El perdón es sincero, pero lo que queremos es que nos pida perdón el responsable de esa época”, señaló.
Por el contrario, Jorge Franco, hermano de la desaparecida militante del M-19 Irma Franco, el de Santos fue un perdón sincero, pero que tan solo marca el inicio de una ruta de reparación donde también debe haber responsabilidades por los crímenes atroces.
“Falta la verdad, es lo que nosotros queremos, se debe evitar que haya impunidad, trazar una línea entre la impunidad y el perdón (…) Por favor señor coronel (Alfonso) Plazas, díganos la verdad, no gozamos con que usted esté sufriendo, pero díganos la verdad”, pidió Franco recordando a su hermana, de quien se dice se dice fue llevada al Batallón Charry Solano, donde habría sido torturada y asesinada.
Finalmente, Jorge Molano, abogado representante de familiares de víctimas, en los casos del Palacio de Justicia, masacre, consideró que al discurso del presidente le faltó condenar con vehemencia los crímenes cometidos por agentes del Estado.
“Las víctimas esperaban conocer medidas para que lo que se hizo en el Palacio de Justicia por parte de agentes del Estado, no se repitiera. Fue un acto donde el Señor Presidente aludió mucho a la paz, a los crímenes de la guerrilla, pero guardó silencio sobre delitos del Ejército colombiano”, concluyó.
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