Hoy más que nunca cobra vigencia la frase de que cuando Estados Unidos estornuda a América Latina le da gripa. Obviamente, Colombia no es ajena a esa realidad. De hecho, la tensión es evidente, ante la imposibilidad de tener algún nivel de certeza sobre quién será el nuevo ocupante de la Casa Blanca, si la demócrata Hillary Clinton o el republicano Donald Trump.
Pensando con el deseo, el mundo latino sueña con Clinton, aunque con la reapertura de investigaciones en su contra por el FBI pareciera que la balanza se inclina en su contra, haciendo que la distancia con su rival directo se acorte.
Ante el empate técnico que muestran las encuestas, pocos se atreven a apostar sobre el futuro de la política estadounidense. En cambio, sí abren la puerta a dudas relacionadas con el escenario en que quedará Colombia una vez conocidos los resultados del 8 de noviembre. Los puntos más álgidos en el debate aparecen ante una eventual presidencia de Donald Trump, pues con Clinton el panorama sería –dicen analistas— muy similar al vivido con Barack Obama.
En la lista de preocupaciones desde Colombia está la continuidad al respaldo al proceso de paz, el comercio entre ambas naciones, la política migratoria, el apoyo económico y la cooperación bilateral.
El historiador Stephen Rabe, en un artículo para la Universidad Nacional, señala que Trump “no encontraría a Colombia en el mapa” y agrega que “tiene muy pocas ideas sobre el proceso de paz”, por lo que califica el futuro de las relaciones bilaterales como incierto, en caso de un triunfo suyo y no tanto así, con un triunfo para Clinton.
Los nubarrones en cuanto al apoyo futuro al proceso de paz son también vistos por el profesor de la Universidad Externado Javier Garay, para quien ambos candidatos tienen un desconocimiento de la realidad latinoamericana y en particular de la colombiana, al punto de considerar que los dos aspirantes “han apoyado con mucho desinterés el proceso de paz y ni Clinton ni Trump tienen como prioridad América Latina; menos a nuestro país”.
Carlos Arias, también docente del Externado, considera que Trump vería con reserva el que desmovilizados puedan participar en política, gesto que se replicaría en cuanto a la reparación a las víctimas y la restitución de las tierras. “Los republicanos que respaldan a Trump hacen parte de la ‘Sociedad del Rifle’, por lo que es posible pensar que el eventual apoyo de Estados Unidos a Colombia sea seguramente restringido o atado a una política fuerte de seguridad nacional”.
Agrega el experto que “la financiación de un proceso de paz por parte de los republicanos se vería quizás convertida en una acción militar”, postura que es respaldada por Giovanny Reyes, profesor de la Universidad de El Rosario, quien ve clara la posibilidad de que con Trump se refuerce el sector defensa.
La otra cara de la moneda se podría ver con Hillary Clinton –dice Arias- para quien el apoyo político y económico en el anhelo de alcanzar la paz ha sido más decidido con los demócratas.
RELACIONES POLÍTICAS Y DE COMERCIO
Si bien tras las elecciones en Estados Unidos las relaciones políticas serían las menos afectadas con el triunfo de cualquiera de los dos aspirantes, por tratarse de una alianza de vieja data, el comercio sí sufriría.
Por lo menos así lo considera Jorge Garay: “Trump ha dicho, y ha mostrado su molestia con la apertura comercial de EE.UU., al punto de que la campaña se concentró en el impacto de los TLC en la calidad de vida de los estadounidenses”, recuerda el experto, quien no descarta que en una eventual presidencia del republicano se pudieran dar renegociaciones en estos acuerdos, o incluso denuncias a los mismos”.
Esta idea es compartida por Carlos Arias, quien recuerda la postura radical que Trump ha mostrado y la necesidad de restringir la presencia de fuerza laboral inmigrante de bajo costo al interior de las fronteras estadounidenses. “Trump quiere reformar los tratados porque cree que se ha descuidado la economía americana por cuenta de la apertura de los comercios”.
Estas renegociaciones son también visualizadas por Giovanny Reyes, quien considera que “en caso de que gane Hillary Clinton, tenemos la ventaja de por lo menos saber que con ella, de entrada, se podrá hablar. Aunque seguramente buscará renegociar algunos aspectos”.
RECURSOS DE COOPERACIÓN
Otro foco en el que se centra la atención de los expertos es el relacionado con los recursos para la cooperación, que permanecerán igual mientras se cumplen los presupuestos y plazos para agotar los recursos asignados.
“En 1992, cuando estábamos en la efervescencia de los llamados dividendos de la paz, producto de la implosión de la Unión Soviética, se llegó a un compromiso mundial de que cada país debía aportar el 0,7 % del PIB, pero ese compromiso solo lo han venido cumplido Holanda, Bélgica, los países escandinavos y Japón. Estados Unidos, por su parte, ha venido disminuyéndolos”, dice Reyes, como preámbulo a su advertencia sobre un recorte, que cree se dará en cualquier escenario, pero que de seguro será más drástico con Trump en la Casa Blanca. “Si gana, la tendencia sería cerrar fronteras y se producirá un menor financiamiento para el desarrollo y menor cooperación”.
“La Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid) y la gran mayoría de operadores de recursos, como los que ésta posee son independientes”, dice Carlos Arias, advirtiendo que cuando dichas políticas venzan, seguramente cambiarán. Según Garay, distinta suerte se daría con un triunfo de Hillary Clinton.
EL VISADO
Un parte de tranquilidad en cuanto al visado para los colombianos entrega Garay, frente a la decisión que en 2012 adoptó Barack Obama para ampliar de 5 a 10 años la duración de las visas para los colombianos.
“Ya el país no es expulsor de migrantes”, dice Garay tras señalar que las condiciones subjetivas que nos afectaron en los años 90 y que hacían que fuéramos un país expulsor de migrantes cambiaron, por lo que –en su criterio— no debe tenerse ese temor. Además, Estados Unidos necesita de los recursos que pueden llevar los turistas nacionales a ese país.
El optimismo no es compartido por Carlos Arias, para quien muy seguramente la política migratoria para con Colombia, en caso de un triunfo de Trump, se endurecerá, por lo que “no será extraño volver a las largas filas para acceder a una visa”.
Claro que los cambios en este aspecto no van a ser inmediatos, por lo menos en turismo, pero sí podrá darse un cambio en el mediano plazo en lo relacionado con visas de negocios, pues los cambios comerciales no se harán esperar. “Estos se pueden empezar a ver a la vuelta de un año, cuando se establezca claramente una política económica por parte del nuevo gobierno, más aún si triunfa Trump”, advierte Garay, quien se muestra pesimista frente a cambios de fondo en este tema, en caso de darse un segundo mandato de Trump, pues es bien sabido que la tendencia de los gobiernos en Estados Unidos es la de quedarse en el poder no por los cuatro años del tiempo constitucional básico, sino la de permanecer en el poder ocho, sumando dos periodos.
“No creo que el tema de las visas hasta por diez años a Estados Unidos se reverse, pero sí estoy seguro de que se va a restringir”, considera Reyes ante una presidencia de Trump, de quien señala tiene en su contra que no es una persona muy preparada, pero tiene por ventaja el que su contrincante sea una mujer, lo cual parecería ser una desventaja en Estados Unidos.
¿CUENTA REGRESIVA?
Según el profesor Garay, muchos de los cambios que se puedan dar tras el relevo en la presidencia de Estados Unidos, se empezarán a sentir en el corto plazo, y de manera casi inmediata en caso de que quien triunfe sea Trump, pues seguramente recurrirá a las órdenes ejecutivas, con las cuales afectará el comercio. Si de renegociar los tratados se trata, se tomaría un par de años.
Hay que ver que Trump está haciendo la campaña casi solo, mientras su partido trata de salvar su predominio en el Congreso, lo que haría que con un triunfo del republicano el panorama de gobernabilidad fuera muy favorable. En caso de ganar Hillary Clinton se vería un escenario muy similar al que se ha dado en los últimos cuatro años en la presidencia de Obama, con división de poderes en el legislativo.
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