Columna


¿Nos van a matar a todos?

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

08 de diciembre de 2011 12:00 AM

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

08 de diciembre de 2011 12:00 AM

Dicen, en un pueblo de Montes de María, que cuando el muerto tiene el alma pura se nota en el ambiente. Que el cielo se pone triste, que la atmósfera parece que cargara con un pesar extraordinario por el final de la vida de un inocente. 
A Alberto Sierra, el inmortal dramaturgo, el admirable profesor de tantos, lo apuñalearon sin piedad en la madrugada del domingo. Apenas se cumplían unas 30 horas, cuando otro asesino, quizá más sistemático, entraba pistola en mano a una oficina del edificio Banco del Estado y, a balazos, le quitaba la vida al joven abogado de la Universidad de Cartagena, Manuel Mieles.
Las dos víctimas, el viejo y el joven, eran luces de tiempos distintos, de esas que iluminan e inspiran al resto de los mortales. La sensación inmediata frente a los asesinatos de Alberto y de Manuel, está atravesada por la idea de que esta tierra empieza a ser estéril, que no siembra nada sobre la sangre de sus muertos, que toda causa es absurda, que toda empresa honrada está destinada al fracaso, que todos los libros leídos no son suficientes para encontrar una palabra, una sola palabra, que permita que nuestro verdugo nos perdone la vida.
Nos estamos acostumbrando a contar muertos. Siete puñaladas son peor que cuatro, ¿disparó 8 veces ó 12?, ¿gritó? Catalogamos los crímenes según se nos antoja: crimen pasional, ajuste de cuentas, atracos, intolerancia. Como si el móvil del crimen fuese justificación suficiente para la atrocidad, como si todos los muertos se merecieran esa bala, por confiado, por prostituta, por homosexual, por malas compañías, por vivir en un barrio o en el otro. Y sin embargo, también por escritor, por mujer, por abogado, por desplazado, por albañil, por retirar dinero, por no pagar a tiempo una cuenta, por líder, por infiel, por iluso, por salir a altas horas de la noche, por buscar la mala hora, cuando en realidad, la mala hora nos está encontrando en todos los rincones de la ciudad.
¿Quién sigue en la lista? ¿Nos van a matar a todos? ¿Van a matar nuestros sueños, nuestra ilusión de ver a los hijos recibiendo un diploma, nuestra confianza? Van a venir por los unos y los otros, y seguiremos contando muertos. Y diremos “tantas bajas este mes, tantas bajas el otro”. Como si llegar a viejos, sentados en la puerta de la casa, fuese un privilegio para pocos.
Caminaremos con miedo por las calles, sospechando de una bala perdida o una bala encontrada. Nos acostumbraremos a asistir a los entierros de los jóvenes, a ver marchitar la ilusión de una abuela llorosa, que se pregunta por qué a su nieto. Se tendrán que construir más cementerios y menos salones de clase.  Más actos fúnebres y menos celebraciones. Y los gritos de los poetas ya no nos parecerán extraños. Porque muchos poetas gritarán de miedo. 
El próximo lunes 12 de diciembre a las 3 de la tarde, se realizará en la Torre del Reloj la jornada de resistencia a la violencia ¿Nos van a matar a todos? La invitación está abierta para todos aquellos que quieran participar.

*Psicóloga

claudiaayola@hotmail.com

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