Columna


Abrir las troneras de Cartagena a la inversión

AP

02 de febrero de 2012 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

02 de febrero de 2012 12:00 AM

Ya está bueno de tanto remilgo, y de remilgosos, que se resisten a la inversión en Cartagena.
Y bueno ya, de estar oponiéndose con ideas maniqueas a hacer de Cartagena lo que debe y tiene que ser: una ciudad abierta a la inversión que posibilite concebir de manera real y efectiva un desarrollo industrial de calidad, generador de riqueza, empleo y mayores oportunidades de inclusión y equidad para su núcleo poblacional.
Cuanto ha avanzado Cartagena en los procesos de industrialización a los que convoca su estratégica posición territorial y cuanto ha debido significar ese avance en términos de crecimiento económico, mejoramiento del ingreso y de la calidad de vida de su población derivados del empleo que es inherente a dichos procesos, son referentes que de seguro nos darán la dimensión exacta de cuanto, también, ha sido el perjuicio derivado de ir a contracorriente de las dinámicas del modelo inversionista.
Eso de seguir atendiendo las peroratas de quienes con premisas falsas construyen razonamientos falsos acerca de la inconveniencia de provocar la transformación de Cartagena desde la perspectiva de la industria, es opinión que se debe combatir sin tregua y con decisión inquebrantable de avanzar en esa trayectoria del progreso y el desarrollo de la sociedad.
Que la vocación de Cartagena es turística y cultural y únicamente por esas avenidas debe embocarse su proceso de crecimiento y expansión económica, que para nada riñe con la de avanzar en la consolidación de la industria en sus muy variadas ofertas, es una entre tantas de las sugestiones que esgrimen quienes validos de las más pintorescas investiduras se proclaman defensores de oficio de Cartagena.
Si bien los redivivos Blas de Lezo, mulatos y blancos, nativos y extraños, están de acuerdo con el destino turístico por excelencia de Cartagena, se oponen a que sea de clase, calidad y mundial. Mejor dicho, turismo sí, pero de pastel, chicha, mecato, arepaehuevo y empanada. Nada de campos de golf, marinas, yates, hoteles de lujo, vuelos chárter, que es el turismo productivo y generador de empleo. Y el que Cartagena debe ofrecer al mercado mundial, a la inversión extranjera, si en verdad quiere convertirse en atractivo para esa industria.
En cuanto a los pobres tras los que se parapetan aquellos para sustentar su discurso antiprogreso y antiinversionista, en la medida en la cual se genere empleo de calidad en la industria turística, petroquímica, minera, de alimentos, naviera, de la construcción u otra, en esa medida esos pobres van a conseguir empleo y a recibir un salario, demandar bienes y consumir productos y mercancías, mejorar su nivel de vida, su educación y su hábitat.
En suma, a ser menos pobres y a tener más oportunidades de inclusión social. Y si los advenedizos defensores del pobrerismo a perpetuidad no lo creen, pues que indaguen con Pero Grullo para que logren entender.
Entre tanto, quien quiera sea el promotor e inversionista, bienvenida para Cartagena la construcción de edificios en Chambacú, el puente de 13 mil millones, el mercado de yates y de hoteles, otro campo de golf, la ampliación de Reficar. Y cuantas obras más ayuden a generar empleo en Cartagena, a disminuir la pobreza, a desarrollar la educación, la ciencia y la tecnología local.
Ya era hora.

*Poeta

elversionista@yahoo.es
@CristoGarciaTap

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