Columna


Al margen del debate

ARACELI -CHICA- MORALES LÓPEZ

30 de mayo de 2012 12:00 AM

ARACELI -CHICA- MORALES LÓPEZ

30 de mayo de 2012 12:00 AM

Cartagena es una de las ciudades de Colombia con mayores riquezas históricas y culturales, siendo hoy motivo de debate el cómo y a quién le corresponde su manejo, en una controversia que requiere ciertas precisiones.
El patrimonio histórico de la ciudad, en buena hora calificado como Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional, no es de la ciudad ni del Distrito, sino parte del patrimonio de la humanidad, si bien por su ubicación y tradición, es parte de la cultura de la ciudad y los cartageneros hemos sido sus custodios y lo seguiremos siendo en años venideros.
Desde 1923 la administración y cuidado de este patrimonio está en cabeza de la Sociedad de Mejoras Públicas, entidad privada, sin ánimo de lucro, que con su trabajo ha permitido conservar esta riqueza y engrandecerla mediante su restauración y renovación.
Los intereses de la ciudad y los del país no pueden contradecirse. No se trata del manejo administrativo, político o burocrático. Hoy hablamos del cuidado y preservación de un tesoro no replicable y no renovable, de una historia vigente y parte de nuestro futuro, monumentos que se integran a nuestra idiosincrasia y que atraen los ojos del mundo, invitando al turismo y dando esplendor a nuestra ciudad.
Es tanta la importancia de los bienes que debemos preservar, cuidar, mantener y engalanar, que para actuar es indispensable dejar de lado intereses particulares, orgullos ofendidos, beneficios temporales, sentimientos regionales. Lo que al país y a Cartagena se le impone es decidir con una grandeza que se corresponda con los bienes que debemos proteger para ir más allá del tiempo y legar a las futuras generaciones esa herencia de un pasado doloroso y heroico, parte de la historia de nuestra ciudad, Colombia, América y del mundo.
Nuestra generosidad, la amplitud de criterios y la disposición para ceder ante el beneficio general, son las bases para llegar a los mejores acuerdos y garantizar adecuadas ejecuciones.
Miremos la situación de una manera creativa, ampliamos el horizonte, archivemos disputas, retomemos el tema y creemos los lazos y las alianzas para que estos patrimonios universales se protejan para disfrute y enseñanza de las generaciones venideras.
Seamos generosos. A la Sociedad de Mejoras Públicas debemos reconocerle las labores cumplidas, la experiencia adquirida, la capacidad demostrada y su potencial de aportar mucho más en el manejo de bienes tan preciados como el castillo de San Felipe de Barajas, el cordón amurallado, la Torre del Reloj, la batería del Ángel San Rafael, las bóvedas y los fuertes de Manzanillo y Bocachica.
Al distrito de Cartagena debemos reconocerlo como natural custodio de este patrimonio y como el ente que puede integrarlo a su desarrollo futuro. La manera como cumpla con esta sagrada misión y las entidades en quienes deba apoyarse, serán temas de análisis y esperamos, de acertadas decisiones.
La situación requiere respuestas sin apremios. Los bienes que queremos preservar están allí desde hace varias generaciones y allí continuarán más allá del tiempo de quienes hoy nos preocupamos por ellos. Su permanencia se mantiene por encima de nuestras vidas y cuando todos nosotros estemos olvidados ellos recordaran que un día, un grupo de colombianos, en Cartagena, tuvieron la capacidad de elevarse sobre sus propias debilidades para cuidar esa historia que es y será la base de nuestro futuro.

*Ex ministra de Cultura

galeriachicamorales@yahoo.es

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