Columna


Amable o inviable

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

14 de mayo de 2011 12:00 AM

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

14 de mayo de 2011 12:00 AM

¿Será cierto, como he escuchado decir a varios amigos, que el proyecto de ciudad amable pronto se transformará en el fracaso de ciudad inviable? Todo porque corre la noticia, confirmada por el Alcalde, de que Sincelejo se quedará sin recursos para atender no sólo las obligaciones que surgieron de las relaciones entabladas entre el ente con sus servidores y contratistas, sino las derivadas de las condenas que le impusieron los jueces por la responsabilidad que le correspondió en el desastre de las corralejas y por la celeridad con que se desvinculó a un grupo de funcionarios, desconociendo la normatividad que los amparaba y el deber de proteger el interés general.

Desconozco la hondura del déficit. Pero sé que a ningún alcalde le agrada que el ente que dirige no cuente con los medios para honrar sus compromisos, en especial cuando la situación se presenta mientras ejerce el cargo. Es como contemplar la ruina de su empresa, sin importar que ella se hubiera originado en desaciertos cometidos antes de asumir el mando, durante su gestión o que resulte de una combinación de situaciones ocurridas antes y durante. Al fin de cuentas es él quien pondrá la cara, explicará la debacle y asumirá el deterioro de su imagen, mucho más cuando se acude a la reestructuración de pasivos, que es hoy considerado un trámite para timar a los proveedores y esconder las deficiencias en la gestión.
Por eso hay quienes sostienen que la restructuración de pasivos en vez de acuerdos deberían denominarse sometimientos de los acreedores a la ineficacia y al capricho de los gobernantes que arruinaron a los entes cuyas finanzas pretenden salvar con la aplicación de esta herramienta, que si bien sirve para paliar las dificultades derivadas de los déficit de caja en que permanecen el Departamento de Sucre y la mayor parte de los entes territoriales que lo conforman, no ha sido manejada con racionalidad y proporcionalidad, pues se apoya en el supuesto de que el detrimento patrimonial lo debe soportar el acreedor, a pesar de que quien fracasó fue el Estado.
De modo que, aunque se satisfaga a los acreedores y se restablezcan las arcas de la entidad, siempre quedará la sensación de incompetencia y despilfarro que conduce al sacrificio de quienes suministraron bienes, prestaron servicios o ejecutaron obras, porque a ellos no sólo se les impone renunciar a los intereses, corrección monetaria y otros beneficios, sino que se les postergan los pagos, lo que comporta pérdida de poder adquisitivo y la certeza de que estos procesos terminaron convirtiéndose en un mecanismo para saquear con impunidad tanto el erario como el patrimonio de aquellos que colaboran con la Administración.  
El Alcalde tiene la oportunidad de restituir la confianza en su gestión y en la restructuración, demostrando que Sincelejo, a pesar de que pedirá una tregua para recomponer sus finanzas, todavía puede aspirar a instalarse en el progreso, partiendo de garantizar a sus servidores y colaboradores el reconocimiento de sus derechos sin menoscabos y satisfaciéndolos dentro de términos que no susciten la sensación de abuso y desinterés por la suerte del ente y de quienes fueron sus empleados o le sirvieron de apoyo en la consecución de su propósito de hacer de esta una ciudad amable.

*Abogado y profesor universitario

noelatierra@hotmail.com

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