Columna


Amad a vuestros enemigos

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

20 de febrero de 2011 12:00 AM

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

20 de febrero de 2011 12:00 AM

La diferencia fundamental de quienes creemos que Jesucristo es el camino al Padre es la capacidad de amar aún a quienes nos hacen daño o nos persiguen, tarea dura y difícil, pero la única con capacidad transformadora de nosotros mismos, de los demás y de la sociedad.
Solemos juzgar a quienes actúan de manera diferente a lo que consideramos los principios o valores fundamentales para nuestra existencia y optamos muchas veces por distanciarnos afectivamente de ellos. La propuesta que Jesús nos hace es que aunque no compartamos sus criterios y comportamientos los amemos: “Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen”*, él fue consecuente, ofreciéndose en la cruz por la salvación de todos.
Si en Colombia, nos tomáramos en serio, la propuesta que nos hace el evangelio, estaríamos rezando además de por quienes pertenecen a las fuerzas del orden, por quienes pertenecen a las guerrillas, al narcotráfico, a grupos paramilitares, a bandas criminales, por los que se lucran de manera inapropiada, por todos los que nos ofenden de alguna manera, reconociendo que la única esperanza de cambio o transformación en sus vidas, proviene de que experimenten el amor de Dios.
Todos los seres humanos tenemos la opción de la conversión. Quienes eligen hacer daño a los demás, de cualquier forma, están interiormente enfermos por faltas en el amor humano y porque no han estado abiertos al amor sanador y misericordioso de Dios. Si los enfrentamos solo de manera represiva, sus vidas no tendrán la esperanza de la conversión del corazón, eje de transformación del ser humano.
Por supuesto que debemos perseguir al delincuente y es necesario aplicar la justicia de manera transparente y eficaz, pero al unísono, debemos estar propiciando la conversión de todos los que actúan de manera inapropiada, con la conciencia que si nos miramos a nosotros mismos de cara a Dios, tampoco hemos sido perfectos y a pesar de eso, hemos experimentado el amor de los demás y de Dios en nuestras vidas, con su poder sanador y reconciliador. Al sentirnos amados, quedamos con una capacidad extra de amar aún a quienes nos hacen daño, porque deseamos que experimenten el bien y el amor en sus vidas.
Trabajemos por el gran sueño de aprender a vivir y a convivir en paz y armonía entre todos los colombianos. Se requiere esfuerzos de todo orden para lograrlo. Honestidad, transparencia y ardua dedicación de nuestros líderes y de todos, trabajo de fondo por la justicia en el que nos metamos las manos en el bolsillo y abramos el corazón para propiciar mejores condiciones para quienes sufren, que vivamos de acuerdo a los principios divinos, volviendo a lo fundamental, el respeto por el ser humano, el fortalecimiento de la familia, como nicho de amor y educación en valores, protegiendo nuestra mente con buenas fuentes de formación, superándonos permanentemente, fortaleciendo nuestra voluntad, sabiendo que el reto es ir perfeccionándonos cada vez más: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”, “seréis santos porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo”.*
Dios nos ha prometido que si volvemos nuestros ojos a Él, escribirá sus leyes en nuestro corazón y seremos su pueblo en el que brillará la justicia, la verdad, la integridad, la paz y el amor.
Lv 19, 1-2.17-18; Mt 5, 38-48

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS