Columna


Angélica, otra luz que se apaga

REBECA GONZÁLEZ DE LEÓN

02 de julio de 2012 12:00 AM

REBECA GONZÁLEZ DE LEÓN

02 de julio de 2012 12:00 AM

Así como el nombre de Rosa Elvira Cely, la mujer que fue salvajemente violada y empalada en el Parque Nacional, en Bogotá, el de  Angélica Gutiérrez Marín perdurará en la mente de los ciudadanos que repudiamos la violencia y el maltrato del que somos víctimas las mujeres en esta sociedad plagada de criminales.Angélica no había cumplido aún los 20 años, como cualquier joven tenía un futuro prometedor. Era bella, estudiaba Derecho, residía en Cartagena, sus amigos la describen como una persona alegre y con mucho carácter. Por la mente de esta joven jamás pasó que su expareja, con la que duró seis meses de relación, fuera a atentar contra su vida.
La expareja de Angélica le cercenó los dedos con un machete, le ocasionó diversas fracturas,  la golpeó salvajemente, la roció con gasolina y le prendió fuego en todo el cuerpo. Angélica sacó fuerzas y salió envuelta en llamas a pedir ayuda a los vecinos. Al igual que Rosa Elvira Cely, luchó hasta el último minuto por vivir, pero no soportó las quemaduras ocasionadas en el 90% de su cuerpo, las múltiples heridas causadas, y murió.
Angélica ya no está. Hoy hace parte de la enorme lista de mujeres que mueren de manera brutal en Colombia. Sus proyectos, sus ilusiones, su sonrisa, su futuro: desaparecieron. Hoy solo queda dolor y un sentimiento de impotencia en sus familiares y amigos. ]
El presunto asesino de esta joven fue capturado, estando en un calabozo de la Fiscalía, se quitó la vida ahorcándose con su propia camisa. Pero eso no cambia en nada las cosas. El sinsabor de que no se hizo justicia, queda.
Y una vez más se trata de la pareja de la mujer, la que es sujeto activo en este tipo de delitos. Angélica fue asaltada en su buena fe, creyó en un hombre que terminó siendo un  monstruo, así como le ocurrió Rosa Elvira Cely, así como ocurre con muchas mujeres. También a lo anterior, sumémosle las deficiencias en los centros de salud del país. Cartagena no se queda atrás, esta joven fue trasladada de una clínica a otra, pues en donde la llevaron inicialmente no tenían cómo brindarle la atención que requería.
No hay palabras para describir la indignación que siento. ¿Qué carajos está pasando por la mente de algunos hombres? ¿Por qué el maltrato? ¿Por qué el odio irracional? ¿Por qué quieren vernos muertas?
Insisto una vez  más en la necesidad de que las autoridades y el Estado tomen medidas efectivas que reduzcan este tipo de delitos y que no permitan que queden en la impunidad. La reforma a la justicia en este país, en lugar de ir encaminada a beneficiar a los lagartos que tenemos como congresistas, debe planearse para que este tipo de crímenes sean judicializados como debe ser y se impongan sanciones ejemplares.
A los familiares de Angélica, les doy mis sinceras condolencias. Sé que no hay palabras que puedan sanar el dolor que están sintiendo. Y por ti, Angélica,  encenderé una velita. Rezo por tu alma. Rezo por las mujeres que quedamos en este mundo hostil, rezo porque estoy asustada.
¿Quién será la próxima? Indignémonos. 

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