En el día a día leo y veo las noticias, analizo el fondo del asunto, evocando uno de los miles de ejemplos de nuestro país y ciudad, en el caso de Samper y muchos más presidentes, altos funcionarios del poder público de otrora y recientes, que dedican sus períodos a defenderse de todas las acusaciones a las que son sometidos, olvidando que su función es sacar adelante a un país, departamento, municipio o corregimiento en aras del progreso, equilibrio social, protección ciudadana y todo lo que cojea, pero ellos, ocupados en sus asuntos personales (honra y dignidad), sacan sus garras para demostrar su inocencia, robándose los titulares que llenan páginas y páginas mientras las ejecuciones del meollo del asunto, “Salvaguardar los intereses de un pueblo”, reposan adormilados y en espera.
Hay listas interminables que nos mantienen al borde de un abismo colapsando las estructuras físicas y morales de todo un pueblo. Cartagena tiene una alcaldía en condiciones de maniquí, cambiando la pinta para cada festejo, cinco veces en menos de nada. Hemos sido abordados por rostros, ropajes, pensamientos e ideologías diferentes, con políticas de acomodo, de intereses creados, de sofismas de distracción y en ese tejemaneje no vemos qué se está haciendo por la ciudad.
Todos los que han asumido interinamente el cargo del alcalde de Cartagena, con excepción del nombramiento oportuno del Dr. Bruce Mac Master, comienzan a defenderse de los trapos al sol que salen a relucir de inmediato y entonces empieza la misma cuenta regresiva demostrando lo impecables que son con un currículum vitae íntegro. Está indicado que contra “el pasado está borrado y olvidado” no hay nada que hacer y “aquí no pasa nada y no sigue pasando nada”.
El problema no queda anquilosado en ese punto, le sigue inmediatamente el remezón del cambio de gabinete, que entre otras cosas nos reafirma la mancornada para ajustar bien los puños de la camisa, acrecentando la fortaleza de esos pocos que se preparan para asistir al banquete del millón y no propiamente para recolectar fondos y ayudar a los más necesitados, sino para engrosar su capital que les asegure esta vida y la otra.
Ante la oportunidad de gobernar sin gobierno, de participar en política democrática sin democracia, al posicionarse con “embestidura” sin compromiso real y cierto, nos encontramos rodeados de personas que nos seguirán llevando a la bancarrota. Con yelmo y armadura se defienden de las denuncias y ofensas de la opinión pública. Aborrecidos de sentir la misma brisa golpeando descaradamente los cachetes de los observadores que no nos resistimos a perder lo poco que nos queda de ciudad a la deriva que se hunde con todo y tesoro, le corresponde de inmediato a nuestro alcalde recientemente nombrado, diligenciar, ejecutar y actuar para que salgamos a flote.
No cabe la frase “lo estamos haciendo, pero todo a su tiempo”. El tiempo se agota, no existen excusas para comenzar a ver las obras urgentes que son demasiadas, ninguna tiene primacía, todas son prioritarias. Manos a la obra, actuemos por Cartagena, brillemos con presencia y no por ausencia, que valga la pena las críticas por acción de obras y no por su omisión.
*Escritora
licorcione@gmail.com
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