Columna


Aún aquí, Benkos Biohó

ORLANDO JOSÉ OLIVEROS ACOSTA

23 de marzo de 2011 12:00 AM

ORLANDO JOSÉ OLIVEROS ACOSTA

23 de marzo de 2011 12:00 AM

Ese día en la Academia Nacional de Historia Colombiana los historiadores más reconocidos del país estaban discutiendo sobre el lumbalú que se le debía hacer a Benkos Biohó, pues se cumplía otro siglo más sin que se le hiciera un rito funerario o se le recordara en las clases de sociales, cuando era borrado por las aventuras de un Colón rogándole a la Santa María que la Niña bien Pinta encontrara tierra firme. La intención procuraba cambiar aquello de que el agua no era el disolvente universal, como decían los químicos, y que en cambio sí lo era la educación escolar, diluyendo el gran pasado precolombino y desmenuzando héroes cimarrones.
«Hagamos la conmemoración en la Plaza de la Aduana porque allí lo ahorcaron», dijo uno con cara de intelectual; «No lo ahorcaron, lo descuartizaron en doce partes y las repartieron por toda la provincia», rebatió otro viejito; «Hagámosle la ceremonia en La Popa y Tolú Viejo, que era en esos lugares donde escapaba de la Legión de la Santa Hermandad», propuso un señor canoso; «Mejor en el Centro para hacer referencia simbólica al Palenque de la Matuna», aportó un anciano con acento pomposo, y ya en el momento en que podía surgir otra participación pontificia una voz rompe el espacio desde otro lado de la mesa: «Lo siento mucho señores, la vaina está bien clara: no se le hace un lumbalú a una persona que todavía no se ha muerto».
Quienes creen que Benkos Biohó murió un dieciséis de marzo no han visto caminar al tigre Cimarrón por las aceras, ni les contaron que en muchas noches coloniales la libertad iba en forma de fantasma apareciéndosele a los pueblos palenqueros, remolcando consigo la locomoción de las gacelas, emancipando dignidades, trazando mapas de manumisión en las trenzas de las mujeres, ni saben que hoy existe un Palenque de San Basilio donde la lengua palenquera reemplaza el silencio de su estatua; Benkos, nadie alcanza a ver que fuiste el primer libertador de América, al que más pasaron por manteca en clase, que tú no eres Bolívar sino que Bolívar siempre fue un Biohó, bemba subversiva, alma de carbón y fuego, ¿no fuiste tú quién llegó a Haití, a Puerto Príncipe, al Congo en forma de gente, de multitudes poseídas por sombras felinas?, sometiste a espadas con palos, a carabinas con flechas, y al mundo entero someterías con tu ideología, lo dispararías directo al sueño de una tierra sin esclavos, de un planeta globalizado como un Palenque.
Benkos Biohó está en todas las trenzas que llevaron a un camino secreto, que guardaron alguna semilla escasa, en la vajilla de electroplata de las palenqueras o en la tekné de las peinadoras, en el charol amotinado de nuestro espíritu, no pudieron haberte matado en la Plaza de la Aduana: a tu cabeza cortada le crecieron más y más cabezas, crecieron en toda la substancia cimarrona.
A donde lleva tu cabello la libertad logra trenzarse sin estar amarrada: onde kabeo si yega, libbeta a se trensa asina sin malalo.
Tu lumbalú será el único que no llegue.

*Estudiante de Derecho de la Universidad de Cartagena

arquerolivero@hotmail.com

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