Columna


Bajo un buen gobierno

EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ

28 de diciembre de 2010 12:00 AM

EDMUNDO LÓPEZ GÓMEZ

28 de diciembre de 2010 12:00 AM

No recuerdo otro gobierno con tan alto respaldo después de los cien días de prueba, como éste del presidente Santos. Contar a estas alturas con un 90% de opinión favorable en medio del desastre invernal y otras calamidades es admirable, en tanto la gente suele cobrarle sus infortunios al Gobierno de turno, así las causas no tengan nada ver con él.
Que haya calma en nuestras fronteras y que los presidentes Chávez y Correa encabecen la lista de nuestros amigos en el Continente era impensable hace un año. Pero el milagro se hizo sin que hayan aparecido otras razones para poder atribuirles hechos tan cargados de esperanzas.
¿Y qué decir del funcionamiento del Congreso, que aparentemente ha batido todos los records de eficiencia en su tarea legislativa? ¿Cómo no registrar –casi como otro milagro– que se hayan aprobado proyectos de reforma constitucional y de leyes importantes en tan corto tiempo, incluso sin mayor ruido de la oposición?
No puede existir la menor duda de que si no se hubiese pactado el gobierno de unidad nacional, otros serían los resultados. Así lo habíamos vaticinado desde cuando el candidato Juan Manuel Santos lo planteara como propuesta política en la campaña presidencial.
Con este reconocimiento no renunciamos a las bondades del esquema Gobierno-Oposición, que se desarrolló exitosamente en épocas anteriores, pero el cual, dados las desafíos que debían afrontase en medio de la crisis económica global, no resultaba conducente aplicarlo, sino buscar, en cambio, políticas de consenso o de compromiso solidario entre los partidos con representación en el Congreso Nacional para adelantar una agenda de reformas que sólo podían tener futuro a través de acuerdos programáticos, más allá de los que se pactan en gobiernos d coalición burocrática propiamente dichos. Así lo vio el candidato Santos y de ahí los buenos resultados que cosecha como Presidente.
El ambiente de colaboración armónica entre los órganos ejecutivo y legislativo, dentro de ese enfoque, ha resultado ejemplar, o ejemplarizante, para mejor decir. Sólo faltaba que en el órgano judicial del poder público - de manera especial en las altas cortes-, se reflejara ese mismo espíritu, pero como lo observamos en uno de nuestros comentarios anteriores, “diablos invisibles” deambularon por los lados de la Corte Suprema de Justicia, que le impidieron durante más de un año no solamente elegir en propiedad su propio presidente, sino otros magistrados de sus Salas y al Fiscal General de la Nación.
Fue necesario que el presidente Santos oficiara como sacerdote mayor para exorcizar del cuerpo de la Suprema demonios perturbadores. ¿Otro logro milagroso?
Justo y necesario resulta ponderar la labor de la Corte Constitucional. En su independencia y en la sabiduría de sus decisiones, ha venido reposando la confianza ciudadana, y por qué no decirlo, la certeza de que en Colombia existe una democracia constitucional regida por el derecho y no por la arbitrariedad. Lo propio puede predicarse del Procurador General de la Nación.
Así lloremos las desgracias de la tragedia invernal, debemos mirar con optimismo el nuevo año.
¡Colombia está en buenas manos!

*Ex congresista, ex ministro, ex embajador.

edmundolopezg@hotmail.com
 

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