El miércoles pasado el señor arzobispo presentó a la Comisión de pastoral su preocupación por el deterioro de los techos de la catedral y Santo Toribio así como el de la Ermita del Pie de la Popa, a la que el padre Sahabel Porto le ofrece sus desvelos con campañas que muchas familias poperas, entidades y empresas debemos seguir apoyando. Los templos de la ciudad merecen cuidado por ser referentes de identidad, historia y memoria.
A ello obedece la iniciativa de crear la comisión para los bienes y el patrimonio artístico de la Iglesia de Cartagena. Será responsable de una estrategia para mantener, conservarlo y sostenerlo. Así es como la Iglesia fortalece el diálogo con el mundo del pensamiento, la ciencia, el arte y la cultura.
Podría la comisión inventariar el patrimonio, organizar exposiciones de arte sacro y promover publicaciones. El padre Tulio sería un excelente asesor. Ayuda el que Cartagena tenga arquitectos, historiadores, restauradores, investigadores, empresarios y gestores del arte y la cultura para preservar el patrimonio. La historia de la ciudad integra a todos y en ella nos integramos todos. Es un acervo de identidad.
Permítanme ahora hablarles de mi historia personal con la catedral de Cartagena. Corría 1985, año de la juventud declarado por la ONU. Organizamos eventos y los clausuramos en la Catedral. Muchos jóvenes no la conocían. Monseñor me pidió darles una “charlita” sobre su historia. Yo, más o menos informado, comencé por el dato que tenía más preciso: “En 1953, el Papa Pío XII concedió a la catedral de Cartagena el título litúrgico de Basílica Menor por Breve Apostólico del 20 de octubre de ese mismo año”. Un joven me preguntó por qué la catedral era basílica menor. Respondí que basílica era una palabra de origen griego que significaba la casa del rey y que cuando la Iglesia declaraba un templo basílica menor indicaba un reconocimiento oficial como morada del Señor del cielo y de la tierra. “Mi pregunta es por qué es basílica menor”, insistió el testarudo pelao. Confieso que no tenía mucha claridad en la respuesta.
Olvidé que las cuatro mayores son las de Roma y el resto son menores. Pero yo no estaba dispuesto a reconocer, ante el arzobispo y los muchachos, mi escandalosa ignorancia. Fue allí cuando se me prendió el bombillo y dije mirando los muros y columnas de la catedral: “Basílica menor todas las que son de piedra…;basílica mayor todas las que son de carne. Es decir, el ser humano. Basílica mayor somos todos nosotros los jóvenes y el obispo. Todos somos casa del rey”. Monseñor asentía con su cabeza como absolviendo mi culpa y valorando mi recurso. Finalizada la celebración y de regreso a Turbaco con los jóvenes, nos encontramos en la banca a la entrada de la casa cural a “Jechu”, que estaba borracho porque algunos irresponsables le habían dado ron. Jechu era el amigo de todos, con Síndrome de Down, parte del grupo y el primero en bondad y cariño. Uno de los jóvenes me dijo: ¿Padre Rafa basílica menor o basílica mayor? Yo le dije: Jechu es Basílica mayor. Lo cargamos y se lo llevamos al señor Esteban, su papá.
*Director del Programa de Desarrollo y Paz del Canal del Dique.
ramaca41@hotmail.com
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