Columna


Capitalismo y prostitución

REDACCIÓN COLOMBIA

03 de mayo de 2012 12:00 AM

MURIEL ANGULO

03 de mayo de 2012 12:00 AM

Para cualquier persona medianamente informada es claro que la prostitución y la pornografía, junto al tráfico de armas y de drogas, son los músculos más poderosos del capitalismo; gracias a estos negocios ilícitos, no sólo se fortalece la banca y la ultraderecha del mundo, sino que aumenta, de manera directamente proporcional, la criminalidad sobre la faz de la tierra. Sin embargo, cuando del tema se trata, los medios de comunicación utilizan el viejo truco de la desinformación para salir del problema y proteger a sus multinacionales patrones.
El sonado escándalo sexual de Cartagena, que visibiliza lo que ya sabíamos, ha sido utilizado, no para investigar a las mafias que se mueven detrás del asunto, sino para satanizar la sexualidad de la mujer y calificar a la ciudad como un destino de “embrujo sexual caribe”.
La mentalidad policiva y puritana del régimen capitalista, que ha hecho estragos en las nuevas generaciones, amenaza al mundo con ponerle fin a “la maldad que lo consume” que no es otra maldad distinta a la que ella misma produce. En Colombia, un país que ostenta el tercer puesto entre los más inequitativos del planeta, el negocio de la prostitución, una empresa que transforma en bienes y servicios uno de los peores crímenes contra la humanidad, es un negocio redondo.
Mientras el hambre, la miseria y la ignorancia sean la única opción de vida para millones de colombianos, la trata de personas y el cuerpo de la mujer serán un botín de guerra y un campo de batalla. Aun así, buena parte de la sociedad colombiana legitima esta conducta y guarda silencio; la seguridad sin democracia ha logrado que las empresas criminales prosperen, sin hablar de la mortífera industria de la guerra, que las contiene a todas.
En medio del derroche de la Cartagena turística y hotelera, privatizada y asegurada por la aristocracia criolla, la otrora Ciudad Heroica de Pedro Romero, el líder mulato de Getsemaní, se hunde en la pobreza; mientras tanto, su clase alta y dirigente mira hacia arriba para no “contaminarse” y huye hacia Miami, su tierra prometida.
Por eso, el escándalo que se armó en La Heroica, no fue sino el resultado de una culinaria y exitosa operación bursátil que puso en la misma olla a prostitutas colombianas, las aderezó con la llamada confianza inversionista, y por último las revolvió con hambrientos agentes secretos del país más mercantilista del mundo. Una explosiva mezcla casera que finalmente cumplió sus objetivos: satisfacer los apetitos sexuales del Imperio y ocultar el fracaso social de la Cumbre de las Américas. Pero no olvidemos que “Bussines are Bussines”, como respondió un ejecutivo gringo en la Cumbre de empresarios cuando Patricia Janiot le pidió su opinión sobre la indigencia en América Latina: “…;ahh, claro, a la gente hay que sacarla de la pobreza, porque esos millones de personas serán los futuros clientes de nuestros negocios”. Lo que en plata blanca significa, que a mayor pobreza, mayor ganancia empresarial: capitalismo y avaricia en estado puro.
Mientras Colombia siga siendo un territorio ocupado y subastado, y su modelo económico produzca exclusión, injusticia, opresión, inequidad y muerte, cada vez habrá más dinero ilícito en los bancos, y más prostitutas en la calle.

*Artista

murielangulo@hotmail.com

*Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

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