Como si las inundaciones no fueran suficiente carga para los cartageneros, ahora se nota otro flagelo. Dentro del contexto tan complejo del mercado laboral colombiano, no debía sorprender lo que sucede en Cartagena si sus indicadores fueran similares al promedio nacional. Ya esto sería bastante dramático dada la pobreza y desigualdad de esta ciudad. Pero no es así. Como lo acaba de denunciar la Procuraduría General de la Nación basada en un estudio realizado con el apoyo de De Justicia, uno de los centros de pensamiento más serios del país, el trabajo en Colombia es "un desperdicio de capital humano. El 63% gana menos del mínimo" y el grueso de la población activa está en la informalidad, con todo lo que eso significa. "Seis de cada diez colombianos que tienen trabajo no cuentan con un empleo digno. Ellos laboran por cuenta propia y la mayoría son informales, han sido enganchados sin contrato laboral, ganan menos del mínimo y están por fuera de los sistemas de seguridad social."
Pero lo grave de estos análisis es que en Cartagena, junto con Quibdó, Popayán, Manizales y Pereira, según este trabajo, conseguir empleo formal es casi imposible. Cartagena figura también entre las ciudades afectadas por la situación laboral de los afro-descendientes, junto con Cali, Buenaventura y Medellín. En este grupo poblacional "el 65 por ciento de los encuestados reciben menos de un sueldo mínimo mensual y el 47 por ciento tiene empleo informal".
Popayán es una de las ciudades más azotadas por la violencia, narcotráfico, y, en general, por todos los males nacionales, con poca capacidad de respuesta. No tiene una industria sólida y presenta problemas de gobernabilidad, con conflictos no resueltos con sus poblaciones indígenas. No es una disculpa sino una posible explicación. También hay razones válidas para entender parte del Eje Cafetero. Allí las remesas por la emigración de grandes sectores poblacionales, especialmente mujeres a España, han sido una parte importante de sus ingresos, que cayeron a raíz de la crisis española y europea en general. Además, el café, su producto tradicional, se ha desplazado a otras zonas como el Huila por ejemplo.
Pero Cartagena, con Mamonal, con un gran atractivo turístico de alto nivel, nacional e internacional, no debería aparecer tan mal en el empleo. Toda la clase rica y dirigente del país tiene casa, pasa vacaciones o asiste permanentemente a Congresos en esta ciudad. Están recibiendo turistas extranjeros que llegan en cruceros; tiene un centro histórico sofisticado y hoteles boutique como en los mejores centros turísticos del mundo, e igualmente costosos. ¿Dónde está la explicación para esta situación laboral desastrosa? Falta por mencionar la gran agenda cultural que también atrae a mucho turista y gente famosa que gasta.
¿Será que Mamonal no contrata sino cachacos? ¿Será que hay un desfase entre la oferta educativa de la ciudad y las demandas industriales y de turismo? O será que las actividades dinámicas están concentradas en un pequeño grupo que ha mandado de vacaciones su gran responsabilidad con su gente? Pobres, desempleados, inundados y rodeados de riqueza, como lo señaló Óscar Collazos.
¿Ustedes los cartageneros que viven allá, seguirán mirando para el otro lado y eligiendo a la rosca de siempre? Ustedes tienen la palabra.
cecilia@cecilialopez.com
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