Columna


Ciudad y universidad

ALBERTO ABELLO VIVES

07 de mayo de 2011 12:00 AM

ALBERTO ABELLO VIVES

07 de mayo de 2011 12:00 AM

Dolor de ciudad. Es lo que se siente cuando se conocen por los medios de comunicación de la ciudad las últimas noticias de su vida universitaria. Un ex rector de la universidad pública iría nuevamente a prisión por la realización de contratos cuestionables con una entidad territorial para realizar obras de infraestructura al otro lado del país, a muchos kilómetros de la Calle de la Universidad, aprovechando la “autonomía universitaria”. Primera noticia.
Un informe periodístico y valiente de investigación de la revista Semana revela un  entramado de manejos administrativos y financieros en una corporación universitaria sin ánimo de lucro dirigidos al lucro particular de una familia. Segunda noticia.
La ciudad sabía de ambos casos, hablaba de ellos, pero miró a otro lado. La vida en ella nunca se alteró y la rutina siguió. Como si estos dos casos no fueran un ejemplo excelente de la exigua responsabilidad social por la calidad de la educación. Dígame qué universidades tiene y le diré qué ciudad es, podría decirse.
En algún momento de la historia urbana se le dio la espalda a la universidad pública de trayectoria y reconocimiento, se permitió su desfinanciación y las clases acomodadas prefirieron enviar sus hijos a las grandes ciudades. Resuelto el problema.
Ante el movimiento estudiantil en la universidad pública en la década de los sesenta, cuyas reivindicaciones hoy han sido incorporadas en su gran mayoría a la vida universitaria, pero que en ese momento causaron el repudio y la aplicación de la fuerza desde el Estado colombiano, y también ante el auge industrial de la ciudad, se apostó por una universidad privada fundada en 1970.
Cuarenta años después se presencia enorme proliferación de la oferta privada de educación superior. Decenas de instituciones universitarias ofrecen todo tipo de programas en el pequeño territorio de Cartagena, desatándose una competencia cruda, en la que la calidad no es siempre su motor. El “mercado universitario”, como se osa llamarlo, está totalmente fragmentado y eso no parece preocupar a nadie. La ciudad lo ha dejado al dejar hacer. Hacer de todo, como los dos casos denunciados recientemente por los medios. Al fin y al cabo todo ocurre en el marco de la ley con el beneplácito de gobernantes y ministros.
Es el momento de valorar los esfuerzos que se hacen, en medio de las dificultades, desde la misma universidad pública y desde la universidad privada para recomponer la tendencia, nadar a contracorriente y contribuir a un sistema universitario de calidad.
En el mundo moderno, las universidades hacen parte de la vida urbana, a tal punto que muchas ciudades son conocidas por la existencia de estos centros. En algunos casos son las mismas instituciones educativas las que definen su organización territorial.
En los tiempos actuales nadie duda de la importancia de las universidades para el desarrollo humano, social y económico. A la hora de hablar de competitividad, cualquiera sea su enfoque, el papel de estas entidades sigue vigente, pero esto obliga a convertir el dolor en fuerza y, a manera de contrición, rescatar la confianza y generar procesos de integración institucional que le apunten a que Cartagena sea también una ciudad universitaria.

*Profesor universitario

albertoabellovives@gmail.com
 

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