Columna


Combustible y Cartagena

REDACCIÓN COLOMBIA

05 de enero de 2012 12:00 AM

NARCISO CASTRO YANES

05 de enero de 2012 12:00 AM

El comienzo de año es buen momento para discurrir sobre temas comunes, aun sin que hubiesen pasado de manera total los días de los abrazos, los besos y los buenos augurios, porque hay que volver a la rutina, de la cual dependerá el balance que, por costumbre, volveremos a hacer a finales de 2012.
En los últimos días del año pasado y los primeros del presente, el Ministro de Minas y Energía dijo a los colombianos que en la espiral alcista del precio de los combustibles, el gobierno había decidido igualar el del ACPM con el de la gasolina (no se sabe si de la extra o la corriente), determinación que es un hecho, como se vio en las dos últimas alzas mensuales decretadas, en las cuales la del diesel ha sido la mayor de todas.
Nada dijo el ministro sobre el influjo o la relación del precio externo con el interno, que en Colombia se proyecta en una sola dirección, pues, como es sabido, cuando sube el del petróleo en los mercados internacionales, en el país sigue la misma ruta el de la gasolina, pero si baja, no incide en el precio interno, que se mantiene en ascenso.
Hay un influjo decisivo y decisorio del precio de éste en el ámbito social, pues su comportamiento, siempre hacia arriba, afecta en forma directa la industria, el comercio, los servicios de todo orden, y la vida común.
Es quizá más notoria la afectación en el transporte terrestre de carga y pasajeros, pues su parque automotor utiliza ACPM, que frente al precio de la gasolina corriente, tiene un hoy precio inferior de casi mil pesos. Unificarlos podría originar una situación social explosiva que nadie desea
Sin que intentemos descubrir el agua tibia, en ciudades como Cartagena -una de las más caras del país- el golpe lo sentirá aún más su población de base, que tiene que absorber el costo turístico de vivir aquí y por la sobretasa con que en ella está gravado el combustible líquido. El incremento del precio sube el producido de la sobretasa, con lo cual la ciudad absorbe dos alzas.
El Gobierno Nacional marca diferencias sustanciales y claras con su antecesor, y no puede dar lugar a reclamos que se expresen en masivas protestas sociales, previsibles cuando los empresarios del transporte terrestre y de pasajeros trasladen ese costo al consumidor o usuario final, a través de fletes y pasajes.
La administración de Cartagena, que comienza en medio de una explicable como general expectativa, pero esperanzada, tendrá que examinar con rigor y mesura lo anterior, en forma simultánea con otras muchas otras cuestiones de alto calado, si quiere hacer menos onerosa de lo que ya es la vida de sus habitantes, para que siga siendo, al menos en una parte de su área geográfica, y a pesar de las apetencias corruptas y truculentas que la acechan, el lugar atractivo y amable que desean y buscan los turistas nacionales y extranjeros. Como lo que se afecta, sin distingo de clase, es el patrimonio económico de los cartageneros, el condigno tratamiento debe abordarse con voluntad, seriedad y acierto.
narcisocastro@hotmail.com
*Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

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