Columna


¿Cómo conduzco?

ALBERTO ABELLO VIVES

28 de julio de 2012 12:00 AM

ALBERTO ABELLO VIVES

28 de julio de 2012 12:00 AM

Ebrio, respondería aquel director de tránsito del municipio vecino; a toda velocidad, diría aquel conductor de buseta que mató a la última víctima cartagenera; echando humo, respondería el pasajero asfixiado por el humo negro que expide el bus y pasa por las narices de un policía de tránsito; a punta de champeta con volumen picotero que ensordece y produce taquicardias, diría un ágil sparring digno de un moderno circo de acrobacias; lento cuando me provoca, diría otro chofer que quiere llenar la cabina así sea esperando pasajeros en las bocacalles; sin parar en las cebras, diría cualquier ciudadano al ser casi atropellado por un vehículo oficial al intentar pasar una calle.Todo servicio público de transporte tiene la obligación de escribir en lugar visible la pregunta: ¿cómo conduzco? y anotar un teléfono para ser usado por los usuarios. Algunos letreros son tan pequeños que no cumplen su función; otros están puestos en lugares no adecuados para ser leídos por los pasajeros. Casi todos están en la parte de atrás de buses, busetas y taxis. Pero casi ningún teléfono recibe la llamada; muchos están fuera de servicio o son números telefónicos que no pertenecen a empresa o propietario alguno del vehículo.
Remedo y burla: eso son. Porque al fin no se tiene en cuenta a la gente; cuando cualquier sociedad debería privilegiarla. Políticas focalizadas para la gente es lo que se anuncia desde organismos multilaterales pero en ello hay siempre más retórica que realidad. Y como esta medida nacional del ¿cómo conduzco? hay muchas. Más cuando se puso de moda aquello de la participación social o la atención al cliente.
Tener en cuenta a la gente se convierte en hacer firmar un listado de asistencia que avala decisiones que se toman más tarde a puerta cerrada; ofrecer líneas especializadas de reclamos terminó siendo un diálogo sordo y desesperado entre un usuario afectado y una máquina lejana que habla desde un call center con un acento que no es el cercano. Un humano vuelto máquina con respuestas formateadas es si acaso quien responde si se tiene suerte, por qué en el caso del ¿cómo conduzco? nadie siquiera responde.
Es probable que este modelo disparatado de relación entre la población y el prestador de un servicio sea una vil copia de la relación entre los gobernantes y los habitantes de su localidad. Son muy pocos los casos en Colombia donde se realiza la rendición pública de cuentas y dónde se resuelven de manera transparente los interrogantes de la comunidad sobre la conducción que hacen los gobiernos. Los aparatos que existen por ley para garantizar la evaluación social de la intervención sobre lo público terminan en mecanismos de manipulación o en un diálogo de sordos.
La expedición del último informe de Cartagena cómo vamos, que hace el examen a la evolución de los principales indicadores de la ciudad ratifica la importancia de que existan desde afuera, con carácter independiente, organismos de seguimiento a la conducción de los gobiernos. Allí están los resultados, más allá de los anuncios mediáticos que de cuando en cuando hacen los gobernantes y de las expectativas infladas y emanadas de los palacios de gobierno. No puede ser, en cambio, que la pregunta del cómo conduce un alcalde la ciudad se haga sólo desde una emisora local, pues se abre la posibilidad de ocurrir una nueva manipulación política al servicio de un interés electoral particular.

*Profesor universitario

albertoabellovives@gmail.com

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