Columna


Competitividad sostenible

ORLANDO DEL RÍO PÁJARO

24 de septiembre de 2010 12:00 AM

ORLANDO DEL RÍO PÁJARO

24 de septiembre de 2010 12:00 AM

Este marco de referencia mundial emerge como fuerza impulsora para las regiones de América Latina; tener que orientar sus recursos hacia la competitividad y desarrollo sostenible es la razón fundamental de sus economías. Esta búsqueda está basada en la “Competitividad espuria”: en bajos salarios, sobreexplotación de los recursos naturales, depreciación de la tasa de cambio y subsidio a los precios de los factores de producción. El nuevo criterio de competitividad es “Competitividad auténtica”. Está relacionada con el desarrollo sostenible, manejo adecuado de los recursos naturales y la articulación de los sectores económicos, hacia una calidad de vida mejor, de bienestar mejor, basado en principios de equidad, convivencia social, “ecoeficiencia”, productividad y progreso técnico que aumenta la productividad. Ese es el camino a promover. La Competitividad espuria sólo trae resultados a corto plazo, que desaparecen bien pronto; la auténtica, demanda acciones de largo plazo, en línea con el concepto y las visiones del desarrollo sostenible, de mejorar la calidad de vida, la articulación económica, de mejor bienestar. En una sociedad desarticulada socialmente es muy probable que la competitividad de sus empresas no sea “auténtica” sino “espuria”, basada en factores como la mano de obra. La articulación social implica que los salarios de los empleados tienen el nivel suficiente para poder consumir buena parte de la producción de sus empresas. Un supuesto dudoso es pensar en la conveniencia para las naciones desarticuladas socialmente, de un modelo económico de competitividad centrado en las exportaciones. Cuando el mercado principal de una industria está en el extranjero, los trabajadores del sector sólo representan un costo de producción; no son un buen mercado potencial para los productos. Por lo tanto, los salarios bajos se mantienen porque favorecen la producción (así se es competitivo internacionalmente) y no perjudican el consumo (lo realizan trabajadores en otros países). Alain De Janvry señala los efectos en toda Latinoamérica de nuestra desarticulación social; un aumento en la productividad de los trabajadores no lleva a aumentos salariales, que sí hay en los países con una inclusión y articulación sectorial adecuadas. La distribución del ingreso empeoró en las naciones latinoamericanas a pesar del crecimiento general alto del Producto Interno Bruto (PIB). Además, la desarticulación social crea condiciones objetivas que justifican políticas laborales regresivas y represivas. Sin ser competitivos no sobreviviremos en un mundo capitalista; si el desarrollo no es sostenible, no habrá calidad de vida en nuestras sociedades. ¿Será que con empresas más competitivas y un desarrollo sostenible, tendremos menos pobres, más equidad, menos violencia, mayor democracia, menos contaminación y más sostenibilidad en el manejo de los recursos naturales? Es en este contexto donde los grandes actores institucionales tienen que hacer investigación y proyección social. Es su responsabilidad pensar en las características, prioridades y oportunidades que ofrece la región y construir así nuestros propios modelos de desarrollo y competitividad, liderados por una articulación e inclusión social adecuadas. *Docente UTB odelrio@unitecnologica.edu.co

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