Columna


Con Silvestre, aunque un poco silvestre

LUIS EDUARDO PATERNINA AMAYA

14 de enero de 2011 12:00 AM

LUIS EDUARDO PATERNINA AMAYA

14 de enero de 2011 12:00 AM

Fui un duro crítico de Silvestre Dangond, cuando en un arranque emotivo, embebido por la aceptación de un público delirante, se autoproclamó un macho de “veddá veddá” con un agresivo impulso, anunciándole al mundo que él no era un marica. Entonces me pareció desproporcionada, desatinada, innecesaria, inútil y complicada la explicación que, antes que despejar la verdadera condición viril del cantante, nada aclaró, por el contrario, la sombra de la duda se apoderó de cuantos escuchamos aquellas precisiones que nadie le había pedido. Pero como la duda debe favorecer al implicado, según lo preconiza el Derecho Penal, la sentencia final absuelve al reo: Silvestre Dangond no es gay.
¿Sabrán los artistas su responsabilidad como ídolos de grandes masas que acuden a sus conciertos a escuchar al modelo y no a la persona vulgar que termina arrastrando con su arte? ¿De dónde habrán sacado Silvestre y Diomedes abandonar la buena presentación, el canto exquisito y la actuación vistosa y decente por el fraseo que en nada enaltece a su fanaticada ni a la cultura Caribe? ¿Habrán estos connotados y reconocidos exponentes de nuestro folclor dimensionado su influencia para que nuestra música continúe posicionándose sin contaminación en los escenarios más importantes del mundo artístico?
Qué bueno sería que tan importantes artistas se miraran en el espejo de quienes no han dejado de ser sus maestros y son la esencia de cuanto pasa hoy con el vallenato. Fueron ejemplo de compostura, sencillez, distinción y elegancia. Jamás se les vio un exceso. No sería malo que se reflejaran en Alejo, Abel Antonio, Luis Enrique, Pacho Rada, Emiliano, Landero y tantos nombres más que han enaltecido el folclor con su talento y decencia.
Sin embargo, lo que está pasando con Silvestre en relación con el niño de Villanueva sí que lo han aumentado de volumen los medios nacionales al merecerle titulares de primeras páginas en remplazo de acontecimientos que han debido merecer dicho despliegue. El tomar los genitales de un menor de catorce años, tal como lo hizo Silvestre en plena presentación, podría calificarse como un acto inoportuno y de indelicadeza, pero jamás como una conducta tipificada como delito en el código penal, Título IV.
¿Estaríamos frente a un acto sexual violento, o acto sexual en persona puesta en incapacidad de resistir, o acceso carnal abusivo con menor de catorce años, o acto sexual abusivo con incapaz de resistir, o inducción a la prostitución, o constreñimiento a la prostitución, o trata de personas, o estímulo a la prostitución de menores, o pornografía con menores, o turismo sexual por el gesto espontáneo y desprovisto de dolo, mala fe o intención dañosa, perjudicial, inmoral, ofensiva, seductora la casi ingenua actitud de Silvestre cuando acerca su mano al pipi del muchacho?
A tanto cachaco ofendido y puritano es oportuno recordarle que ya ese infante seguramente tuvo sexo y que la expresión adoptada por el artista es indicativo de que el pelao tiene huevo, entendida como berraquera y no como se la anunció una estudiante al ex presidente Uribe en un consejo comunal en Cartagena y que, en consecuencia, lo sucedido no era para tanto despliegue y golpes de pecho. Más grave me pareció el ofrecer dinero al menor que sería tema para otro comentario.

noctambula2@hotmail.com
 

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