Columna


Condón sí, pobreza no

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

03 de octubre de 2010 12:00 AM

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

03 de octubre de 2010 12:00 AM

Si el presidente filipino Benigno Aquino se sale con la suya, el ingenioso adminículo del condón pasará, de prevenir embarazos no deseados y enfermedades graves, a un nuevo propósito: ¡atenuar la pobreza! La estigmatización cruel de la Iglesia Católica al condón y demás métodos anticonceptivos (80% de filipinos son católicos) es el escollo más fuerte que enfrenta Benigno (o “maligno” por atreverse a retar los preceptos religiosos), al aceptar 434 millones de dólares concedidos por Estados Unidos para cumplir, a punta de condón, los “Objetivos del Milenio” de Filipinas en reducción de pobreza. El control artificial de la natalidad para frenar la expansión demográfica rápida ha tenido igual oposición del parlamento filipino. El “Plan Aquino” pretende reducir el hacinamiento exponencial de Filipinas, país 8 veces más denso en población que Colombia; su objetivo es repartir los siempre escasos recursos de inversión social entre cada vez menos gente necesitada. El tema es muy sensible y despierta más pasiones moralistas que humanistas (no faltará quien, en Cartagena, quiera sentarme en el “potro” de la Inquisición después de leer esta columna). El presidente Aquino ya cazó pelea con el Director de asuntos públicos de la Conferencia Episcopal, quien aseguró que no se quedará quieto ante la estrategia audaz de masificar el uso del condón; al extremo de considerar la ayuda gringa “una cantidad pequeña si la comparamos con los valores morales que perderemos…; por esa miserable cantidad de dinero, en el nombre de la lucha contra la pobreza, otra vez se está vendiendo el alma de los filipinos". El cura filipino de marras consideró equivocado combatir la pobreza promoviendo la contracepción porque, "si se trata de un problema económico, necesita una solución exclusivamente económica". Es justamente lo que propone el “Plan Aquino”, una solución barata a un problema económico muy caro: la pobreza. Replicar el “Plan Aquino” en las comunidades más vulnerables debería ser un propósito humanista mundial, tan importante como la cruzada ambiental para mitigar el calentamiento global. Este cauchito barato (gratis en el “Plan Aquino”) sería más eficaz para superar la pobreza y el SIDA que los miles de millones de dólares gastados por los países ricos con igual fin. Es contradictorio que varias religiones consideren “pecado mortal” cualquier control natal, distinto a la abstención; pero no califiquen ni de “venial”, el someter a países pobres a una explosión demográfica incontrolada, donde es imposible garantizar una vida digna para todos. En Colombia, Profamilia lo ha intentado con muchas limitaciones, por los mismos prejuicios moralistas y religiosos que enfrenta Aquino. Muchas mujeres pobres terminan embarazadas por faltarles (o abstenerse de usar para no “pecar”) los métodos anticonceptivos costosos, que sí pueden comprar las parejas ricas. Igualar las oportunidades entre clases sociales, para disfrutar con responsabilidad el regalo de la sexualidad, es el propósito noble del “Plan Aquino”. Crucemos los dedos (no las piernas) para qué Benigno tenga éxito y algún día podamos importar su modelo a Colombia, donde la promiscuidad y el hacinamiento son desbordados. Que no vengan ahora los moralistas y la Curia a concluir que allá en Filipinas el “Plan Aquino” sí funcionó, pero ¡aquí no! *Ing. Civil y MBA, Directivo Empresarial restrepojaimea@gmail.com

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