Quien quiera haya sido el autor intelectual del atentado a Fernando Londoño Londoño, no viene sino a configurar la materialización de esa forma de lucha que la derecha suele utilizar para expresar su inconformidad con quienes en una democracia detentan el poder y con el cual no se está de acuerdo aunque se comulgue con su credo ideológico.
La conspiración no por ser una acción política cuya finalidad es obtener dividendos políticos, puede otorgársele el beneficio de legítima y válida. No, ni siquiera puede considerarse legal cuando las razones que la animan solo persiguen la desestabilización de un gobierno elegido democráticamente.
Y en Colombia, en el orden del día siempre ha estado esa “forma de lucha”.
Si repasamos nuestra historia contemporánea, vamos a encontrar la de la conspiración como el método más usado por quienes han salido del organigrama del poder, o quieren acceder, o reincidir en él, para dejar constancia de ese propósito indeclinable. Y si para ello es necesario recurrir, combinar o poner en práctica cualquier forma de lucha, ahí está la conspiración, el atentado personal, el golpe de Estado.
Mientras las guerrillas conspiran desde las montañas de Colombia, los conspiradores con patente, ex presidentes, congresistas, ministros periodistas, intelectuales, voceros gremiales, lo hacen desde sus investiduras y mando, aunque hayan dejado el mando, y siempre en vía de perturbar, de turbar el orden y de alterarlo en la dirección de su mezquino interés.
Y si para lograrlo tienen que echar mano del atentado terrorista con carros bomba, ahí tienen el último, pero igual tienen en sus presupuestos los “falsos positivos”, como ha sido de ocurrencia en el último decenio en este país. Y aquí sí cabe aquello de que el fin justifica los medios.
Y si el fin es cobrarle al Gobierno la “traición de clase” de Santos, quién dijo miedo. Y quien dijo que los carros bomba también no pueden ser útiles y el atentado personal y los falsos positivos de cualquier índole.
De quien proviniere, el atentado atribuido a la guerrilla también es racional equipararlo a la combinación de formas de lucha de los conspiradores, aquí o en cualquier lugar del mundo, pues el fin que se persigue justifica esa y mayores tragedias en las mentes torcidas de quienes los alientan y asumen como la única alternativa para sus siniestros fines de poder.
Más allá de que Londoño sea “uno de los principales opositores de las FARC”, El Tiempo, mayo 16, no es casual que, igualmente, sea uno de los más vehementes opositores al Gobierno del Presidente Santos, y voz autorizada del ex presidente Uribe en su cruzada opositora y de “retorno”, lo cual no da pie, ni más faltaba, para conjeturar siquiera que el atentado sea consecuencia de su pensar y actuar frente a un gobierno elegido con su apoyo.
Cuanto queda al descubierto después de este crimen, es que los terroristas, conspiradores o como se llamen, puedan dar en el blanco de Gustavo Petro y Piedad Córdoba, cuyas vidas corren inminente riesgo según informan El Espectador y El Tiempo, miércoles 16 de mayo.
Y de ahí a la toma y retorno al poder por los conspiradores, quienes quiera que sean, no hay sino los tanques que separan la Plaza de Bolívar y la Casa de Nariño.
Párele bolas a la bola de la conspiración, Presidente Santos. No se confíe de tantas divinidades protectoras. Ni de rezos y aseguranzas.
*Poeta
elversionista@yahoo.es
@CristoGarciaTap
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