Columna


Corazón Divino de Jesús

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

10 de junio de 2012 12:00 AM

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

10 de junio de 2012 12:00 AM

En el mes de junio veneramos de manera especial al Corazón Divino de Jesús, en medio de fiestas muy importantes para nuestra fe, nuestra vida y nuestro crecimiento como creyentes.
El domingo pasado, celebramos a Dios como la Santísima Trinidad, comunión de amor, de verdad, de gozo, de bondad entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, un solo Dios expresado en tres personas unidas sustancialmente, que nos invita a vivir unidos a Él para que participemos de sus dones, sus frutos y su gloria eterna.
Coincidiendo con esta fecha, se celebró el VII Encuentro Mundial de Familias, en Milán (Italia) con la asistencia de millares de familias de todo el mundo y el papa Benedicto XVI. En este evento, se reafirmó a la familia como el más trascendental patrimonio universal, llamada a vivir en comunión con Dios para poder cumplir con su misión frente a la felicidad y el desarrollo de la persona humana y de la vida en sociedad. Resalta el Papa que la vida de la familia debe ser semilla de la paz. En la familia se forma el carácter fomentando los valores, es donde se aprende la solidaridad y tomamos conciencia que no podemos quedarnos en nuestro egoísmo, sino que dándonos en servicio unos a otros, nos desarrollamos y construimos la comunidad.
Hoy celebramos la fiesta del Corpus Christi, presencia real de Cristo en la Eucaristía. Su corazón entregado por nosotros, para que podamos entrar en la comunión con Dios y participar de la vida divina en el cuerpo místico en el que Cristo es la cabeza y nosotros el cuerpo y por sus méritos, podamos irnos santificando, mejorando cada día, participando de los beneficios del amor de Dios.
La Eucaristía es el misterio central de nuestra fe. Dios se vuelve alimento nuestro. El pan y el vino se transforman en el cuerpo, alma y divinidad de Jesucristo. María Santísima, por la acción del Espíritu Santo, llevó en su seno a Jesús. Nosotros participamos de ese santo misterio en la comunión y podemos llevar en nuestro interior a Jesús de manera mística.
En las lecturas de hoy, se mencionan las alianzas realizadas por Dios, primero con su pueblo elegido, al liberarlos de la esclavitud de Egipto y luego a través de Jesucristo con toda la humanidad, liberándonos de la esclavitud del pecado. La Eucaristía, es la plenitud de la alianza, porque por medio de ella, Dios se queda en medio de nosotros, alimentándonos, nutriéndonos, santificándonos: “Mientras comían Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: -“Tomad, esto es mi cuerpo.” Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: -“Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos”**.
El próximo viernes 15 y el sábado 16 de junio celebramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y la Fiesta del inmaculado Corazón de María. El Corazón, en las Sagradas Escrituras, es mostrado como el centro de las decisiones, lo más profundo del ser, donde se expresan las intenciones del alma y se conjugan la inteligencia, la afectividad y la voluntad.
Todas estas celebraciones tienen como factor común el inmenso amor de nuestro Dios que nos llama a convertir nuestra vida en fuente de dicha, de realizaciones, de cosas positivas, permitiendo que nuestras almas participen de la felicidad de ser sus hijos.
**Ex 24, 3-8; Mc 14- 12-16.22-26

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

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