Columna


Corrupción, Competitividad, Institucionalidad

AP

13 de septiembre de 2012 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

13 de septiembre de 2012 12:00 AM

A Colombia, según las más recientes mediciones, no es que le vaya bien en las muestras de referencia que organismos especializados reconocidos toman para medir la competitividad, esa variable de la economía de una nación en el ámbito mundial.
Y entre las principales causas que el Foro Económico Mundial, FEM, señala en su más reciente informe para resaltar el descenso de Colombia aparece, como en veces anteriores pero en ascenso, la corrupción, además de las ya constantes infraestructura y debilidad institucional.
No es casual que como magnitudes invariables siempre aparezcan estas tres razones marcando muy alto, hay más, cuando de determinar que tanto ha alcanzado el país en competitividad para enfrentar las dinámicas de su desarrollo y progreso y consolidar su menguada institucionalidad.
Desde luego, es la corrupción el indicador más sobresaliente en las mediciones que nos dicen de manera realista que tan próximos o alejados estamos de alcanzar niveles satisfactorios en el panorama económico a nivel global, regional y local, máxima aspiración de toda nación.
Que sean esos tres elementos en su orden los marcadores que determinan el análisis y resultados de la medición del FEM, cuanto pone de presente es la incuestionable y por demás solida trabazón que existe entre ellos, articulada por el sincronizado mecanismo de una institucionalidad débil y proclive a la vulnerabilidad por todos sus flancos.
Es precisamente en esta variedad de poderes, en la institucionalidad, surgidos del Estado y formalmente reglados y aceptados por los individuos para el cumplimiento de los fines y objetivos del contrato social, en donde primariamente se incuban los gérmenes incontrolables de la corrupción que darán en aniquilar sin tregua y en su provecho los bienes, recursos y presupuestos de naturaleza pública.
Con ese protervo fin y sin mediar el mas mínimo recato y pudor se configuran empresas dedicadas exclusivamente a explotar el recurso “presupuesto público”, primero configurando una holding política y electoral de carácter local o regional que garantice la elección de alcalde o gobernador, vía expedita para acceder a la caja de caudales de la contratación pública, controlar la institucionalidad y despacharse los presupuestos.
Que cada año somos menos competitivos en transparencia, infraestructura e institucionalidad, es verdad que no requiere demostración, basta saber cuánto se engullen los gobiernos corruptos y poderes regionales y locales en vías, puertos marítimos y fluviales, acueductos, aeropuertos, ferrocarriles, trenes de lejanías y cercanías, carreteras, dobles calzadas, avenidas, rutas del sol y de la luna, que se contratan, se pagan y no se construyen. Y cuanto dejan de investigar y sancionar los poderes de la institucionalidad investidos para tan ponderada misión.
Dejemos de ser ingenuos y aparateros. “Corrupción”, “infraestructura”, “débil institucionalidad”, son una y sola causa eficiente de la baja competitividad de Colombia y sus regiones. Son eslabones que se entrelazan y amparan solida y solidariamente. Poderes que se confabulan contra lo colectivo y lo público. Desde el poder y la institucionalidad.
Y “pandillas”, “mafias o partidos”, “delincuencia oficial untada de sangre”, al decir del periodista e investigador Alberto Donadío, sus gestores y agentes institucionales, tanto en lo local como regional y nacional.

* Poeta

elversionista@yahoo.es
@CristoGarciaTap

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