Con razón andamos tan dejados del desarrollo y el progreso por estos pagos, si es que en materia de saberes, lectura y escritura, somos más bien yermos; apenas si vamos por los cristos si nos comparamos con iguales de otras parcelas de esta Colombia en la cual hay bastante gente que aun no sabe leer ni escribir.
Y eso tiene unas consecuencias que van más allá de la acción de no saber la “o”, ni silabear la palabra progreso, ni garabatear la silaba paz, ni garrapatear la frase calidad de vida. O cómo se conjugan en diferentes tiempos los verbos transformar, desarrollar, avanzar, cambiar, convivir, trabajar, unir, aportar, emprender, mejorar, lograr, incluir. Y, por supuesto, leer y escribir…;
Que a estas alturas de la modernidad la Costa Caribe ande en paruma en materia de calidad educativa, que por tal se entiende también cantidad en cobertura, locación y recurso humano, es para dolerse y lamentarse, pero con mayor diligencia para levantarse y acometer la batalla frontal en contra de ese monstruo de mil cabezas que es el analfabetismo que hoy asola la región.
Un territorio que no se circunscribe a unos linderos, un nombre o simplemente jurisdicciones políticas y administrativas como pudiera asumirse, sino que es una visión política, sus gobernantes y líderes en las diferentes actividades, tanto económicas, como humanas, sociales, científicas y culturales, que en su seno tienen ocurrencia y para las cuales tienen unos y otros las competencias, capacidades y poderes legales y legítimos para convertirlas en vectores de desarrollo, progreso y equidad incluyentes.
Si tal ha ocurrido, la ruina en la educación de los costeños caribes, leer y escribir de corrido como mínimo, parece significar cosa muy distinta: como que en ese campo no ha asomado ningún liderazgo ni acción de gobierno eficaz. Ni interés alguno por enfrentar con contundencia y herramientas cortantes ese calamitoso déficit en la calidad educativa de la Región.
No otra cosa deja el diagnóstico, otro, que del sector en la Región Caribe hizo la ministra de Educación, María Fernanda Campo, el cual confirmó que es por estos pagos en los cuales el sector educativo oficial tiene “los más bajos resultados en materia de calidad”. Y el concepto calidad, como ya queda dicho, abarca cantidad, recurso humano, administración, control y medición de las variables que constituyen y soportan el componente educativo en su desarrollo y aplicación. De lo cual no sabe cuánto y qué tanto tiene ocurrencia por acá.
Sí sabemos, en cambio, lo mismo que dijo la ministra Campo: “todos los municipios tienen unos resultados en las pruebas del ICFES inferiores al promedio nacional”. Cuanto ignoramos es qué han hecho, qué van a hacer por su región, departamento o municipio, quienes tienen la responsabilidad de torcerle el cuello a esos promedios tan precarios.
Y de eso se trata. De saber qué y de empezar a hacer en la materia “Calidad de la educación en la Región Caribe: cobertura, recurso humano, administración y control de calidad en su desarrollo, aplicación y evaluación”.
Entre tanto, si en Bolívar Rosario Ricardo o Juan Carlos Gossaín, y en Sucre Julio Cesar Guerra, son elegidos gobernador, uno espera que la materia propuesta empiece a impartirse y termine por aprobarse. Es mi opinión personal.
¿Qué tal, “La Costa la más educada”?
*Poeta
elversionista@yahoo.es
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