Para mí no hay mejor noticia que leer los comentarios del Foro de El Universal, que suscitan nuestras columnas que sacamos del cajón quincenalmente con la esperanza de seducir a los lectores.
Pero los resultados son los más contradictorios e inesperados: “Usted acusó de autoritario al presidente Uribe”, me decía un comentarista, “Sin aportar la prueba y sin respetar el debido proceso”, terminaba de decir energúmeno. Al responderle, un tanto asustada, le decía que mi columna era sólo “una sustentación científica, sin prueba explícita”, pero que ¡no daba para tanto!
Por ahí había otra forista, llamada “Sole” o “Solle”, que me acusaba de parecer una bruja en la fotografía que ilustraba mi columna, llegándome a herir de tal modo, que reemplacé la foto inmediatamente, y olvidé para siempre esa actitud negativa que desarrollaba, cada vez que sentía que algo extraño iba a pasar.
También he recibido la exigencia de que deje de hablar de tantos personajes de provincia de espíritu universal, y me dedique a cosas serias, “dignas de la página editorial de un periódico formal como El Universal”, para analizar la realidad económica, política y social de la ciudad, sin tomar partido por nadie y buscando “la objetividad” a ultranza, como si yo tuviera la verdad en el bolsillo.
Para mí, todos estos comentarios son un aliciente que me lleva a encontrarme y a encontrar en las noticias, facetas nuevas e inexploradas que merezcan ser analizadas a la luz de la ética y la estética. Pero también es verdad, que vale la pena recuperar las palabras de Alvaro Cepeda Samudio, para mí el mejor columnista que ha tenido Colombia, cuando decía: “Un columnista es, en primer término, un animal que, como las focas del circo, tiene que salir semanalmente al redondel a hacer un número, pero, a diferencia de las focas, que siempre hacen las mismas payasadas, el columnista tiene que hacerlas cada vez diferentes.”
Semejante metáfora alimenta la idea de que nuestro papel es manejar cualquier tema, siempre y cuando se logre seducir al lector y ayude a formar opinión, despierte rabia, risa, preocupación, pero nunca, indiferencia.
Decía la analista Maryluz Vallejo Mejía, que en Colombia la importancia de la columna de opinión radica en que de ella han surgido las mejores crónicas colombianas. Por eso, los cronistas jóvenes que llegan al periódico, tienen la gran oportunidad de ampliar, controvertir o complementar cualquier información, basándose en los 3.300 caracteres con espacios que tienen los columnistas de los periódicos regionales para poner a debatir temas de actualidad.
Un columnistas serio, como Daniel Samper Pizano, echa mano de la risa en su “postre de notas”, cada vez que quiere, y humoristas como Alfonso Castillo Gómez y su célebre “Coctelera”, sacaba un Alka Seltzer del bolsillo de vez en cuando para matizar sus palabras drásticas, cuando quería disimular su sentimiento de clase.
Espero que con este alto en el camino, mis amigos que me leen sigan criticando mis palabras y reflexiones, para indagar más lejos y para hacerme cambiar de opinión cuando la sensatez así lo obligue. Por lo pronto, acepte mi salida al ruedo esta vez con tres elementos que nunca pueden faltar:
¡Hola amigos! …;Feliz Navidad... ¡Hasta la próxima!
*Directora Unicarta.
saramarcelabozzi@hotmail.com
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