Columna


Danos más fe

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

03 de octubre de 2010 12:00 AM

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

03 de octubre de 2010 12:00 AM

“Fe es creer lo que aún no hemos visto. El premio de la fe es ver lo que hemos creído”. San Agustín En el evangelio de hoy los discípulos le dicen a Jesucristo: “danos más fe”, y Él les contesta que si tuvieran la fe del tamaño de un grano de mostaza podrían pedir hasta cosas aparentemente imposibles y las conseguirían con el poder del Espíritu Santo. Dios nos dio capacidades, talentos, condiciones y características para lograr muchas cosas por nuestros propios esfuerzos. Sin embargo, necesitamos de la fe para lograr cosas aparentemente imposibles en el servicio a Dios, sobre todo para contribuir en la transformación de la sociedad hacia el bien y la salvación eterna. El bien y el amor proceden de Dios y sólo unidos a Él podemos conseguirlos. Hoy es el domingo del Respeto a la Vida, día en el que la Iglesia sigue insistiendo en la necesidad de tomar conciencia sobre el gran valor de la vida humana, que sale de Dios y va camino hacia Él. Cada vez la batalla está aparentemente más perdida. Cuando analizamos las leyes de los diferentes países, ya son muy pocos los que defienden la vida humana, con plena conciencia de su gran valor desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. No se protege, en algunos, a los no nacidos, a los indefensos, a los minusválidos, a los ancianos y a los enfermos terminales. No se está haciendo un esfuerzo importante en la educación de la afectividad, de la voluntad y de la inteligencia para una vida física, emocional y espiritual más sana y para unas relaciones interpersonales más comprometidas, responsables y profundas. No se educa en las virtudes que nos ayudan a ejercer más nuestra libertad, sino que por el contrario, se permite la manipulación del deseo a través del erotismo excesivo en películas, publicidad, programas de televisión, telenovelas, programas radiales, Internet, revistas, canciones y otros medios, que desvirtúan el papel del sexo en la vida de la persona, desligándolo del amor, del compromiso y de la vida matrimonial. Es necesario un esfuerzo en las familias y en el sistema educativo para contrarrestar las influencias del medio e influir positivamente sobre éste, buscando concordancia con los valores que repercuten positivamente en la vida, la salud y la felicidad de las personas, integrando las diferentes facetas del ser humano hacia el amor. A veces tenemos la falsa idea de que la vida espiritual niega el valor de la vida sexual y es totalmente lo contrario. Nuestra Iglesia le da mucho valor a la vida sexual por sus grandes repercusiones en la madurez y felicidad de las personas y porque a través de ella participamos con Dios en la obra más importante de la creación, la de otra vida humana. En este punto, Juan Pablo II hizo grandes aportes a través de sus escritos sobre la Teología del Cuerpo. Pedimos hoy al Señor que refuerce nuestra fe, para que logremos madurar más en la capacidad de amar y le demos a la sexualidad y a la vida humana el puesto sagrado que les corresponden. En éste, como en muchos otros temas de importancia, la fe y la razón se complementan. ¡Danos más fe, sabiduría y amor, Señor! *Lc 17, 5-10 *Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial. judithdepaniza@yahoo.com

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